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lunes, 30 de noviembre de 2015

Jason the Toy maker


No tengo muchos recuerdos de mi pasado. Los rostros de mis verdaderos padres eran como máscaras desteñidas en mi mente. Yo sólo tenía algunos restos de mi infancia, nombres sin rostros y una oscuridad total. A la edad de nueve años, había pasado algo a mi familia. Mi trauma fue tan profundo que me hizo olvidar la mayor parte de mi vida.

Yo sólo tenía un borroso  recuerdo relacionado con mi mejor amigo. Él era el único que tuve en toda mi vida. Era una imagen pegada en mi mente, que va junto con la risa de  fondo y la melodía de una caja de música.

Entre los orificios traseros de mi amnesia, alcancé a ver de sus ojos color miel y su cabello caoba oscuro. Recordé su sonrisa amable... pero nada más. el resto desapareció en la oscuridad, así lo hizo.

martes, 24 de noviembre de 2015

Micro-relatos - prt4


EL DISFRAZ PERFECTO  

– ¡Con diez cañones por banda…!
- ¡Ponte el disfraz de una vez, que vamos a llegar tarde!
- Ya casi estoy, mira. Sólo me falta el parche.
El niño se marchó a su cuarto. Se miró con atención en el espejo, se puso el parche, y comenzó a sentirse incómodo, de manera que terminó por quitárselo. Se miró el ojo derecho con detalle, primero lejos del espejo y luego tan cerca que no lo distinguía. Notó que le faltaba algo importante. Sonaron sus pasos apresurados por la tarima.
Acercó la mano al bote del escritorio: unas tijeras, un punzón, una grapadora, lápices de puntas afiladas… Su madre gritó:
- ¿Quieres darte prisa de una vez?
Eligió el punzón apresuradamente y lo clavó con tanta fuerza y decisión como le fue posible. Un grito ahogado. Silencio. La mujer subió y lo encontró sentado frente al espejo, con el punzón en la mano y el parche en el ojo. Había sangre por todo el escritorio.
- ¡Dios santo! ¿Pero qué has hecho?
- El loro no se quedaba quieto en mi hombro.

lunes, 23 de noviembre de 2015

LA CHICA QUE PISO UNA TUMBA


Una noche, unos chicos celebraban una fiesta en un parque, entre risas y alcohol comenzaron a contar historias de terror. En la misma calle, había un cementerio y uno de ellos comentó lo mucho que le aterraba pasar por allí. Aprovechándose del miedo de su amigo otro de los jóvenes advirtió al resto con la siguiente frase:
- No se os ocurra nunca pisar sobre una tumba cuando se ha puesto el sol. Si lo haces, el muerto te agarra y te mete dentro.
- Mentira - replicó Alexandra - Eso son sólo supersticiones.
- Si tan valiente te crees ¿por qué no nos lo demuestras? Te daré 10 euros si te atreves, apostó el chico.
- A mí no me dan miedo las tumbas ni los muertos, respondió ella. Si quieres te lo demuestro ahora mismo.
El chico le tendió su navaja. Clava esta navaja en una de las sepulturas le dijo. Así sabremos que has estado allí. Sin dudarlo Alexandra cogió la navaja y se dirigió con paso firme al campo santo bajo la mirada atónita de sus amigos.
El cementerio estaba lleno de sombras y había un silencio sepulcral y sin quererlo el miedo se fue adueñando de la chica que con cada paso sentía cientos de ojos vigilarla y un aliento helado en la nuca.
- "No hay nada que temer", se repetía Alexandra para tratar de calmarse a si misma.
Escogió una tumba y pisó sobre ella. Después se agachó rápidamente, clavó en el suelo la navaja y se dispuso a marcharse. Pero no pudo. ¡Algo la retenía! Lo intentó de nuevo, pero seguía sin poder moverse. Estaba aterrada.

- ¡Alguien me sujeta! gritó, y cayó al suelo.
Al ver que no regresaba, los chicos fueron en su busca. Encontraron su cuerpo tumbado sobre la sepultura, fría, rígida y con la cara totalmente desencajada del miedo. Sin darse cuenta, Alexandra se había enganchado la falda con la navaja al clavarla en el suelo. Era la navaja lo que la retenía y ella había muerto de miedo tras sufrir un ataque al corazón.

lunes, 16 de noviembre de 2015

LA CHICA DEL ASIENTO DE ATRASc


Julián acababa de terminar su turno de noche, únicamente debía dejar el autobús en la cochera antes deregresar a casa, un trayecto de unos 25 minutos (saliendo de la ciudad) que siempre se le hacían eternos.

Mientras transportaba pasajeros su trabajo era entretenido, siempre podía escuchar las conversaciones de los demás o entretenerse mirando la minifalda de alguna jovencita por el espejo retrovisor; pero, con el autobús completamente vacío, los minutos se volvían horas.
Además estaba especialmente cansado, ya que la noche anterior apenas había dormido cuatro horas. Mientras conducía, el sueño le iba venciendo y sin querer pegaba algún pequeño cabezazo.

Se durmió apenas unas décimas de segundo, tiempo suficiente para perder el control del autobús y pegarse el susto de su vida al encontrarse en mitad de la calzada a una chica que asustada trataba de esquivar el pesado vehículo.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

una carta para mi madre...

la carta jamas llego, a pesar de mi deseo de leerla... no servia de mucho la espera, pues a mis avanzados cuarenta y nueve años, en donde se apagan las luces de un pasado sin libros, sin letras y tan solo con una lampara que intentaba animar mi anhelo por comprender lo que guardaban aquellos que aun me esperan.

la mañana se vuelve cada vez mas cercana, intento cerrar los ojos pero los recuerdos no dejan en sosiego mi alma y las preguntas, la angustia regresan teñidos de oscuridad. Que culpable puedo yo encontrar en esta infinita noche.

- la ratita escritora 


mix ore

Makoto Mobius

5 Little Lights

Millefiori

leave

Prisionero sin cabeza