10 Google se volvió racista.
Google opera algoritmos que se basan en la investigación en masa de los usuarios. Así que si todas las personas comienzan a buscar “Marcianos” y “Tangas” al mismo tiempo, todo el que busque simplemente “Marcianos” empezaría a ver anuncios de Tangas también. En resumen, buscar términos como “negros” retorna anuncios racistas porque las personas hacen búsquedas racistas en primer lugar. Como dice el dicho: “No podemos culpar al espejo por la cara”. Google apenas refleja la sociedad intolerante que somos.
9. Vemos a las mujeres como herramientas.
Esto es para los hombres: ¿qué piensas cuando ves a una mujer en un bikini? Si respondes algo así como “una mujer” o incluso “sexo”, estás en un error. Según un estudio de la Universidad de Princeton (EE.UU.) de 2009, ves una herramienta.
Mediante el análisis de la actividad cerebral de los hombres fracciones de segundo después de ver fotografías de mujeres tanto vestidas como desnudas, los investigadores encontraron que las áreas del cerebro asociadas con el uso de herramientas se iluminan cuando se ve a una mujer desnuda. Aún más extraño, un estudio independiente realizado en 2012 encontró que las mujeres tienen un problema similar. Cuando los investigadores mostraron a un grupo de hombres y mujeres imágenes sexualizadas de ambos sexos en ángulos extraños, su cerebro automáticamente “corregía” la imagen de los hombres (lo que sugiere que los participantes los veían como seres humanos), pero no hicieron lo mismo con las fotos femeninas. Esto significa que nuestro cerebro, sin importar nuestra diferencia sexual, procesa automáticamente a las mujeres atractivas como objetos no humanos.
8. Suponemos que los negros sienten menos dolor.
A menos que seas un torturador profesional, la mayoría estamos conscientes del dolor de los demás. Es ciencia pura: cuando vemos a alguien con dolor, la parte del cerebro que lidia con nuestro propio dolor se activa. De ahí que la personas tengan dificultad en ver películas como Saw, por ejemplo. Pero esta conciencia no es indiscriminada, de hecho, parece que se basa totalmente en el color de la piel de otra persona.
Para probar esto, investigadores en Italia monitorearon a un grupo de personas mientras miraban videos de personas de ambos colores de piel siendo pinchadas con agujas. Increíblemente, los cerebros de los participantes mostraron una mayor respuesta al dolor cuando un blanco fue pinchado que cuando un negro fue picado, aun cuando los participantes eran negros también. En resumen, nuestros cerebros se niegan a aceptar que los negros sienten dolor como los blancos. Otro estudio pidió a los profesionales de la salud que evaluaran en una escala de 1 a 4 la cantidad de dolor que un paciente imaginario sentía. Sorprendentemente, los negros imaginarios siempre fueron considerados con menos dolor que los blancos, incluso cuando un negro estaba haciendo la evaluación.
7. Los niños odian las minorías.
6. Suponemos que somos irresistible para gays.
Hay dos escuelas de pensamiento científico sobre las causas de la homofobia. Una afirma que las personas homofóbicas son más propensas a ser secretamente gays. La otra cree que el homofóbico piensa que es irresistible para los homosexuales. En un estudio realizado en Arizona (EE.UU.) recientemente, mientras los heterosexuales tenían ningún problema con la idea de lesbianas, se veían disgustados por el pensamiento de hombres homosexuales. Las mujeres heterosexuales reaccionaron al revés. Según los científicos, esto significa que una proporción significativa de los homófobos tienen miedo a los homosexuales porque sobrestiman su propia sexualidad, o asumen que todos los gays son como animales salvajes incapaces de no abalanzarse sobre cualquier cosa que se mueva.
5. Juzgamos habilidades femeninas basados en la ropa que las mujeres usan.
Pero un estudio de 2010 encontró que nuestra capacidad para disfrutar de la música de una violinista depende totalmente de lo que lleva puesto. Los investigadores pidieron a profesionales musicales que evaluaran la música de cuatro violinistas famosas, usando un vestido de concierto, jeans o un vestido de club nocturno. Los videos de las violinistas fueron editados para que las personas que miraban siempre escucharan la misma canción, sin importar cuál era la violinista o su ropa. Los “expertos” elogiaron constantemente a la violinista vestida con ropa de concierto, mientras que devaluaban a la que iba vestida con ropa de noche, aunque su música era exactamente la misma. Sería imprudente extrapolar este estudio a todas las situaciones reales, pero lo más probable es que hay peores situaciones en nuestro día a día.
4. Formamos prejuicios por naturaleza.
3. Ignoramos hechos que cambian nuestros prejuicios.
Normalmente esto es utilizado para explicar cosas como la creencia en las teorías de conspiración, y también funciona para la discriminación. Si crees sinceramente que los homosexuales, por ejemplo, son padres terribles que perjudican a sus hijos adoptados, no vas a cambiar eso en tu mente, no importa cuántos estudios digan lo contrario. De hecho, los terminarás de leer y estarás aún más seguro de que la adopción entre homosexuales no debería permitirse. Este status quo provoca que erradicar prejuicios sea bastante complicado – después de todo, la gente sólo tiene que utilizar los hechos para reafirmar sus creencias.
2. Ignorar prejuicios causa que tengamos prejuicios.
A principios de este año, científicos crearon un estudio en el que las mujeres eran colocadas con un actor masculino disfrazado para escoger ayudantes en un escenario hipotético de “varados en una isla desierta”. El trabajo del hombre era escoger únicamente hombres para ayudar, y en seguida, añadir a una mujer en el último momento al comentar algo así como “y ella, tiene grandes pechos”. La mitad de los participantes no tenían posibilidad alguna de desafiar el sexismo, ya que la experiencia terminaría inmediatamente. A la otra mitad se les dio 10 segundos para enfrentar al hombre o para dejarlo pasar. Los participantes fueron cuestionados después del estudio, y los que habían tenido la oportunidad de desafiar al hombre, pero no lo hicieron, eran más propensos a pensar mejor de él y a no desafiar el prejuicio en el futuro. En otras palabras, su tolerancia al perjuicio aumentó porque perdieron la oportunidad de enfrentarse a la opinión sexista.
1. Prácticamente nacemos racistas.
Esto no hace que los bebés sean racistas automáticamente, ¿verdad? Pero hay otros estudios, como aquel en el que los niños se identificaron con uno de dos muñecos de peluche en forma de conejo y, en seguida, el peluche era “ayudado” o “dañado” por un perro. En este estudio, el 83% de los bebés mostraron sentimientos positivos hacia la acción de “asistencia” a su conejo. Pero nada menos que el 88% mostró sentimientos positivos cuando el perro “atacó” al otro conejo. La inferencia es que los niños odian las cosas que clasifican como “otros” – odian tanto la diferencia que les da alegría verla sufrir.
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