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martes, 25 de noviembre de 2014

Los Secretos de Caramel - prt4

MAX Y ESE GRACIOSO RUMOR

Después de que sonó el timbre, todas las chicas se juntaron muy alborotadas. No hacían más que poner cara de sorprendidas  y decepcionadas; otras, muy firmes, se mantenían escépticas. Todo ese alboroto había sido generado por los rumores que se habían infiltrado en nuestro tranquilo salón.

No podía haber otro rumor más decepcionante. Los sueños de mis compañeras  por andar de la mano con el chico de los ojos azules peligraban porque según éste famoso rumor, se había visto a Max  en una escena comprometedora con un alumno de otro colegio.
Todo eso me parecía un circo. Como era posible que Max, mi amigo de la infancia, había sido visto besándose con otro chico. Definitivamente no era creíble. La imaginación de las chicas estaba fuera del alcance de la realidad, era totalmente imposible. Pero ahí estaban ellas, cuestionándose entre muy desencajadas.



— Debe ser verdad, además, los chicos guapos resultan ser gays.
—Que injusto. Debe ser una mentira de las chicas del salón “A” para que no nos acerquemos de él.
—Sí, esas siempre andan cuidándolo como si Max fuera de su propiedad solo porque estudia en el mismo salón que ellas.
—Dicen que…
Dicen que estaban en un parque, uno cerca al colegio,  y que Max lo tenía casi arrinconado a un árbol. Dicen que ese chico era delgado, que tenía el cabello rizado  y que al lado de Max lucia como una chica encantada por la   imponencia y belleza de su acompañante. Dicen que ese chico es un alumno muy destacado en las materias académicas y que resalta por su graciosa simpatía entre sus compañeras. Las chicas debían tener razón en decir que los chicos apuestos son gays, supongo. Pero no, no creo que Max haya sido el chico del parque. Debió haber sido otra persona, pero no Max, él no. Los rumores me daban risa y más ahora.

—Hey — Max me llamó desde la puerta de mi salón — qué tanto haces.
Max entró al salón y se sentó en una carpeta, al lado mío. Su forma de sentarse es muy particular, tan fresca, tan libre. No hay nada que lo ponga rígido, más bien se ve flexible, con las piernas y brazos muy relajados.

Sea lo que sea, rumor que venga o no, no haría que las chicas cambiasen. Con la llegada de Max ellas empezaron con su acostumbrado alboroto de niñas tontas. Algunas, muy orgullosas, continuaban con sus actividades habituales durante el recreo; otras lo miraban en grupito desde sus asientos haciéndole risitas y un par de ellas, memos tímidas, se acercaron a saludarlo con un beso en la mejilla:Dulce y fresa.

Nada había cambiado, todo seguiría igual. Podía ser que ese rumor continuara o que desapareciera, pero todo seguiría igual porque las chicas se encontraban fascinadas con Max.
Estaba envenenado por ese rumor. Solo esperaba que la próxima pareja de Max fuese una chica y no ese chico de cabellos rizados, como describían al misterioso amante secreto de Max; esperaba que Dulce y Fresa se cambiaran de colegio porque no me agradaban.

SankButterfly

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