¿Existen las cacerías humanas? ¿Quién no ha escuchado alguna vez la leyenda urbana de que existen ricos que, por diversión, juegan con la vida de mendigos o prostitutas, sometiéndolos a un macabro juego del gato y el ratón?…
Pedro había trabajado como albañil desde los dieciséis años; ahora, con más de cuarenta, su cuerpo se había endurecido por el duro trabajo que llevaba casi treinta años desempeñando. Sus manos parecían de piedra y eran tan callosas que uno diría que se habían fundido con el cemento que había cargado durante años, miles de sacos que había trasladado sin la menor queja. Y es que Pedro era un trabajador incansable, un noble hombre que doblaba turnos y no dudaba en tener dos trabajos para sacar adelante a su familia.
Pero ni la excelente forma física que aún mantenía ni su inquebrantable espíritu de trabajo le servían de nada con la crisis actual. La burbuja inmobiliaria y la crisis del ladrillo habían reducido al mínimo los trabajos de albañilería, y, las pocas veces que surgía una nueva obra, preferían contratar a algún chico más joven, por lo que el pobre Pedro llevaba más de un año sin empleo ni paro (prestación por desempleo), y más de cuatro años sufriendo con la mayor dureza la crisis en la que estaba inmersa el país.