A Luis le encantan las frías noches de invierno, porque le gusta sentir el cuerpo desnudo de Penélope acoplándose a su espalda mientras lo abraza y le da calor bajo las mantas. Le gusta, sobre todo, en esos breves segundos en los que despierta en las pausas del sueño, sentir la cálida respiración de ella en su nuca.
Esta noche es una de esas. Esta noche hace un frío más intenso de lo normal y Penélope aprieta al máximo su cuerpo contra el suyo.
Luis, mientras duerme, sonríe de puro placer al sentir las pequeñas manos en sus caderas y esos pies juguetones entrelazándose con los suyos… pero hoy los siente un poco fríos… quizás demasiado fríos, y hay algo más… su respiración… o más bien, la ausencia de su respiración. Luis abre sus ojos de repente, y como en un flash fotográfico recuerda que Penélope trabaja hoy en el turno de noche, mientras algo helado y doloroso se clava en su nuca.
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