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domingo, 25 de octubre de 2015

El dementor

Existe una leyenda sobre un viejo campo de silos abandonado que fue levantado en el medio del bosque al otro lado de la ciudad. Supuestamente se localizaba en el medio de una zona baldía justo al lado de unas vías de tren que también estaban en desuso. Debo decir que nunca tuve temor de estas leyendas urbanas. Confieso que la apariencia de este lugar es atemorizante, pero no son más que fierros oxidados que vieron mejores tiempos.


Circularon algunos rumores por las inmediaciones sobre la aparición del fantasma de un viejo agricultor que se ahorcó al interior de un silo y, a partir de su muerte, cualquiera que entraba a este lugar terminaba muerto. Me parece una historia ridícula, no debe ser más que una leyenda para mantener a los mocosos curiosos y estúpidos lejos del lugar, pues a pesar de su abandono, el dueño debe tener planeado reabrir o vender la maquinaria y el terreno. Pese a esto existen rumores de que el campo de silos es un punto de reunión donde los adolescentes acuden a consumir drogas, escuchar rock’n roll, emborracharse y tener sexo. Fue a raíz de estos comentarios que mi grupo de amigos y yo decidimos echar un vistazo. Y para hacer las cosas un poco más interesantes asistimos al sitio un día particularmente sombrío y nublado.

Así se llegó el día y junto con mis amigos (Ana, Daniel y Pablo) partimos de mi casa que quedaba justo al lado de las vías del tren. Recorrimos las largas vías, aprovechando el camino para conversar, reírnos y divertirnos… hasta que lo vimos. El campo parecía un sitio normal, sus silos se levantaban imponentes entre las copas de los árboles. Con mucha curiosidad caminamos en esa dirección con una sonrisa en el rostro, y a medida que nos acercamos redujimos el tono de la conversación. Nos aproximamos un poco más y entonces empezamos a sentir frío… era como si existiera algún tipo de refrigerador en el lugar, y este frío nos provocó escalofríos que se ramificaban por la espalda.

A Pablo incluso se le escapó un pequeño quejido. Circundamos aquellos silos buscando una entrada o algo por el estilo, y termínanos descubriendo una escalera que llevaba a su interior. Los escalones terminaban en una pequeña puerta de contención… cada una estaba firmemente cerrada y atrancada desde el interior, con excepción de una.

Aunque ya lo habían arrestado por esto, Daniel sabía abrir cerraduras de este tipo, por lo que en cuestión de minutos ya habíamos ingresado al silo y nos encontrábamos de pie sobre el heno abandonado allí adentro. En el centro podía distinguirse un hoyo enorme que daba acceso a una especie de alcantarillado. Estaba oscuro, pero era posible sentir un flujo constante de aire que emanaba desde el fondo.

Curiosamente allí había una cuerda que permitía a cualquiera un descenso. Dado que era la única persona realmente preparada para una aventura, fui el único inteligente que empacó una linterna en la mochila. Sostuve la linterna entre los dientes y comencé el descenso. Bajé hasta el fondo. Todo parecía seguro mientras miraba el heno que se había dispersado por todo el lugar, la basura y una escotilla muy particular. Agité la linterna para que los demás me siguieran.

Mientras descendían pude notar que la cuerda estaba cubierta con algo, una sustancia la había teñido de un color rojo. No evidencié mi miedo y me apresuré a mostrarles a los demás la escotilla que había descubierto. Daniel la abrió, revelando un túnel oscuro… y un olor insoportable a mortandad. Los demás también lo notaron y, como era de esperarse, Pablo lloró como una niña.

Ana se armó de valor, tomó la linterna de mi mano y se dirigió de frente a la escotilla.

La seguimos y recorrimos este túnel oscuro durante unos 10 minutos, hasta que llegamos a otra escotilla y la abrimos. Una luz brillante inundó aquel túnel y se escuchó un estruendo. Era un rugido agudo seguido por el sonido de algo que corría en nuestra dirección. En un intento desesperado por evitar a la criatura que produjo ese sonido, nosotros también corrimos. Una vez que escapamos del túnel, cerramos la escotilla con la intención de bloquearlo.

El sonido cesó y respiramos con alivio observando el lugar al que fuimos a parar. Nos encontrábamos en un bloque de concreto con la apariencia de una fosa séptica, pero con una apertura en la parte superior a través de la cual podía verse el bosque arriba. Empezamos a subir para salir y entonces sucedió. Volvimos a escuchar ese maldito sonido nuevamente. Pablo era el único que no había subido… pobre, pobre Pablo. La criatura hundió sus garras en la escotilla, atravesándola y alcanzando una pierna de Pablo, con esto bastó para que lo llevará al túnel. Pudimos escuchar sus gritos de horror y, de repente, todo quedó en silencio otra vez.

Escuchamos el estallido agudo de los huesos y el sonido de su carne siendo rasgada. Quedamos paralizados del miedo, el sonido de Pablo muriendo era repugnante… Ana terminó por vomitar. Después emprendimos la huida entre los arbustos. Buscamos una salida durante al menos una hora, y entonces notamos que aquella parte del bosque estaba delimitada en un gran perímetro con alambre de púas.

Entramos en pánico por no saber a dónde ir y al recordar que la criatura se acercaba más y más. La noche llegó pronto, Ana se trepó a lo alto de un árbol esperando que la criatura no la alcanzara. Daniel se metió en un pequeño agujero en el suelo para ocultarse, muy mala idea. Una vez más escuchamos el rugido de aquella cosa saliendo de su “guarida”. Desesperadamente me trepé en un árbol y desde allí pude ver a Daniel escondido en el pozo.

También logré ver aquello que nos perseguía. Es la cosa más grotesca de la que he sido testigo. Su rostro pálido y blanco parecía una máscara, algo que resaltaba entre su piel profundamente oscura. El rostro simplemente mostraba dos grandes huecos negros para los ojos y una enorme sonrisa. Tras algunos instantes observándola, pude notar lo que realmente era aquella máscara, era una cubierta hecha con la piel del rostro de Pablo. Estaba aterrado mientras veía a aquella cosa acercarse al sitio donde Daniel se había escondido.

Me senté en una rama de aquel árbol mientras veía a Daniel corriendo por su vida. Lamentablemente no demoró mucho para que la criatura le diera alcance. Puso ambas garras sobre el pecho de Daniel y lo rasgó con una facilidad increíble. Y entonces aquello empezó a arrancar la piel del rostro de Daniel.

La piel del rostro de Pablo se había desintegrado para ser sustituida rápidamente por una máscara hecha a partir del rostro de Daniel con los mismos ojos y la enorme sonrisa. En seguida, aquella cosa con el rostro de mi amigo miro directamente hacia mí y con una voz ronca dijo: “Yo soy el dementor”. Después empezó a arrastrarse nuevamente a su guarida. En el otro árbol pude escuchar a Ana llorar, le hice señas con la mano para que bajara mientras yo descendía y dijo que no sabía cómo saldría viva de aquel lugar.

Insegura, ella bajó y yo me dirigí hasta la cerca de alambre de púas tomando una hebra cortante y abriendo un hueco de tamaño suficiente como para poder pasar. Mis manos sangraban, pero ignoré el dolor. Nuevamente, aquella cosa que se hacía llamar “dementor” empezó a rugir. Para ese momento ya estábamos del otro lado. Sangrando y con un dolor insoportable corrí a lado de Ana hasta que finalmente llegamos a nuestras casas.

Han pasado diez años, Ana y yo nos casamos y éramos felices. Digo que lo éramos por una razón… la misma razón por la que estoy contando esta historia hoy. Ana está muerta. Tuvo una muerte trágica y horrible. Una pareja que se encontraba paseando por el bosque llamó a la policía. Localizaron su cuerpo mutilado y sin rostro. Cuando digo “sin rostro”, quiero decir que su piel fue arrancada.

Eso solo puede significar que el dementor está libre. Se encuentra libre y viene directamente hacia mí. Sé que es verdad y esto es horrible. Ahora estoy viendo nuestra foto de bodas intentando revivir los momentos felices.

Pero no ayuda en nada… en el reflejo del cristal puedo ver un rostro acercándose lentamente hacía mí, es el rostro de Ana, pero sin sus ojos y con esa sonrisa aterrorizante. El dementor está aquí, vino para llevarme. Puedo sentir como sus garras perforan mi pecho… en este momento me doy cuenta de por qué lo hace. Mata para liberar a las personas del infierno que reina en este mundo… yo me gané el privilegio de ser liberado. Y sé que dentro de muy poco… voy a sonreír.

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