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domingo, 22 de diciembre de 2013

Sirviendo en Casa Dolcett (+18)


Mi nombre es Erola Grau y tengo veinticinco años. La verdad es que no se por donde empezar el relato de los terribles acontecimientos que me sucedieron sirviendo en la casa del profesor T. Dolcett. Imagino que habrán oido hablar del profesor Dolcett, sí, ese mismo, el químico, famoso por haber revolucionado la industria alimentaria gracias a sus investigaciones en el desarrollo de productos para mejorar el sabor y convervar mejor los alimentos. 


Pues bien, esta es mi historia. Les advierto que si ustedes son de mente sensible o impresionable, no deben seguir leyendo lo que viene a continuación,... por tu propio bien. Si siguen, lo que aquí descubran, les marcará para siempre.

Yo nací y crecí en Argentina, en la ciudad de Córdoba, lejos de la capital, en un ambiente tranquilo y rural, lejos del bullicio de Buenos Aires, que odio. Y como les decia, a mis veinticinco años me encontraba en mi penúltimo curso de mi carrera de Enfermería en la Universidad a Distancia. Sólo me acercaba anualmente a realizar los exámenes presenciales de mis estudios, por lo que cada mes de junio entraba a trabajar en la mansión de algun acaudalado bonaerense que necesitaba los servicios de una empleada del hogar.  El año anterior los amos donde habia trabajado se mudaron a otro pais por lo que me vi buscando un nuevo sitio donde trabajar.


Tras anunciarme en prensa, recibí una respuesta de una persona de la que habia oido mucho hablar en la Facultad: el señor T. Dolcett. Ustedes saben que mi pais es famoso por su industria cárnica, pero siempre ha habido un problema de conservación que hacia que la carne de res perdiese su sabor en el proceso de congelación al que se sometían. El doctor Dolcett, habia conseguido un producto que permitia que ese sabor no cambiase, es más, que mejorase, como si el animal hubiese sido sacrificado instantes antes de ser consumido. Eso es lo que habia leido en la revista de la Universidad, y me pareción una oportunidad única poder conocer a tan famoso personaje. Así que tras haber fijado los detalles, me planté en la puerta de la gigantesca mansión en un barrio tranquilo del gran Buenos Aires.

Tras aparcar mi coche, me fijé que además de químico, al doctor Dolcett, le encantaba el arte. Su jardin estaba lleno de esculturas. Todas ellas tenian un motivo común: representaban muchachas jóvenes en diferentes posturas. No se por qué ni cómo, pero la postura de aquellas figuras, su realismo, su expresión de sufrimiento, me inquietaron profundamente.

Sin embargo todo aquello se disipó en cuanto el Dr. Dolcett abrió la puerta de la casa y me salió a recibir.


-"Buenas tardes, debes de ser Erola" - me dijo extendiéndome su mano mientras me sonreia.

- "S..s..si señor Dolcet" - alcancé a decir mientras se la estrechaba.



Me invitó a pasar a la casa flanqueándome la puerta. Se notaba que no tenia problemas económicos. Todo era lujo, sin exagerar, pero se notaba que el señor Dolcett habia amasado una considerable fortuna (la cuarta del país según la prensa).



-"Cómo verás, la casa es muy grande y hay mucho trabajo por hacer. Lamentablemente la última criada se fue hace una semana y no he tenido mucho tiempo de cuidarme de la casa" - me dijo.


-"Si señor, espero que esté de acuerdo en las condiciones económicas que hablamos y de mis horarios, sabe que necesito tiempo para mis estudios" - le dije osadamente.

-"Sin duda, aquí tendras el tiempo que necesites" - me dijo - "ven, te voy a presentar a un primo mio que estará con nosotros unos dias".


En el salón principal, junto a la chimenea, un apuesto caballero se levantó a saludarme, mientras dejaba una copa de licor encima de la mesa.

-"Erola, te presento a mi primo" - me dijo mientras yo le estrechaba la mano. Sentí su mano apretar la mia y una mirada fija. En cierto modo sentí una mezcla rara al ver sus ojos. Me sonreía pero habia algo en ellos que me daba miedo.


-"Encantada" - le dije apartando la vista.

-"Me alegro de conocerte querida" - me dijo -"tienes unos ojos muy bellos".

Enseguida el señor me cogió del brazo. "Ahora vuelvo primo" - le dijo- "voy a enseñarle a Erola la casa".

Me enseñó la casa,empezando por la cocina. Era una cocina extraña. No por su forma, sino mas bien por sus dimensiones. Era enorme. Una mesa de mármol negro llenaba el centro. "Esta cocina parece que sea para un regimiento" - dije sin pensar.

-"Bueno, solemos dar muchas fiestas y tengo muchos invitados que les gusta mucho ver como preparamos la comida".

-"Sé a lo que se dedica" - dije, y noté un pequeño sobresalto. "Sé que es usted químico y ha hecho muchas cosas en el campo de la alimentación".

El señor se relajó. "Bueno, se exagera un poco. Digamos que he ayudado a que las personas comamos mejor. No se si sabrás que casi toda la carne que comemos tiene como mínimo tres o cuatro dias. Eso hace que se pierda ciertas características.mmm..interesantes" - dijo mientras miraba al infinito. "Yo he conseguido que esas caraceterísticas, no se pierdan. Mi descubrimiento permite que la carne sea consumida como si se acabase de sacrificar al animal".

Me pareció un poco extraña su expresión, pero insistí -"¿Y eso cómo lo hace?"

-"Bueno querida, eres muy curiosa, pero te dire que de alguna manera, inducimos una especie de animación suspendida en la pieza de carne que hace que se conserve...mmm..¿cómo decirlo?...más viva" - dijo sonriendome - "pero te aburro con mis disgresiones de científico. Creo que es mejor que te enseñe tu habitación para que te instales"

-"¿Y esta puerta qué es" - dije señalando una discreta puerta que habia en una esquina de la cocina.


La expresión del señor Dolcett se tornó fria. -"Esa puerta da acceso a mi laboratorio. Pero prométeme que bajo ningún concepto entrará ahi. Hay productos químicos muy peligrosos ahi dentro y podrias tener un accidente.

Asentí un poco sonrojada por mi metedura de pata y no volví a hablar del tema.

Una vez que me condujo a mi habitación (que por cierto era bastante humilde), el señor Dolcett se despidió anunciandome que se iba con su primo a comprar algunas cosas porque en unos dias daría una fiesta de bienvenida para el. -"Pero no te preocupes, será a última hora de la tarde, tienes mucho tiempo para preparar la casa, porque de la comida nos encargaremos mi primo y yo."

 Y allí me quedé. Sentada en la cama mirando cómo se cerraba la puerta.

Una vez que me duché e instalé, bajé a la cocina para prepararme algo de comer. En la cocina habian varios armarios congeladores de notables dimensiones. Una panoplia de utensilios para preparar el asado, tablas de cortar y de unos ganchos del techo, colgaban una serie de embutidos puestos a secar. La verdad es que olian muy bien, pero acabé preparándome un vaso de leche con cereales y acostándome pronto. No oi cómo los señores volvian a casa.

Al dia siguiente me desperté pronto y empecé a arreglar la casa. El señor me habia dejado una nota con instrucciones que me mantuvieron bastante ocupada todo el dia. Por la tarde me dediqué a estudiar mis exámenes. No oi nada hasta bien entrada la tarde que un sonido de neumáticos indicó que el dueño de la casa llegaba.

Entró en el comedor mientras pasaba un paño por un tapiz de piel que adornaba una pared. -"Veo que has hecho un trabajo magnífico. Te doy las gracias y te reconpensaré por ello"- me dijo sonriéndome para acto seguido, entrar en la cocina con unas grandes bolsas de compra. -"Ven, prepárame algo para cenar, me apetecen salchichas ahumadas".

Así que descolgué un par de grandes y gruesas salchichas negras y se las preparé con algunos de los ingredientes que habia traido. El señor hizo una señal de satisfacción -"Cocinas muy bien. Ahora puedes tomarte la tarde libre. Ve a dar una vuelta. Yo cenaré y leeré algo en el estudio antes de ir a descansar".

Y así lo hice. Me fui al cine, aunque no conocía a nadie, me apetecia salir un poco y despejarme. Fue una noche divertida, ¡quién iba a decirme que seria mi última noche!

Llegué a medianoche, vi que habia luz en el laboratorio y oi como el sonido de una pequeña sierra cortando algo, pero directamente me fui a la cama. Habia cenado algo en un restaurante de comida rápida a la salida del cine y me moria de sueño.

Al dia siguiente, el señor y su primo desayunaron en el jardín. Luego pasaron toda la mañana y la tarde en el laboratorio (así que su primo también era químico). No salieron hasta mediada la tarde.

-"Erola, vamos a ir a la ciudad. Llegaremos sobre las diez. Por favor, prepáranos algo para cenar." - me dijo mientras subían ambos a sus habitaciones para cambiarse.

-"Si señor Dolcett" - le dije mientras terminaba de pasar el aspirador. Oi la puerta cerrarse. Luego pasó un buen rato mientras yo limpiaba los espejos del salón. Se hicieron las nueve -"Los señores vendrán en una hora, mejor voy a prepararles la cena" - pensé.

Entré en la cocina y me di cuenta que en la cerradura de la puerta del laboratorio habia una llave puesta. La miré con curiosidad. Estuve un rato preparando la cena pero no dejaba de mirar a aquella llave, a aquella cerradura... maldita sea mi curiosidad mil veces.

Abrí aquella puerta poco a poco y lo que vi en aquella habitación me dejó helada. Era como la sala de un matarife. Habia ganchos que colgaban. Poleas, cadenas, una zona de frio. Mesas de acero. Una estanteria llena de todo tipo de utensilios. Armarios congeladores. Una mesa llena de productos químicos. Pude vislumbrar al fondo algo como una gran barbacoa, con campana estractora incluida.

Me giré y vi a mi derecha un congelador. Traté de abrirlo. Estaba cerrado con una combinación. ¡Qué misterio! Miré que a su lado habia otro incluso mas grande...tiré de la manija..y lo abrí. Y lo que vi me dejó en un estado de shock.


Porque dentro de aquel congelador, habian paquetes envueltos que no sabría decir qué contenian, pero uno de ellos se adivinaba perfectamente su contenido: era una mano humana.

Di un grito terrible y cerré el armario. Di un traspiés y tiré una barra al suelo. Intenté salir de la habitación, me daba vueltas la cabeza. ¿Qué pasaba? ¿Qué hacia el doctor Dolcett con aquella mano? Debia tener una explicación, pero no queria saberla, queria salir de aquella casa.

Huí corriendo hacia mi coche que seguía aparcado. ¿Dónde estan las llaves de contacto? No arrancaba, maldita bateria, se hubiera tenido que cambiar hace semanas. Tan asustada me encontraba que no me di cuenta que a mi lado habia aparcado un coche. El coche del señor. No vi que alguien me ponia un paño en la cara, caí al suelo inconsciente. Alguien me levantó.




Oi una voz decir -"Tenia que pasar antes o despues".

Otra voz contestó -"pero ha sido una suerte, dentro de pocos dias será tu fiesta y nos habia fallado la carne".



 -"¿Carne?" -alcancé a murmurar,  luego todo fue negro.


...
Lo siguiente que recuerdo fue que alguien me ataba las muñecas a una barra y tiraba de ella, elevandome. No se cuánto tiempo pasó, quizás toda la noche. Me desperté con una sensación de entumecimiento, de dolor en mis articulaciones. El señor Fallen estaba allí. Mirándome fijamente.

-"Mmmm..al fin despiertas querida." - me dijo mientras buscaba en un armario.

-"¿Qué..qué me ha hecho doctor?" - dije muy asustada.

-"Ay  Erola... ¿por qué tuviste que mirar en el laboratorio? ...siempre me pasa lo mismo con las criadas...no me dura ninguna más de dos semanas...al final...todas entráis." -dijo mientras miraba a contraluz un frasco de líquido.

-"Señor Fallen, le prometo que si me deja libre....no diré nada de lo que guarda aqui" - le suplique.

-"Pero niña...si no has visto nada aún..." - dijo riéndose - "vas a descubrir un mundo nuevo aqui dentro, ya verás".

Movi mis manos para intentar librarme de las ataduras, en vano -"por favor, déjeme salir de aqui".

-"Desde el momento que entraste a mi servicio estabas casi sentenciada, a veces me gusta jugar un poco con vosotras dejando unos dias para que descubráis por vosotras mismas vuestro destino" - dijo mientras colocaba una jeringuilla hipodérmica encima de la mesa. Luego se giró y empezó a poner a su lado otras herramientas, algunas eran bisturíes, otras eran instrumentos romos, una pistola de remachar - "y qué destino querida...el destino supremo...".

-"¿A qué se refiere" -  grité llorando. Me daba mucho miedo todos aquellos instrumentos.

-"No te has dado cuenta aún. Qué inocente eres. El destino en el que tu cuerpo, nos servirá de alimento principal en la fiesta que vamos a dar en honor de mi primo" -se acercó a mi.

Aquella frase fue peor que la muerte. Grité, no podia creer lo que estaba pasandome. Me rasgué la piel de las muñecas intentando librarme. Aquel sádico dejó que luchase un rato mientras me miraba como se mira a un insecto. Luego se giró y cogío la jeringuilla. Sin mediar palabra me rompió la blusa y la clavó en mi pecho izquierdo.

-¿"Pero que hace maldio hijo de puta?" -le grité mientras él sujetaba mi cuello e inyectaba aquello. Sentí como una especie de calor.


-"Bueno, es el momento que conozcas la historia de mi mayor éxito, te lo mereces, ya que nunca saldrás viva de esta casa. Así que te la voy a contar" - me dijo mientras seguia inyectando ese líquido -"como bien sabes, mi interés siempre fue el mejorar la conservación de la carne. Era un problema que hacia que los paladares delicados como el mio, apreciasen los torpes sistemas que existian, todos ellos adolecian del mismo fallo..¿Sabes cual es?"

-"Cabrón..cabrón..." - algun anestésico tenia aquella jeringuilla, me costaba hablar.

-"Pues mira, el problema era siempre el mismo. Siempre cometiamos el mismo fallo. Matábamos al animal y luego nos empeñabamos en conservar su carne. Y yo, tras años de investigación, me empeñe en conseguir que aquel trozo de carne muerta, no lo fuera".

-"¿Q...qué quiere decir?" - chille.

-"¿Qué mejor para conservar el sabor que mantener a la carne viva el mayor tiempo posible?. Piénsalo, viva en la nevera. Viva en la sertén, viva en el plato, segundos antes de comerla....¿No es magnífico?" -dijo mientras apretaba mi pecho, lleno de aquel líquido - "claro, y luego está mi pequeño secreto...porque si esa carne en vez de ser de res, de cerdo, de algo....fuera más bien..de alguien...." - dejó escapar una risita.

Empecé a entender el significado de todo aquello. De aquella cocina. De aquellos ganchos. De aquellas longanizas que colgaban. Lancé un sonido que me salió del alma.

Llenó de nuevo otra vez la jeringuilla y esta vez la aplicón en el otro pecho. -"¿Sábes? A mi me encanta comerme los pechos, pero asados pierden turgencia. Si los llenas de líquido se mantienen como dos deliciosas bolsas de gelatina... es magnífico este producto...porque seda a la carne, la hace mas sabrosa, pero sobretodo....la mantiene más tiempo viva mientras es procesada.



Y al terminar estas palabras, rasgó mi ropa, dejando expuesta al aire mi cuerpo. De mis pezones manaban unas gotas de aquel líquido. Había realzado mi pecho. De hecho, hasta mi piel brillaba con un tono aceitado.



-"Bueno, vamos a seguir con el procesamiento" -dijo mientras cogia la pistola de remachar -"en este momento vas a dejar de ser Erola Grau y te vas a convertir en carne de barbacoa de primera calidad.
Intenté patalear, pero todo era inútil. Estaba medio sedada..o quizas algo pero...porque...en ese momento me ruboricé...y no fue por el miedo..sino más bien porque note que mis pezones estaban erectos, tiesos de excitación...¿qué me estaba pasando?...me iban a matar, me iban a devorar,...y estaba excitandome por ello...



El doctor Dolcett separó mis piernas -"Mmmmm..un bonito coño....rasurado..no habrá que afeitarte...mira que sois putitas las chicas de ahora...cómo os gusta ir peladita" - separó mis labios mayores y de repente noté un pinchazo, un pequeño dolor. Miré hacia abajo y alcancé a ver la pistola de remachar - "bien, ahora llevas un marchamo de que eres carne fresca de primera, con mi garantía, lista para consumir...aunque antes...habrá que procesarte".



Se retiró un rato y me dejó alli a solas, llorando. Le supliqué algo de beber. Tenía la boca seca. Al rato vino con un vaso de un líquido rosáceo que tragué con avidez -"g..g..gracias señor" - le sonreí. Qué cabrón, si hubiera sabido lo que era ese líquido. En unos minutos lo noté. Noté unos espasmos en mi vientre. El hijo de puta me habia dado un purgante bucal. No pude aguantarme. Empecé a deshacerme en una diarrea incontenible. Alli colgada, de aquellas cadenas, humillada, regada conmis orines y mis heces. Mis brazos, ya no los sentia. Aquel sádico usó una manguera para lavarme. -"Así estarás limpia por fuera y por dentro, necesitamos que tu carne esté purgada. A partir de ahora solo beberás esencia de flores, quiero probar un nuevo sabor en tu carne".

Y se fué, dejándome alli. No se cuanto tiempo duró aquel suplicio. Venia, me limpiaba, me inyectaba más líquido en mis pechos y me daba a beber aquella esencia. Debieron pasar varios dias, porque llegó un momento que mis diarreas acabaron. En ese momento me miró y me dijo -"Estás lista, la fiesta se acerca... y estás lista".

Dicho esto, fué a por un objeto de la mesa. Era un objeto de aspecto fálico. Movió mi cuerpo colgando de las cadenas e hizo que abriese mis piernas. Empujó aquel objeto contra mi ano. Lo metió con fuerza. Grité como un animal de matadero. Algo me habia rasgado por dentro.

-"Esto te abrirá y hará mas facil el trabajo del espetón" -dijo accionando algo de ese objeto. Noté como unas cuchillas que me cortaban. Grité de nuevo, mientras aquello duraba. Casi me desmayo, pero curiosamente, a pesar de estar muy anestesiada, mi conciencia estaba cada vez mas viva, aquel dolor que podria haberme matado, solo hizo que sintiera un pequeño amago de orgasmo. Me mantuvo sujeta un momento hastá que aquel objeto cayó al suelo con algo incrustado en él -"Ahí va tu esfinter querida, ya no lo necesitarás mas".


Usando unas poleas me llevó colgando a una mesa que habia a un costado. El doctor se sentó junto a la plataforma y me coloco en regazo. Metió la mano en un bote y la extrajo llena de una blanca y cremosa sustancia espesa. Incluso en mi estado aturdido supe que era manteca de cerdo. Llevó su mano cubierta de crema a mi culo y empezó a empujar la crema dentro de mi ano. En el estado en que me encontraba, no me molestaba. Repitió la operación varias veces. Al menos una de las veces estoy segura que tenia media mano dentro de mi culo. Finalmente acerco su mano, nuevamente llena de crema, a mi boca y me pido que tragara. Tenia hambre.





Hice lo que me pidió. Casi me ahogo pero conseguí tragármelo todo. Sentía como la grasienta crema se pegaba a mis tripas. Después me levanto y me empujó boca abajo. En la plataforma habia unos huecos para acomodar mis piernas y mis brazos de tal manera que elevaban mis caderas. No podia luchar de lo débil que me encontraba. Me arrodilló contra los apoyos que se tensaronpara sujetar mis  tobillos.

Tenia miedo, tenia pavor, sabia que iba a morir, pero a la vez, verme alli, en esa posicion, me volvió a excitar. -"Maldita droga" - pensé - y entonces el doctor se acercó a mi cara y me susurro en el oído que fuera fuerte para que durara. También me dijo que podría hacérmelo despacio, si yo colaboraba, y que al final, hasta podría disfrutar de aquella agonía. -"recuerda, este producto hará que vivas más alla de lo natural y podrás sentirlo todo...todo...sólamente cuando sus efectos se disipen..tu cuerpo se abandonará a la muerte".


-"¡Oooooooooh!" - suspiré y en ese momento el doctor apretó algo, los apoyos giraron de forma que mis rodillas bajaron rápidamente hacia el suelo, a la vez que se abrieron ampliamente, apretando mis tobillos íntimamente contra la parte trasera de mis muslos. El movimiento lanzó mi cuerpo adelante hacia la estructura. Mis hombros se deslizaron bajo el bastidor haciendo que mis pechos colgasen, llenos de líquido uno a cada lado del apoyo central que se amoldaba a la forma de mi cuerpo. Soportes acolchados se apretaron contra mí para sujetar mi cuello firmemente con la barbilla inclinada hacia abajo. Mis brazos se apoyaron en los soportes acanalados y mis muñecas fueron sujetadas por unas cintas de acero. Mis manos se cerraron sobre unas asas acolchadas que agarré  firmemente.


Intenté moverme sin resultado. Estaba solidamente bloqueada en esa posición, pero no era incómoda. Al contrario, aquella superficie sobre la que reposaba era caliente y cómoda y se amoldaba elásticamente a mi cuerpo. No eran necesarias las abrazaderas sobre mis rodillas. Incluso sin la firme presión de las sujeciones de los tobillos, cuello y muñecas yo creo que no hubiera podido soltarme, dada la inclinación de las piernas atrás en una posición así. Cualquier esfuerzo muscular simplemente me apretaba más firmemente en la posición. Estaba absolutamente en el poder del doctor Dolcett, lista para convertirme en carne de barbacoa.


Extrañamente, el hecho de estar firmemente sujeta y totalmente desvalida me volvió a excitar. No había ninguna escapatoria a mi destino. Era el momento de ser empalada, el momento de sentir mi cuerpo retorcerse al ser asada viva encima del calor de una barbacoa, el momento de gozar al convertirme en deliciosa carne asada y con verguenza por mi parte descubrí que de mi coño caian unas gotas de líquido debido a la excitación que aquello me causaba.





Me giré un poco y vi que el doctor venia con una barra larga de más de metro y medio de largo y unos cinco centímetros de grosos acabada en una punta. Una barra de acero que acercó a la boca sangrande donde habia estado mi esfinter. Ahí la mantuvo. Movió su mano y me tocó el coño y notó mi excitación -"Parece que a mi putita le empieza a gustar la fiesta" -me dijo.


Me alzó las caderas contra el mástil y alineó mi ano encima de la punta del asador. Sentí un hormigueo en mi coño cuando la barra resbaló profundamente en mi interior. Presioné con mis músculos apretandola intensamente, sabia que era el final, me dolia horriblemente pero tambien me gustaba, estaba disfrutando de esa sensación. No tendría más de cinco centímetros dentro de mí cuando el doctor aflojó la presión. Mis débiles piernas flaquearon, el doctor volvió a empujar la barra y al sentir el horroroso dolor se tensaron rápidamente. Mire hacia atrás y supuse que habría unos treinta centímetros del asador dentro de mí. En ese momento me retorcí en algo parecido a un orgasmo, desvalida a merced del poderoso estímulo. Además, algo estaba pasando en mis pezones. Algún tipo de manipulación. Alguien más pinchaba la base de mi pezón izquierdo y sentí una dolorosa punzada. Se repitió con mi pezón derecho. Las agujas presionaron profundamente en mis pechos mientras me retorcía inútilmente. Noté como mis pechos se hinchaban de forma anormal. 

En ese momento oi otra voz en el laboratorio -"Querido primo, Erola se ve magnífica así, menudas tetas tiene" -dijo mientras dejaba la jeringuilla y me levantaba la cabeza tirando de mi pelo -"Mmmm...estarás preciosa cuando esa punta de acero te atraviese por dentro y asome por tu boca".- luego me dejó caer de nuevo.

 . 

Miré hacia atrás y vi como la sangre fluía por la mesa, imagino que de lo que habia sido hasta hacia un momento mi culo. El hombre se acercó y puso su mano en mi coño mientras que con la otra sujetaba el espetón. -"Venga primo, empuja más, que esta zorra lo está deseando". 



El doctor gruño y empujo, me estremecí de dolor y excitación cuando sentí que el frio acero se desplazaba firmemente a través de mi cuerpo, deslizándose deliciosamente a través de mi culo y ensartando mi el fondo de mi coño. Grité con todas mis fuerzas, sentí como me rompió la cerviz, agujereó la pared del útero y empezó a girar cuando avanzo más profundamente dentro de mi cuerpo, pasando la punta fácilmente a través de mis resbaladizos intestinos al acercarse al estómago. Gritaba agónicamente, no podia creer que estuviera viva. Aquel producto... Mi coño vibró furiosamente esta agonia era mucho mejor de cualquier cosa que hubiese imaginado. 



 Al correrme mis piernas se aflojaron más y sentí como mi cuerpo resbalaba o era la barra la que se deslizaba dentro de mi. Sentí como el asador rasgaba mi estomago. Al sentir eso tuve un nuevo orgasmo. Me relaje por primera vez desde que el asador entro en mi ano. Supe que moriria pronto. Miré hacia atrás y vi mas sangre y descubri con horror que me hubiera gustado sentirlo en mi boca. Quería vivir cada momento de esta tortura. A pesar de que el asador me estaba partiendo en dos, apenas lo sentía.


Entonces el doctor empujó con más fuerza ayudado por su primo, y la barra subió inexorablemente a través de mi esófago. Yo la sentí moverse más cerca, más cerca de mi garganta y emiti un suspiro, un ultimo gemido final de un nuevo orgasmo que se silenció al surgir el asador a través de mi cuello, moviéndose firmemente hacia adelante hasta que la barra forzó mi boca a abrirse. El hombre, de alguna manera supo que iba a pasar e inclino mi cabeza hacia atrás. Sentí el asador dentro de mi boca, presionando mi lengua hacia abajo. Y entonces lo vi aparecer delante de mis ojos, llenando mi visión. El hombre bajo la mano y acaricio suavemente mi clítoris cubierto de sangre con sus dedos. Yo tuve uno de los orgasmos más grandes de mi vida. Grite, pero ningun sonido salió de mi boca, solo aquella barra puntiaguda manchada de mi propia sangre.



El doctor entonces volvió su atención hacia mí. Sonrió al ver que me habia atravesado, que seguía viva, que intentaba sonreir. Notó que había un reguero de sangre corriendo por la comisura de mis labios. Se agacho, lamió mi sangre y entonces me besó. Era la cosa más excitante que me había sucedido nunca. Nunca me había sentido tan caliente en mi vida. 




-"Bien Erola, ya está hecho. O al menos la parte más complicada. Aún estas viva. La droga cada dia está mas perfeccionada, antes pocas llegaba a este estado" - dijo -"venga primo, levantemos a esta cerda y llevémosla a la bandeja de destripar.


Sentí como me llevaban en volandas y luego me enderezaban. En ese momento el asador aun se deslizó más y me hubiera caido al suelo, de lo débil que estaba por la tortura y la pérdida de sangre si no hubiera habido una barra para sujetar mis nalgas a modo de pequeño asiento. Así no podia más que mirar al techo y mirar aquella punta de acero ensangrentada mientras abria y cerraba los ojos y mis lágrimas caian por mis mejillas.



 .
-"Pásame el cuchillo de destripar, el curvo" -dijo el doctor mientras se acercó a mi cuello y empezó a lamer la sangre que caia de mi boca de nuevo. La lamió de mi pecho, de mi vientre y finalmente de mi coño. Yo conseguia emitir algunos jadeos y mover de forma convulsiva mis brazos y piernas. Otro orgasmo más me vino. Entonces el doctor metio sus dedos en mi sexo. -"Hay que lubricar este coño para que se ase mejor" - dijo. Y empezó a meter el mango del cuchillo de destazar dentro de mi. El mango de madera arrancó mas gemidos por mi parte, mientras que el otro hombre me lamia el culo ensangrentado. Yo gemia de nuevo. Entonces oi que el doctor se bajana los pantalones, sacó el mango de mi cuerpo y lo reemplazó con lo que enseguida pensé que era su verga. Embistió con fuerza - "venga, súbele las piernas a la puta que la van a follar por última vez".



-"¿Tu crees que era virgen? "-dijo el otro hombre obedeciéndole -"dicen que su carne sabe mejor".

-"Me importa una mierda, ahora da igual" - y empezó a levantarme con su polla. Notaba como entraba en mi y como rozaba en mi interior el espetón de acero. Mi brazos intentaron moverse para cerrarse en torno a su cuello pero no podia, casi ya no tenia fuerzas, solo podia ser usada, como una muñeca, como un trozo de carne que va a ser asada.





Me volvi a estremecer y en ese momento el doctor se corrió dentro de mí y sentí un terrible dolor cuando rasgó mi abdomen con el cuchillo. ¡Estaba abriéndome en canal desde mis costillas hasta mi pubis sin dejar de follarme!. De nuevo habría gritado, pero no podía. Ahora el dolor era espantoso, pero a la vez estaba a punto de correrme de nuevo. Sacó su polla ensangrentada y me miró como quien mira a un animal. Abrió mi barriga y metió la mano dentro. Sentí que cortaba algo y me di cuenta de que había arrancado mi estomago.  Todo cayó a mis pies, en la bandeja de despojos, un olor espantoso lo inundaba todo. Mi propio olor. Mi olor de cerda abierta en canal. -"Recoge esto y ponlo en la nevera. Luego con lo que sobre de su carne haremos más longanizas, que se están acabando"- dijo el doctor Dolcett a su primo.





Sentirlo trabajar dentro de mi hizo que me corriera de nuevo. Estoy segura de que vió cómo me estremecía sobre el asador. Quizás pensó que era por el dolor, pero la verdad es que sentí otro orgasmo al notar unos cuantos tirones más mientras arrancaba mas cosas de mi interior. Sabia que no era nada que necesitara para mantenerme viva. Sentía su mano moverse en mi cavidad. Sus dedos acariciaron mi coño desde dentro. 



Sentí como se reía cuando movía sus dedos dentro de mi cuerpo. Cada vez que su mano rozaba el asador, lo sentía vibrar con todo mi cuerpo. Llamó al otro hombre y le pidió el cuenco que habia dentro del frigorífico. Empecé a sentir como me llenaba mi cavidad con el contenido de aquel cuenco.. 


Olí el aroma de las verduras en mi interior, me sentía llena. Me volví a correr cuando empecé a senir el tirón del hilo al empezar a coserme para sostener las verduras. Era el dolor más apacible experimentado hasta ahora, un dolor amortiguado por la sensación fresca y húmeda de mi relleno..



En ese momento se oyó el timbre de la casa. Respiré hondo. ¿Vendrían a salvarme? ¿Alguien habría oido mis alaridos? ¿Mi dolor? El doctor cogió un trapo y se limpió toda la sangre que tenia y salió de la habitacion seguido por su primo. Me quedé en penumbra con mi vientre lleno de aquellas verduras frescas.


Al cabo de un momento oir mas voces. Hombres y mujeres. Oi ruido de copas, estaban bediendo. Algunos se acercaron a verme. -"Preciosa carne, y veo que es de primera" -dijo una mujer tirando del marchamo de garantia que anillaba mi coño".


-"Ni sueñes que voy a compartir eso contigo, ese coño es privilegio de mi primo que para eso es su fiesta" - dijo el doctor. Hubo un ruido de aplausos y la voz de su primo agradeció sus comentarios.

-"La verdad es que ya empiza a ser tarde y el asado es un proceso lento. ¿tenéis preparada la barbacoa? -dijo otra voz de hombre.

-"Si me ayudáis con la cerda, la ponemos ya, que se vaya haciendo" -dijo el doctor.
  

Con un rápido movimiento yo estaba ya horizontal de nuevo. Habría gritado de dolor si hubiera podido. El cambio súbito de mi peso hizo al asador golpear mi columna. Las lágrimas fluyeron de mis ojos. No estoy segura si de dolor o de placer.  Me sacaron de la zona de eviscerar y al moverse, sentí que mi cuerpo se deslizaba levemente por el asador oscilando. Vino otro hombre que ato mis piernas detrás del asador y mis manos a mis muslos. Esto era mucho mejor, quito presión a mi cuerpo. Me llevaron, de frente, a la barbacoa de asar que yo había visto el dia que entré en el laboratorio. Sabía que habia llegado el final, era el momento de asarme, el asador mantenía mi cuerpo rígido pero notaba en mi vientre la presión de aquella bola de verduras que habian apretado en mi interior.





Entonces pusieron el asador sobre unos soportes a cada lado de las brasas. Inmediatamente empecé a sentir el calor en mi cuerpo. Algo se deslizo por el asador y penetro en mi coño. -"Con esto controlaremos si esta bien hecha por dentro y dará vueltas lentamente" -dijo el doctor mientras insertaba otro pincho en mi cuerpo haciéndolo solidario con la barra principal.



El calor era horrible en mi espalda. Era el peor dolor que jamás había sentido. Alguien empezó a derramar un líquido ¿aceite? sobre mí y eso ayudo un poco. Pestañeé en señal de agradecimiento.


 Con un chirrido espantoso el asador empezó a girar. Sentí como continuamente me aceitaban mientras giraba sobre las ardientes brasas. Otro hombre siguió rociando algo más fresco sobre mi cabeza. Se sentía bien mientras giraba lentamente sobre el hoyo. Creo que no habría aguantado mucho sin ese líquido sobre mi cabeza. Estrategicamente alejada de la zona de fuego principal evitaba que se me quemara la cara. 





Sabía que debía aguantar viva todo lo que pudiera. El lado de mi cuerpo que se aproximaba a las brasas ardía, pero me refrescaba al girar. Me preguntaba cuanto podría vivir con ese calor.



Quise gritar cuando giraba sobre las brasas, pero el tubo en mi garganta me lo impedía. Sentía como se formaban ampollas en mi cuerpo a cada vuelta. Un olor intenso a carne empezó a notarse en la sala. ¡Mi propia carne!

Cuando las ampollas explotaban podía ver frente a mi el rugido de las llamas de las brasas. No pasó mucho tiempo antes de que el intenso olor a carne asada despertase muestras de agradecimiento en el público que contemplaba como daba vueltas en las brasas. 



No podía creer lo bien que olía. Me avergonzaba al sentir humedecerse mi boca debido al buen olor. A la vez que empecé a notar ese aroma de mi carne, deje de sentir dolor.


-"Espero que os guste esta especialidad. La he purgado bien durante varios dias, eso hace que su carne sepa mucho mejor." -dijo el doctor mientras me regaba con mas aceite que chisporroteaba sobre mi piel haciendo que adquieriera ya un tono cobrizo y brillante. Mi sebo y mi grasa goteaba sobre las brasas emitiendo ruido mientras seguia girando y girando.




-"Lo increible es que la cerda aun siga viva. Mira sus párpados, se abren y se cierran para mirarnos" -dijo una mujer mientras sostenia una copa y bebia un sorbo. Luego se acercó y me la tiro sobre mi cabeza, que del calor ya se habia desprendido de todo el pelo y aparecia reluciente sobre las ascuas. Pestañeé de nuevo agradecida por aquella sensación de frescor.

-"Eso es por la fórmula. Ya sebéis que lo mejor es que la carne se mantenga viva lo máximo posible. Hasta que la cortemos". dijo el doctor.




Siguieron hablando y hablando de deporte, de política. Mientras tanto, estuve girando sobre las brasas durante varias horas. Podía sentir marchitarse a mi cuerpo mientras el aceite resbalaba sobre él. El hombre me roció con mas caldo todo el tiempo mientras me asaban. Imagine como se vería desde fuera mi cuerpo colocado en el asador.

Finalmente el doctor comprobó si estaba bien cocida por dentro y a una señal de aprobación, de nuevo dos hombres cogieron el espetón caliente,  me sacaron del fuego y me pusieron en una mesa. En un lado de la mesa habia cuchillos y una sierra circular. Giré levemente la cabeza y emiti un gorgoteo cuando retiraron el espetón de mi interior.


-"¡Increible señor Dolcett! ¡Ahi sigue viva! - dijeron mientras el doctor encendió la sierra y empezaba a seccionar mis miembros.



Sentí un gran placer cuando empezaron a rebanar carne de mi cuerpo. Vi a las personas a mí alrededor comiendo mi carne de unos platitos a modo de aperitivo y extrañamente, eso me hizo feliz. Eso le daba sentido a aquella crueldad. Y de nuevo me estremecí un poco. Ya no sentia placer, pero si una sensación de bienestar.




Pude ver que a mi alrededor se habian congrado muchas personas. Ni me imaginaba que pudieran haber tantas. Serian unas treinta. Habia de todo, mujeres y hombres, mayores y jóvenes, incluso una pareja de adolescentes. De hecho, la chica se acercó para partir una de mis falanges medio carbonizadas y llevársela a la boca chupándola con deleite.



Mientras tanto, el doctor siguió cortándome. Mis piernas se pusieron en bandejas y empezaron a salir de la sala con ellas hacia el comedor.

"Mis brazos, ¡mis hermosos brazos!"- pensé al verlos caer a mi lado amputados de mi cuerpo. Se guardaron aparte para hacer embutidos según indicó un anciano mientras los retiraba.

Finalmente la sierra de calar partío en dos mi abdomen. Alguien desparramó las humeantes verduras en varios cuencos y empezó a llenar platos con trozos de carne y verduras.- "Acordaos que el coño es para el primo, que nadie lo toque" -dijo una voz. Mientras otro cogia una pequeña hacha y troceaba mis costillas, vi que lo que habia sido mi pubis se depositaba en una bandeja. Dos mujeres se encargaban de abrir ligeramente los labios crujientes para darle una apariencia más natural. 

Me estremecí al ver a otra mujer cortaba y comía uno de mis pechos. Cómo me miraba mientras masticaba el pezón.


Finalmente separaron mi cabeza del cuerpo. La pusieron en una bandeja y me llevaron al comedor. Abrí los ojos y el espectáculo era grandioso.

Mi cuerpo troceado y preparado estaba repartido por infinitos platos en la mesa. Olia todo a carne asada. En torno a la gran mesa del comedor toda la gente se habia sentado, y se levantó cuando entraron con mi cabeza. Y al fondo de la mesa, el doctor Dolcett sonreia.-"Estoy impresionado Erola, se que no puedes hablar pero creo que aun puedes oirme. Pronto se acabarán los efectos de la droga y morirás, pero aún estas aqui, asistiendo al espectáculo de ser devorada por todos nosotros"



En ese momento se alzó y tomo un trozo de carne de la fuente, creo que era uno de mis tobillos y le dio un fuerte mordisco. -"Mmmmm...deliciosa querida...estas deliciosa". Se que es obsceno decirlo pero aun senti algo, algo muy apagado, lejano, pero que en otro momento podria haber sido un orgasmo. Mi último orgasmo.



Y mientras el resto de comensales se deleitaban con mi cuerpo. Mientras aquellos desconocidos disfrutaban con mi carne, y saboreaban mis fluidos y roian mis huesos, en ese momento, empecé a notar que me iba, en ese instante fueron bajando mis parpados, y al fin expiré, sin que nadie se diese cuenta, como un animal que ha cumplido su misión que ha sido alimentar a sus amos.



Lo último que alcancé a oir fue una voz que decia: -"luego recortar la carne de esa cabeza para los embutidos...y no tiréis el cráneo, servirá para una buena sopa".

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