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jueves, 4 de febrero de 2016

Horror Illusions

Habían pasado varios meses desde ese accidente, y Laura estaba superando la muerte de sus padres, con la ayuda de su novio Matt.

Agradecía inmensamente a su novio que la dejara vivir con él y sus padres luego de que le llagara la noticia de la tragedia, ya que siendo ella menor de 15 años y sin un familiar que cuidara de ella, podría terminar en un orfanato. Se sentía muy mal porque la última conversación que tuvo con sus padres fue una discusión. Hasta les había gritado “─ ¡Desearía que se murieran! ─". Esas palabras tan rudas hacían eco en su cabeza de vez en cuando, cuando recordaba a sus padres. Pero de cualquier modo intentaba seguir adelante y no pensar tanto en ello, y, gracias a su novio, ya lo estaba superando.



Habían pasado algunas semanas, era fin de semana. Los padres de Matt tenían que ir a una fiesta con amigos suyos dejándolos a ambos solos en casa; y esa noche ella estaba deseando tener algo de acción con su novio.

Eran cerca de las diez de la noche, estaban en la sala viendo una vieja película. Pero Laura no prestaba atención a la pantalla del televisor, ella estaba más concentrada en el paquete de su novio más que en cualquier otra cosa.

─ Mi amor…─. Llamó ella volteándolo a ver con una mirada de excitación, pero él no estaba atento a lo que ella hacía. ─ Mi amor… hace mucho que no metes a tu “amiguito” en mi cuevita ─. Ella descaradamente empezó a acariciarle la entrepierna, a la vez que besaba su cuello de forma juguetona para llamar su atención.

─ Mm~… ¿La zorrita quiere sexo? ─. Él comenzó a introducir su mano dentro de la falda de su novia comenzando a acariciar su húmeda cueva.

─ Mm~ sí, amor mío─. Comenzaron a devorarse la boca el uno al otro en un beso pasional y placentero.

Al cabo de un rato ya se encontraban ambos en la cama de su habitación.

─ ¡Mm!~ ¡Laurita!~… Eres una diosa~ ─. Decía Matt entre varios gemidos que salían de sus labios sin parar, al igual que su novia que gemía fuertemente.

Ella comenzaba a gritar a causa del placer de sentir a su novio dentro de ella. Pero entre jadeos y excitación ella comenzó a sentir la extraña sensación de que era observada, no por algo pervertido, sino algo más oscuro que sólo un depravado, pero ella lo ignoró. Ella seguía inmersa en el placer, rogaba por más gritándole a su novio.

─ ¡Más mi amor, dámelo todo! ─. Su novio respondió con una fuerza mayor al introducir su miembro dentro de su novia haciendo de los gritos algo más fuerte y dejando inaudible todo lo demás.

Ella rogaba por más entre gritos. Hasta que sintió en ella una sensación cálida que recorría su rostro. ─… ¿Mi amor? ─. Ella abrió sus ojos al sentirse confundida por no haber más movimientos de su parte, al hacerlo quedó horrorizada con la sorpresa que se llevó.

Matt estaba sobre ella, con un pica-hielo atravesándole la garganta.

Él empezó a toser sangre de tal modo que parecía que estaba vomitando ese líquido que emanaba de su garganta y ahogándose al mismo tiempo, manchando a su aterrada novia hasta caer inerte sobre ella. Laura pegó un grito de horror, intentó como pudo quitárselo de encima. Cuando logró levantarse rápidamente de la cama; espantada y asqueada por lo sucedido, caminó hacia la puerta con intenciones de huir del lugar. Entonces se encontró con una chica parada en el marco, mirándola como si nada.

─ Parece que tu novio se quedó… “tieso”, debió ser por la emoción─.

Laura la miró con mucho miedo y nerviosismo; insegura. Y le preguntó con voz temblorosa:

─ ¿Qu-quién eres t-tú?─. La extraña sonrió burlonamente haciéndola retroceder asustada.

─ ¿Yo?... Tu peor pesadilla, linda─. Ella sonrió aún más para luego soplar un extraño polvo sobre su cara.

Laura comenzó a sentirse mareada y muy débil, empezaba a ver borroso hasta el punto de caer al suelo inconsciente.

Empezó a escuchar murmullos extraños, pero no lograba ver nada, sólo veía una oscuridad inconmensurable. Se estaba asustando demasiado. Sentía un frío recorrerle la espalda. Recordaba el cuerpo sin vida de su novio, los murmullos la estaban enloqueciendo, y la enorme oscuridad que la rodeaba la aterraba de tal manera que comenzó a hiperventilarse por la desesperación. De repente los murmullos se hicieron cada vez más fuertes, empezaban a repetir una y otra vez “Es tu culpa” con un tono de desprecio tan hiriente y oscuro. Ella reconocía esas voces…eran las voces de sus padres y la de Matt. Le decían cosas humillantes: burlas, ofensas, le echaban la culpa de todo lo que les pasó. No soportó más, cayó al frío piso rompiendo en un llanto desesperado. Se sentía sola, triste, agobiada, sentía mucho miedo y ni siquiera sabía por qué le pasaban esas cosas a ella, fue entonces que recordó a la chica que estaba en su cuarto. Se levantó tambaleante con la intención de buscar una forma de salir de aquel temible lugar, pero algo la obligó a regresar al suelo. Ella, confundida y aterrada, empezó a sentir unos arañazos en sus piernas, unas enormes garras que se clavaban en su sensible y delicada carne y la desgarraban lenta y dolorosamente arrancándole aullidos de dolor. Los arañazos empezaron a dar lugar en sus muslos, su abdomen, sus brazos y su pecho.

Ella no podía parar de llorar mientras su piel era lastimada. Sentía su sangre caliente deslizándose en sus heridas abiertas, provocando un ardor inefable. Los rasguños no paraban más, y para empeorar las cosas, las garras empezaban a tocarla de formas inapropiadas en lugares de su cuerpo, causándole dolor, mientras se escuchaban risas que hacían eco en todo el lugar. Risas que se burlaban de su dolor y sufrimiento al ser lastimada de tal manera. De repente sintió un pinchazo en su cuello haciéndola volver a la realidad.

─ Veo que ya despertaste, linda ─. Le miró con una cara de inocencia y una sonrisa divertida.

Pestañeó un par de veces confundida sin entender lo que pasó, cuando recobró el conocimiento pudo ver con claridad a la muchacha que se encontraba sentada sobre ella sosteniendo una jeringa en su mano. La miró espantada. Empezó a removerse intentando escapar, pero, entre forcejeos, notó que no podía mover sus brazos ni sus piernas.

─ Deja de luchar, poco a poco dejarás de sentir tus extremidades por la neurotoxina que te inyecté en tu torrente sanguíneo─. Dejó la jeringa sobre la mesa de noche y en su lugar tomó una bolsa de tela que dejó caer sobre la cama provocando un sonido de choque entre metales.

Laura la miró, asustada, empezando a temer lo peor. Al ver que la miraba, espantada, soltó una risa.

─ ¿Te preguntas qué hay dentro? ─. Agarró la bolsa, la desató, permitió que cayera sobre la mesa una a una un juego completo de herramientas médicas, algunas golpearon la mesa y cayeron al suelo─. Son mis juguetes─.

Tomó la sábana y la rasgó para conseguir un trozo lo bastante grande para amordazarla. Acarició sutilmente su rostro; dejándola sentir el frío tacto de su mano, y tomó unas pinzas de corte del mueble. Los ojos de Laura se abrieron con una expresión de horror al ver las pinzas en manos de esa psicótica, la miró de manera suplicante pidiendo piedad. La otra tan sólo la miraba; divertida, mientras que con la herramienta comenzó a cortar uno a uno los dedos de su mano. Mientras se regocijaba al verla derramar lágrimas y gemir de dolor a través de la mordaza, y mostraba una mirada degenerada y corrompida a la vez que sus mejillas adquirían un sonrojo al ver la sangre roja y caliente que emanaba de sus dedos rebanados, manchando las blancas sábanas con su color.

De sus ojos no paraban de salir lágrimas. El dolor que estaba sintiendo era terrible, se sentía en el mismo infierno. La miraba de vez en cuando a los ojos de forma suplicante, rezando que por favor parara con todo su sufrimiento, pero era inútil. En esos ojos sólo había maldad, morbo y diversión. Ya no quería ver su rostro, hizo lo posible para enfocar su mirada y su mente en lo que sea que no fuera ella, entonces enfocó su mirada detrás de la chica encontrándose con el cuerpo de su novio clavado a la pared, el cual carecía de sus brazos y piernas, con su abdomen abierto dejando caer algunos de sus órganos y mucha de su sangre al suelo. Fue ahí cuando sintió su corazón estrujarse provocando un dolor en su pecho.

Nuevas lágrimas comenzaron a surcar su rostro manchado de sangre y enrojecido por llorar tanto siendo acompañadas por algunos sollozos casi inaudibles que estaban cargados de tristeza y rabia, logrando así llamar la atención de su verdugo haciéndola voltear hacia atrás para ver qué era lo que estaba observando.

─ Oh, ya veo lo que sucede. Descuida, te haré un favor para que estés menos triste ─. Dicho eso dejó todo de lado. Se bajó de su abdomen y acomodándose entre sus piernas comenzó a acercarse a su sexo, escupiendo en sus labios vaginales.

La chica comenzó a untar de sangre su dedo en una de las heridas de Laura; provocándole algo de ardor, para luego hundirlo de golpe en su vagina. Eso provocó que soltara una exclamación de dolor pero no la hizo parar, ella continuó moviendo su dedo en su interior sumándole ahora dos dedos más causándole más dolor y; aunque ella quisiera negarlo, algo de placer. Sentía como su vagina comenzaba a segregar fluidos debido a la excitación, junto con algo de sangre pues la chica se movía muy bruscamente en ella rasguñando y lastimando su interior.

Ella gimoteaba pidiéndole que se detuviera, que parara con su castigo.

─ Vamos, deja de quejarte. Sé que esto te gusta ─. Siguió removiendo sus dedos en su interior de forma más brusca y salvaje mientras que con su pulgar presionaba y jugaba con su delicado clítoris y con su otra mano apretaba con algo de fuerza sus senos.

Laura ya no tenía control alguno sobre su cuerpo. Los gemidos comenzaron a escapar sin control de su garganta, sin que ella pudiera hacer algo para callarlos. La chica sonreía de forma perversa y siniestra. Aprovechando que Laura estaba algo cegada por el placer, la niña tomó el bisturí, acercándolo cautelosamente a sus pechos y rebanó uno de sus pezones haciendo que ella suelte un aullido de dolor que apenas y fue callado por la sábana que servía como mordaza para ella.

Lloraba de dolor. El dolor que sentía era algo tan horrible que me sería imposible describir. Quería huir, pero no podía. Ella no la dejaba; lo único que era capaz de hacer sin que se lo evitaran era llorar y rezar para que algo bueno pasara a su favor, para que todo ese martirio terminara. Pero el mundo estaba en su contra, la tenía sometida a su merced mientras seguía invadiendo su interior sin que ella pudiera evitarlo. Fue en ese momento que sintió que las paredes de su vagina se contraían. Lanzó un quejido intentando evitar lo que venía, no quería correrse, no frente la desgraciada persona que había invadido lo que era ahora su nuevo hogar, matado a su novio, provocado dolor, y que ahora estaba ultrajándola de su dignidad y se divertía mirándola de forma morbosa viendo cómo sus dedos entraban y salían de su intimidad llenándose de sangre, sin dejar de sonreír. Trató como pudo de evitar que los gemidos llegasen a escucharse, mordía la mordaza para poder callarlos, eso no pasó desapercibido para la otra que al instante dejó libre su boca al quitarle la sabana, todo para poder escuchar los pequeños gemidos incontrolables de la niña. No pudo evitar soltar pequeñas lágrimas de rabia mientras sentía su cuerpo traicionándola al correrse ante el forzoso e inevitable orgasmo.

─ ¡E-eres una maldita perra! ¡Deja de e-estar jugando conmigo! ─. Ella estaba furiosa de verdad. Su mirada estaba cargada de tanto odio hacia esa mujer que esperaba lograr matarla con ella. Pero de nada servía insultarla o mirarla con desprecio, ella sólo se le quedaba viendo fríamente sin decir ni hacer nada más. ─ ¡Deja de quedarte viéndome con cara de estúpida maldita sea! ─

Ella comenzó a gritarle con todo el aire que tenía, hasta que sintió que unas frías manos se posaron en su cuello apretándolo ligeramente fuerte. Levantando la mirada observaba a aquella mujer acercarse hasta su rostro, logró mirar a esos fríos ojos de color verde, sus ojos estaban tan sombríos que parecía existir la ausencia de un alma dentro de ella.

Fue entonces que sintió un suave tacto, sintió unos labios posarse sobre los suyos suavemente. La mujer de cabello oscuro y ojos verdes comenzaba a mover sutilmente sus labios contra los de ella en un beso que poco a poco iba aumentando su intensidad. Ella gimió furiosa al sentir ese suave tacto, intentó quitársela de encima pero le era imposible, pues seguía paralizada por la maldita neurotoxina que recorría sus venas. Sintió cómo el beso se intensificaba más al sentir que su lengua rozaba la de ella y se movía de manera sucia y pervertida. Ella intentó, desesperada, hacer algo, pero apenas y su boca podía moverse. Y en su cabeza comenzaba una guerra entre la razón y el placer. Pues, aunque hiciera lo imposible para evitarlo, ese beso estaba cegándola en puro placer, entonces sintió cuándo ella mordió su lengua para luego sacarla de su boca lo más que podía, y fue ahí donde sintió cómo el frío metal de uno de los aparatos que usaba para torturarla le cortaba la lengua. Laura sólo pudo ahogar su dolor con un gemido mientras sentía que la sangre llenaba su boca hasta casi ahogarla, como podía escupía algo de sangre para no ahogarse, mientras observaba con nuevas lágrimas saliendo de sus ojos a la mujer cruel de frío corazón que la miraba sonriente y con su lengua aún entre sus dientes. Soltando una leve risa escupió esa lengua fría y mojada en sangre, y con el arma aún en la mano comenzó a acariciarle el rostro.

─ Ya me estaba hartando tu lloriqueo pequeña ─. Sonrío y se relamió la sangre de la boca para luego escupirla al suelo ─. Ahora sí podemos jugar sin interrupciones─.

Nuevamente ella comenzó a acercarse, tenía una mirada sádica en su rostro, una mirada que hacía que Laura temblara internamente de miedo. Observó cómo aquella mujer levantaba en alto la mano que sostenía el bisturí, el cual pensaba usar para apuñalarla y darle fin a todo de una vez.

Cerró fuertemente sus ojos esperando sentir el frío del bisturí enterrado en su pecho. Pero no sintió nada a excepción de un leve y extraño movimiento por parte de la mayor. Abrió un poco temerosa sus ojos, y se encontró con la mujer que hace unos momentos la estaba torturando en la misma posición con la que pensaba dar su último golpe, paralizada, sin poder mover un solo músculo. Laura quedó observando a aquella mujer que se encontraba temblando levemente por intentar inútilmente moverse, mientras maldecía en voz baja palabras casi inentendibles para ella, aunque creía haber llegado a entender “ma-maldita enfermedad”. Parecía que todas las articulaciones de su cuerpo habían sido congeladas y era incapaz de moverse, en uno de sus intentos por poder quitarse la parálisis terminó cayendo al suelo y golpeándose la cabeza contra la mesa de noche.

La joven que hasta el momento se encontraba herida e igual de paralizada sobre la cama volteó su rostro para observar a la que hace un momento se encontraba sobre ella y que ahora estaba tumbada en el suelo aún sin poder moverse. Al mover su cabeza; aunque fuera un poco, le hizo saber que la neurotoxina en su cuerpo se había disipado lo suficiente como para intentar escapar de su verdugo.

Estiró sus brazos temblorosos y levemente entumecidos, para luego doblarlos y; finalmente, levantarse de la cama. Se movió tambaleante, y aunque llegó a caerse varias veces, pudo llegar hasta la puerta de la habitación, la cual abrió milagrosamente a pesar de sus temblores por tener sus músculos levemente adormecidos aún. Se arrastró lentamente por el pasillo intentando como le fuera posible sostenerse de la pared para darse soporte y no volver a caer. Finalmente logró llegar hasta la sala, caminó con algo más de prisa hacia la puerta sintiendo que su cuerpo era liberado casi completamente del entumecimiento, llegó hasta la puerta sintiendo una sensación de alivio al creer que por fin podría escapar de esa demente, llamar a la policía y librarse por fin de esa pesadilla. Pero todas sus esperanzas cayeron al suelo al instante; tan rápido como habían aparecido, al notar que la puerta, por más esfuerzos que hacía, no abría. Laura comenzó a desesperarse nuevamente mientras hacía todos los intentos posibles para que la bendita puerta se abriera, desde forzarla hasta darle de patadas con la vana esperanza de derribarla. Miró por todos lados a su alrededor, la puerta estaba cerrada y las ventanas estaban entabladas. ¿Cuánto tiempo se mantuvo inconsciente desde que ella apareció? Seguramente un buen rato como para darle todo el tiempo del mundo para que bloqueara todas sus posibilidades de escapar.

Siguió buscando con desesperación algún lugar por donde pudiera salir y pedir ayuda. Fue entonces que observó la cocina. ─ “La puerta del jardín…no está bloqueada”─ pensó ella mientras se acercaba con cuidado hacia aquello que quizás sería su único escape de esa horrible pesadilla, como temiendo que en algún momento fuera a desaparecer. Grande fue su alegría al poder girar y descubrir que efectivamente estaba abierta, ¡Por fin podría escapar! Pero...no fue sino hasta que un jalón de cabello la tiró al suelo para que volviera a la realidad, y la realidad era que se había olvidado por completo de que su agresora podía regresar en cualquier momento.

─ ¡¿Creíste que te librarías tan fácil de mí, puta?! ─. Sus palabras sonaban duras y cargadas de furia. Ella de verdad se veía furiosa al ver que su presa intentaba escapar de la casa.

Laura volvió a temer por su vida. Intentó levantarse rápidamente, pero justo cuando iba a salir corriendo, volvió a ser jaloneada del cabello por aquella mujer tan desgraciada. Empezaron a forcejear ambas. Una intentando domar a la otra, y otra intentando a toda costa escapar. Fue en ese momento que; entre tantos forcejeos, Laura decidió encestarle un golpe en plena cara a la maldita desgraciada que tenía en frente.

El golpe fue lo bastante fuerte como para hacer que la soltara y retrocediera unos pocos pasos. Sabía que ese sería su momento para escapar…pero no pudo, algo en ella le impedía moverse. Se quedó parada ahí, sudando, respirando agitadamente, temblando de dolor, y de miedo, observando cómo lentamente su verdugo llevaba su mano hasta su cara. Donde acarició suavemente su nariz dolorida, la sangre comenzaba a brotar de sus orificios nasales, y al verla, sus ojos adquirieron una mirada que hizo que Laura sintiera que observaba al mismo demonio parado frente a ella.

─ ¡¡Hija de tu maldita, puta y zorruna madre!! ─. Fue lo último que salió de sus labios antes de lanzarse contra ella, logrando derribarla al suelo. Comenzó a darle golpes tras golpes que a medida que pasaban los minutos iba aumentando su fuerza.

Logró romperle la nariz, partirle los labios, sacarle algunos dientes. Y no contenta aún, la levantó del cabello; jalándolo tan fuerte que parecía querer arrancárselo, la obligó a ponerse boca abajo y comenzó a estrellar su cara repetidas veces contra el piso. Estrelló su cara todas las veces que le fue posible contar, siguió y siguió hasta que al fin terminó por aburrirse, dejando caer al suelo a la casi muerta muchacha, cuya sangre salía a montones de su boca y su nariz. A Laura le comenzaba a ser difícil el poder respirar. La sangre, junto con las lágrimas creaban un charco debajo de su rostro en el suelo, ya no tenía fuerzas ni siquiera para mantenerse viva todavía, sólo se quedaría allí esperando que aquella despiadada mujer decidiera darle fin a su tortura de una buena vez. Quiso que terminara ya, pero parecía que aún le faltaba para el fin.

Al cabo de unos minutos; luego de haber estrellado brutalmente y deformado su rostro, se levantó del suelo y le dio una patada al ya mortecino cuerpo de su pequeño juguete, haciendo que suelte un quejido que apenas fue audible hasta para ella misma. Aquella mujer cruel notó que no faltaba mucho para que diera su último aliento de vida, así que decidió encaminarse decidida hasta la sala comenzando a remover todo lo que hubiera ahí, buscando, casi con desesperación, algo en especial, y al cabo de unos 5 minutos ya tenía ese objeto tan preciado y anhelado que estuvo buscando. Dio media vuelta en dirección donde aún se encontraba inmóvil la pequeña Laura, y con la tijera preparada en la mano tomó asiento sobre su abdomen dándole la espalda. Tomó sus piernas y las separó lo suficiente para dejar a su vista los pequeños labios rosados que sobresalían de su pequeña y linda vagina, llevó dos dedos a su boca y comenzó a remojarlos un poco en su saliva para luego llevarlos ahí debajo y sostener los labios y estirarlos lo suficiente para poder acercar las frías y algo oxidadas tijeras con las cuales terminó por cortarlos, provocando en la chica un grito y que su cuerpo despertara y comenzara a retorcerse de dolor debido a ese acto tan ruin.

─ Espero que con esto se te quite lo puta, mi cielo ─. Dijo con un tono casi dulce mientras la miraba con una sonrisa igual. Terminó de cortar esos pedacitos de carne de su parte íntima haciendo que se le llenara de sangre ─. Eso te pasa por ser un mal juguete y desobediente ─.

Se llevó uno de esos labios manchados de sangre a la boca, lo masticó y lo saboreó un poco durante unos minutos, y al instante lo escupió al suelo. Miró a la chica que agonizaba y sufría sin descanso con una expresión de desaprobación y de disgusto.

─ Sabe muy asqueroso. ¿Acaso no te lavas nunca ahí? Puta inmunda ─. Se levantó de encima suyo y la jaló del pelo nuevamente para llevarla arrastrando por las escaleras hasta subir a la habitación donde estuvieron anteriormente.

La pobre Laura ya no podía soportar más, estaba demasiado débil. Estaba cansada, quería de verdad que todo acabara ya…pero una duda aún se mantenía presente en su mente. Mientras era arrastrada por la mujer que irrumpió en la casa; era depositada sobre la cama con manchas de su sangre por la sesión de tortura anterior, empezó a balbucear algo que apenas era entendible para ella misma. Pues el hecho de que le cortaron la lengua, le hacía todo muy difícil.

─ ¿Po….pof qué me hajef…..efjto?...─. Preguntó con las pocas fuerzas que aún utilizaba para mantenerse apenas viva. La mayor se quedó mirándola, notaba sus ojos celestes comenzando a perder el brillo de vida, y sus párpados comenzaban a caer y a duras penas los podía mantener abiertos, entonces decidió no hacerla esperar por una respuesta. Tomó suavemente su rostro entre sus manos levantando levemente su cabeza y la miró a esos ojos casi apagados, y con una voz dulce como si de su hija se tratase le respondió.

─ Eso es muy fácil mi cielo. Porque quiero, y porque puedo. Es así de simple─. Soltó su rostro para dejar caer de nuevo su cabeza sobre la cama y dejarla mirando al techo.

No podía ser cierto…tenía que ser alguna maldita broma. ¿De verdad así de sencillo era? ¿Esa era la razón por la cual la torturó a ella y a su novio hasta matarlos? No quería creerlo, quería creer que todo se trataba de un mal sueño, ¡de un maldito mal sueño!

─ Y por si te lo estás preguntando o algo así…─. Habló ella captando nuevamente su atención ─. No es…sólo una ilusión…todo es real…─. Soltó una pequeña risa siniestra, para luego acercarse con un hacha de cocina que tomó de los cajones de la cocina.

Eso era todo. Laura por fin perdió toda la fuerza que tenía para mantenerse viva. Observó por última vez a su homicida; que tenía una mirada de locura total, y todo se volvió completamente oscuro para ella.

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Al día siguiente la casa estaba rodeada de policías. Algunos investigando el lugar, otros interrogando a los padres del muchacho; una de las víctimas. Ellos estaban destrozados emocionalmente por ver tal acto de crueldad contra su pobre hijo y su novia. Y viendo el estado de ambos, no se les hizo más preguntas.

La casa era un desorden. Manchas de sangre por doquier, algunas partes de piel o del cuerpo, muebles tirados o destrozados. Investigaron el cuarto del muchacho; del cual les informaron que era compartido con la novia, donde al parecer fue donde se cometió el homicidio. Había muchas manchas de sangre en el suelo, la pared, y sobre todo en la cama, pero no había indicios de quién podía ser el culpable. No había huellas digitales, no había un arma que haya sido dejada por un descuido, no había muestras de ADN del agresor, no había nada. Nada más que las cabezas decapitadas del muchacho y su pareja, ambos colgados del ventilador del techo amarrados con unas cuerdas no muy gruesas.

Quien quiera que haya cometido semejante crimen despiadado…era un verdadero monstruo. Uno del que no sabían absolutamente nada…nada a excepción…de que hay que temerle.

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