Mirar al cielo repleto de estrellas le mueve el piso a cualquier persona. Resulta prácticamente inevitable sentirse diminuto, a veces incluso insignificante, cuando pensamos en la magnitud del cosmos. Después de todo, comparados con la Tierra, no somos más que un simple punto; frente al Sol, la Tierra se convierte en un punto; y a nivel de la Vía Láctea, el Sol no es más que una entre miles de millones de estrellas.
Y esto no se detiene: nuestra galaxia simplemente es un minúsculo punto ante la magnificencia del universo conocido, e incluso el propio cosmos, que puede parecernos infinito, tranquilamente podría ser uno más entre incontables universos. Otra vez, nada más allá de un punto.