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jueves, 20 de agosto de 2015

Sentirte insignificante ante el universo te hace un mejor ser humano

Mirar al cielo repleto de estrellas le mueve el piso a cualquier persona. Resulta prácticamente inevitable sentirse diminuto, a veces incluso insignificante, cuando pensamos en la magnitud del cosmos. Después de todo, comparados con la Tierra, no somos más que un simple punto; frente al Sol, la Tierra se convierte en un punto; y a nivel de la Vía Láctea, el Sol no es más que una entre miles de millones de estrellas.


Y esto no se detiene: nuestra galaxia simplemente es un minúsculo punto ante la magnificencia del universo conocido, e incluso el propio cosmos, que puede parecernos infinito, tranquilamente podría ser uno más entre incontables universos. Otra vez, nada más allá de un punto.



¿A veces te encuentras a ti mismo pensando en estos temas y en cómo la realidad logra, simultáneamente, ser tan maravillosa y atemorizante? Entonces déjame decirte que eres un mejor ser humano que aquellos que no sienten esta mezcla de temor y asombro, un sentimiento que podríamos denominar deslumbramiento. Las personas que experimentan este sentimiento generalmente son más educadas, generosas y dispuestas a colaborar con los demás.



Así lo afirma una investigación publicada recientemente en un periódico de la American Psychological Association. “Nuestra investigación indica que el sentimiento, aunque muchas veces efímero y difícil de describir, tiene una función social de vital importancia”, dice el líder del estudio, el profesor de psicología Paul Piff.

El investigador de la Universidad de California en Berkeley explica que, al reducir el énfasis del individuo en su propio ego, el sentimiento de deslumbramiento impulsa a las personas a apartarse del interés personal en nombre del bienestar de los demás. Piff y su equipo llegaron a esta conclusión tras someter a un grupo de voluntarios a diversas imágenes de la naturaleza y del planeta Tierra y, a continuación, aplicar cuestionarios para medir el comportamiento ético y la generosidad de los participantes.

Los investigadores notaron que aquellos que dijeron sentirse deslumbrados y temerosos eran éticamente más correctos que los que sentían orgullo. Y según Piff, parece que ese sentimiento positivo tiene una tendencia a esparcirse de forma natural entre la sociedad. “Cuando las personas experimentaban el deslumbramiento, realmente querían compartir la experiencia con otros individuos, lo que sugiere que el comportamiento tiene un componente particularmente viral”.

Nota: En la adaptación de esta publicación, el término “deslumbramiento” corresponde al término en inglés “awe”.

Personalmente es un sentimiento que, desde muy pequeño, me genera cierto confort y curiosidad. A veces, irónicamente a lo que concluye el estudio, me valgo de él como una válvula de escape para todos esos problemas que parecen irresolubles y que aquejan a nuestra sociedad.

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