La belleza es un concepto cada vez más distorsionado, donde se confunde el buen uso del Photoshop con la realidad, sembrándonos la idea de que es lo normal y adecuado para ser parte de una sociedad consumista que exige que la mujer se vista o luzca de una forma específica, mientras lo natural se está quedando obsoleto.
La mayoría de las mujeres desarrollan una obsesión por un cuerpo perfecto, un cabello impecable, unos labios inigualables, pómulos perfectos, piernas de una largo y ancho perfecto, dedos perfectos, todas las “medidas perfectas”… sin importar lo que tengan que hacer para conseguirlo, provocándose daños irreparables a sí mismas, recurriendo a prácticas como la anorexia, la bulimia, cirugías y a dietas horrorosas.
Podemos remontarnos a nuestra infancia, con Disney y su concepto de princesas frágiles o a nuestra adultez con las exitosas revistas de la multimillonaria industria de la moda, quienes se han encargado de imponer una imagen femenina socialmente aceptada y reconocida como “bella”, a sabiendas de que en la vida real no suele ser así.
Afortunadamente, a últimas fechas han surgido campañas publicitarias que rompen con este tabú tan estúpido. Algunas empresas son tachadas de “polémicas” al exhibir a mujeres normales vistiendo o utilizando sus productos, mientras que el objetivo es crear conciencia sobre la mujer para que retome la mentalidad de los años 50, donde el concepto de belleza era nada más que la mujer REAL.
* Esta obra pertenece a una selección del festival de cortometraje en Brúcelas. Es un trabajo doloroso y revelador, pues muestra una realidad innegable y aterradora sobre el cuerpo femenino. Es obra de Frédéric Doazan, un creativo francés realizador de películas de animación y experimentales, que pretende, a través de su trabajo, lanzar una crítica a los estándares de belleza y hacer una lista de lo que se necesita para conseguirlos.
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