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viernes, 2 de diciembre de 2016

cloe


Cloe de nombre real Claudia Tomber, era una chica normal, algo alejada de la sociedad ya que no le gustaba estar rodeada de personas, le gustaban cosas algo distintas, pero tenia muchas amigas, aunque no se la vivía con ellas.
Un día después de haber salido de comer pizza con sus amigas fue a su casa sola, pero fue un gran error ya que en el camino la secuestraron unos narcotraficantes y la vendieron en partes, Cloe no soporto haber terminado su vida así, a si que en un estado de desesperación y odio logro invocar al dios de la locura y el miedo...Zalgo.
Hizo un trato con el dándole su alma para que este la devorase, mientras que esta revivía para buscar a sus asesinos. Pero Zalgo no logro encontrar su cuerpo y puso su cerebro y corazón en una muñeca de su tamaño.
Cuando Cloe revivió se vio en la muñeca y se desespero al haber dejado su cuerpo, así que se arranco varias partes y salio a buscar...pero esta vez serian humanas.
Ahora Cloe baga buscando a sus asesinos y parte para armarse, a pesar de estar completa, todavía pierde partes que se van o se pudren.
Suele aparecer con Zalgo en la mayorías de la veces, pero otras aparece sola.
Se alimenta de Hombres cuando los seduce y de las mujeres las mata y se pone sus partes, por eso los colores en sus cuerpo.

El Burdel de las Parafilias: Incesto y voyerismo [Capítulo 5]


—¿Qué diablos te pasó en el ojo? —le preguntó Alice a su mejor amiga, a la cual parecía que le hubieran propinado una buena paliza.

—Si te lo contara, no me lo creerías…

—Vamos, te conozco desde la primaria, sabes que puedes contarme lo que sea.

Su interlocutora meditó un poco, hasta que por fin se decidió a hablar.

—Bien… ¡cumplí mi fantasía! ¡La de Bundy!

El Burdel de las Parafilias: Estigmatofilia y algo más [Capítulo 4]


En su trabajo Liss estaba acostumbrada a observar a toda clase de esperpentos, depravados, exconvictos y mujeres tan horribles que resultaría difícil que consiguieran sexo gratuito, por lo que le pareció curioso tener a un espécimen como su interlocutor en el burdel. Se trataba de un muchacho alto de veinte años, con facciones delicadas, cabello negro rizado y una piel tan perfecta y blanquecina como la porcelana, además de portar gafas oscuras; de inmediato, ella pensó en un Jim Morrison muy joven, lo único que disminuía ligeramente su atractivo era su pronunciada delgadez.

—Bien, Mattew, ¿por qué viniste al burdel? —preguntó ella con verdadero interés.

—He escuchado que son en extremo complacientes, y que no conocen límites por lograr satisfacer a sus clientes —pronunció él con voz grave.

—Es verdad —le respondió y lo invitó a continuar.

—Estoy interesado en una joven que asiste a mi universidad, tiene varios tatuajes y perforaciones. Verás, soy estigmatofílico.

—De acuerdo… aunque con tu físico no entiendo por qué necesitas de nuestra ayuda, somos un burdel, no cupido.

—Mi interés por ella dista mucho de ser romántico, y la estigmatofilia no es mi única parafilia; digamos que la otra no entra en los límites legales, así que…

—Entiendo, necesito el nombre de la chica y una fotografía, o en su defecto su cuenta de Facebook. ¿Tienes alguna otra petición?

La voz

Si alguna vez estás en un área con silencio absoluto, sofoca tu respiración y no muevas ningún músculo. Luego de unos segundos, notarás que el silencio tiene una especie de sonido propio, algo como un pitido vacío. Esto no es nada único; todos lo escucharán dadas las condiciones correctas. Una persona informada te dirá que tu cerebro está tratando de interpretar la ausencia de estímulo en tu audición y, por tanto, crea un sonido de relleno. Ese pitido, en realidad, cumple un propósito más arcano: encubrir un ruido que no se supone que debas oír. Este ruido no es imposible de escuchar, y, si eres persistente, puedes romper efectivamente la cortina de sonido falso.

La próxima vez que haya silencio y escuches el pitido, grita a todo pulmón por alrededor de medio minuto, y luego haz silencio abruptamente. Será distinto para todos. Algunos no escucharán nada diferente por docenas de intentos. Otros captarán un leve murmullo. Unos cuantos héroes auditivos lo discernirán con claridad en su primer intento.

Lo que escucharás es una voz que transmite una sucesión de eventos que están a punto de suceder en el futuro inmediato. Es como un locutor de deportes narrando los eventos por ocurrir dentro de diez segundos en el futuro.

A medida que pase el tiempo, serás capaz de distinguir la voz bajo circunstancias ruidosas de sonoridad creciente, hasta el punto en el que podrás escucharla en cualquier momento con solo concentrarte. Tal habilidad sería, sin lugar a dudas, invaluable, ¿no? Reaccionarías ante cualquier peligro próximo, te relacionarías con personas a tu alrededor con mayor facilidad. Nadie te sorprendería.

Pero quizá la voz es tan horrible que te volverá loco. O quizá solo predecirá tu muerte una y otra vez.

Por supuesto, ese no es el caso. Es una voz normal, que escucharás sin importar qué, y es simplemente cuestión de poder notarla. Pero hay un peligro. Pues, verás, en donde hay una voz, hay un cuerpo. Y así como percibirás nuevos sonidos, también percibirás nuevas vistas. En lo particular: serás visto.

¿Con quién hablaba?

Hace unos días conocí a Laura, una chica que me pareció muy atractiva y luego de hablarle y entablar una pequeña amistad con ella le pedí su número de celular para seguir conversando con ella por medio de whatsapp.
—Hola, ¿cómo estás? —Preguntó la chica.
—Jaja, muy bien —respondí mientras me acostaba en mi cama.
—¿Sabes? Hoy te miré caminando cerca de mi casa y creo que tú y yo vivimos en el mismo barrio, es increíble que no te hayas dado cuenta —me respondió.
—Wow, no puedo creerlo, que tonto soy —respondí sorprendido.
— jajaja, oye he pensado en visitarte, estoy sola y aburrida, ¿qué tal si me das tu dirección y te visito? —Me preguntó.

Con gran rapidez le di mi dirección y organicé mi casa para su llegada, cabe decir que mis padres también no se encontraban en casa aquel día; me di cuenta que me había equivocado en un número de mi dirección, por lo que le volví a escribir para decirle que me había equivocado. La palomita del whatsapp me indicó que ella tenía el celular apagado, llamé a su casa y un policía me contestó.

—Se encuentra llamando a una escena del crimen —me dice una voz grave.
—¿Qué?, ¿cómo que una escena de un crimen? —Respondí extrañado.
—Encontramos el cuerpo de una joven hace unas 3 horas, ¿es usted un familiar?
Colgué de inmediato y después de asimilar las cosas me di cuenta que era imposible que estuviera hablando con ella hace unos minutos; mi celular recibió una notificación, ¡era ella de nuevo! Con mi mano temblorosa la eliminé de mis contactos.
Estoy feliz de haberme equivocado al darle mi dirección, aunque aún me sigo preguntando ¿Con quién estaba hablando?