Un día decidí hacer mi jugada, yo sabía que él estaría en su apartamento. Me puse mi mejor ropa y toque a su puerta…
– ¿Quién eres? – dijo el al abrir la puerta – estaba casi medio desnudo, su hermoso cuerpo estaba descubierto… yo sonreí.
– Soy…
– ¿Quien es mi vida? – dijo una mujer detrás de él – estaba en ropa interior y me miraba con asco.
Salí corriendo de allí avergonzada y con un odio profundo, ¡él era mío, mío, mío y ella no lo merecía! Esa noche tome un largo y afilado machete de un metro y me fui a su habitación, el estaba con esa muñeca de trapo y no conmigo. Con ira y placer pase la cuchilla por el pecho de la mujer, la pobre no tuvo tiempo de chillar, pero disfrute al ver su sangre salpicar en su sucia y contaminada cama. A él lo apuñale con el machete, aun no estaba muerto – bien – pensé.
Me coloque tras él, aun gimiendo de dolor, y lo abrace mientras se escurría la sangre.
– Te adoro, pero recuerda que eres solo mío y no de otras.
Entonces pase la cuchilla a través de su cuerpo atravesando también el mío, como una brocheta, lo último que vi fueron nuestras sangres juntas… al igual que nuestros cuerpos.
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