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sábado, 1 de febrero de 2014

Carl Tanzler

Fue un radiologista nacido en Alemania quien trabajo en el Hospital Marine, ubicado en Cayo Hueso (Florida). Desarrolló una mórbida obsesión por una joven cubano-estadounidense de nombre María Elena Helen Milagro-Hoyos, una paciente convaleciente de tuberculosis. Hoyos finalmente sucumbió a la enfermedad. Tanzler sustrajo su cuerpo de su tumba dos años después de su entierro y la llevó a "vivir" con él durante 7 años, cuando fue descubierto por sus familiares en 1940.
A pesar de los mejores esfuerzos de Tanzler, Hoyos finalmente murió de tuberculosis terminal en el domicilio de sus padres el 25 de octubre de 1931. Siguiendo a esto, Tanzler pagó los gastos funerarios, y obtuvo el permiso de la familia Hoyos para la construcción de un Mausoleo en el Cementerio de Cayo Hueso, el cual él visitaba cada noche. En abril de 1933 Tanzler removió el cuerpo de Hoyos del mausoleo y lo transportó a su casa en una pequeña carretilla de juguete. Tanzler unió los huesos con alambre y ganchos para ropa y lleno las cuencas vacías con ojos de vidrio. Como la piel del cuerpo se encontraba en un avanzado estado de putrefacción, Tanzler lo reemplazo con tela de seda empapada en Yeso de París. Cuando el pelo comenzó a caerse del cráneo por descomposición del cuero cabelludo, Tanzler ideó el utilizar una peluca que previamente Hoyos había usado y que su madre le había facilitado poco después de su funeral en 1931. Tanzler llenó la cavidad abdominal y el pecho con harapos para que mantuviera la forma original y el cuerpo de Hoyos, vestido con medias, joyas y guantes, fue colocado en la cama del radiologísta. Carl utilizó copiosas cantidades de perfume y desinfectantes y agentes preservadores de tejidos para enmascarar el olor y retrasar los efectos de la descomposición del cadáver.



En octubre de 1940, la hermana de Elena, Florinda escuchó rumores de que Carl dormía con el cuerpo desenterrado de su hermana y al confrontar a Tanzler en su domicilio, finalmente descubrió que efectivamente el cuerpo de su hermana estaba ahí. Florinda notifico a las autoridades y Tanzler fue detenido. Fue examinado psiquiátricamente y se le encontró mentalmente competente para afrontar un juicio bajo los cargos de «destrucción maliciosa y lasciva de una tumba y extraer el cuerpo sin autorización». Después de una audiencia preliminar verificada en octubre de 1940 en la Corte de Monroe County (en Florida), Tanzler fue presentado para responder a los cargos presentados, pero el caso fue cerrado y Tanzler liberado debido a que los estatutos de limitación (prescripción) del delito habían expirado.
Poco después del descubrimiento del cuerpo de Elena por las autoridades, el cuerpo fue examinado por médicos y patólogos, y fue puesto a la vista publica en la funeraria Dean-López, en donde fue visto por más de 6800 personas. Finalmente el cuerpo de Hoyos fue regresado al cementerio de Cayo Hueso, donde permanece en una sepultura incógnita, en una locación secreta a fin de evitar posteriores profanaciones.
Los hechos y la audiencia preliminar, atrajeron la atención de los medios en aquel tiempo (sobre todo del Key West Citizen y del Miami Herald), y causó la sensación entre el público local cuyo humor fue generalmente simpatizante con Tanzler a quien se le veía como un «romántico» excéntrico. Aunque se piensa que no fue reportado contemporáneamente, investigaciones posteriores (la más notable de autoría de Harrison y Swicegood) han revelado la evidencia de que Tanzler practicaba la necrofilia con el cadáver de Hoyos. Los médicos (el doctor DePoo y el doctor Foraker) quienes practicaron la necropsia de los restos de Elena recordaron que había insertado un tubo de metal envuelto en seda en la vagina del cadáver y que tenía el fin de permitir el intercambio sexual. Sin embargo otros afirman que no existió evidencia de necrofilia presente en el momento de la audiencia preliminar, y porque las "pruebas" presentadas en 1972 a más de 30 años del caso ya cerrado, y que presumían necrofilia no tenían ningún fundamento. Mientras, no hay fotografías que hubiesen sido tomadas durante la exposición pública y que demostraran la existencia del tubo.


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