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sábado, 22 de noviembre de 2014

Los Secretos de Caramel - prt3

SUS OJOS AZULES


Cuando vi sus ojos azules por primera vez me quede mirándolos directamente. No había conocido miles de personas a esa edad, por eso para mí era más común que la gente los tuviera de color oscuro. Esa fue la razón de mi sorpresa al ver ese par de brillantes pupilas azules.
Mamá solía llevarme por las tardes, después de hacer mis tareas, a un parque del barrio el cual se encuentra a la vuelta de mi casa, no muy lejos. Mi madre no era la única porque el lugar se abarrotaba de muchísimos niños quienes corrían libremente bajo la supervisión de los adultos.
El juego se llamaba “las escondidas” y lo único que se debía hacer era esconderse para no ser encontrado por quien se encargaba de buscar. Pase mucho tiempo escondido. Nadie venia por mí. Había hecho un gran trabajo al encontrar tan buen escondite entre las madres de familia quienes conversaban sin darme importancia. Pocos minutos después descubrí que no era el único escondido en aquel lugar.

Sus ojos eran grandes, sus ojos eran intensos, diferentes, eran azules…sobre todo, eran diferentes a los demás, eran hermosos.  Max me miró sorprendidó. Debió haber pensado lo mismo que yo, que no era el único en ese escondite. Después de mostrarme su rostro sorprendido, una ancha sonrisa de complicidad adorno su rostro.
Esos ojos enamoraron más en la secundaria, cuando todas se mostraban interesadas abiertamente por lo chicos. Muchas  chicas se quedaban encantadas con ese par cuando los miraban directamente. Eran realmente fulminantes. Max sabía que era dueño de imanes que  enamoraban chicas y  nunca había desaprovechado la oportunidad en cuanto se trataba de una muy guapa, una a su medida, como solía decir.


—Odio mis ojos azules.
— ¿Qué? Pensé que te alegraba tenerlos, ya sabes, para poder maravillar a las chicas… es que les encanta.
—Si no los tuviera sería un estudiante común y corriente, de seguro, no hay duda.
—No, Max. Eres alto, tu cabello ondeado es hermoso y tu piel es…— de inmediato me interrumpí con un prolongado silencio.

Max se empezó a reír un poco descontrolado tanto que me sentí apenado.

—Qué alivio — dijo—pensé que solo te gustaban mis ojos.
— ¡Ah! ¡Qué dices! No, nada de eso, me refiero a que, bueno…tus ojos…
—Mis ojos…
—A las chicas les gusta tus ojos al igual que todo lo demás de ti. Lo escuché. A veces las chicas hablan de ti cuando el profesor sale del salón.
—Caramel,también te gustan, ¿verdad?
—Sí, me gustan los ojos azules. A cualquiera del salón le hubiera gustado tener ojos de color y no los clásicos marrones oscuros.

Max sabía como ponerme tenso. Después de mirarme sonrió y se acercó a mí para susurrarme.

—A mí me gustan los ojos negros de Caramel.

A pesar de no poder decírselo aquella vez, lo que me había dicho era verdad, desde la primera vez yo  también había caído encantado por sus ojos azules. A veces  no podía mirarlos directamente cuando él los clavaba en mi muy fijamente. Deber ser normal, después de todo, son los ojos azules de Max.


SankButterfly

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