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viernes, 27 de septiembre de 2013

Regreso - por Alan Dalloul


Prefacio.

Que tranquilo estaba todo aquél día.
Recuerdo que Adán y yo conversábamos debajo de aquél árbol cuyas frutas serían nuestra perdición.
Jamás me pasó por la mente que faltaba poco para una guerra
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Capítulo I: Historia.

-         Eva, ¿Qué pasa? Te he notado rara últimamente.
-         Pues, he estado pensando en – no sabía si decir el nombre, pero Adán supo a quién me refería -.
-         ¿Qué pasa con ella?
-         Me gustaría saber por qué se fue.
Sabía que no le gustaba el tema, pero la curiosidad era casi una maldición para mí, y empezaba a cansarme de eso. Deseaba saber por qué la primera mujer antes que yo no habitaba el Jardín del Edén.
-         Pues – Comenzó -, luego de crearlo todo, Estaba muy cansado. Yo disfrutaba de este paraíso, pero igual me encontraba solo y deseaba un compañero como todos los animales. Así que Le pedí que cumpliera mi deseo.
-         Si no quieres…
-         Y lo hizo – Cortó mi oración de inmediato -. Del barro moldeó una figura parecida a la mía, pero con pechos prominentes y curvas exquisitas. Le dio como nombre Lilith. Ella y yo tratamos muchas veces de congeniar, pero peleábamos demasiado. Ella siempre estaba ofendida porque cuando yo quería tener relaciones con ella, se enfadaba por estar debajo de mí, ya que según ella éramos iguales, y en una pelea, se enfadó tanto que pronunció el nombre mágico de Él, se elevó por los cielos y se fue para siempre.
La historia era increíble. No podía creer que Lilith abandonara el paraíso solo por capricho. No me entraba en la cabeza que alguien por un detalle así quisiera abandonar su hogar. Pero supongo que habrá más gente así cuando yo y Adán poblemos el mundo.
-         Le dio la oportunidad de regresar. Se la dio tres veces, y las tres las rechazó, prefería quedarse donde estuviese, copulando con demonios – El dolor de perder a su primer amor impregnaba su voz -.
Pasaron los días, y algunas veces sorprendía a Adán mirando al horizonte con la mirada perdida. Seguramente reviviendo recuerdos nefastos y desagradables por nostalgia de la criatura que le enseñó lo que significaba perder el amor.
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Capítulo II: Noticias.

-         Padre, ¿Qué necesitáis? – dijimos al unísono -.
-         Debo daros una noticia. Y sé que será duro para ustedes, especialmente para ti, Adán, pero, Lilith regresará.
-         ¿Por qué? – dijo atónito y pálido
-         Desea vengarse. Viene con un ejército de demonios, junto con vuestro hijo Caín.
-         No es mí hijo – dije decidida -. Aquél que derrama la sangre de los suyos jamás puede ser perdonado – el recuerdo de Abel invadió mi mente. Recordé todo sobre aquél bello niño: su sonrisa, su cabello, su voz. Caín me lo había arrebatado, y merecía su castigo -.
-         Bien, omitiré ese término, ¿Os parece?
-         Por nosotros, está bien – Dijimos -. ¿Cuándo llegará? – Preguntó Adán -.
-         Pronto. No le faltará ya mucho camino que recorrer.
-         ¿Podemos ayudar en algo, Padre?
-         Yo me encargaré, hijos míos.
En ese momento, vimos como el cielo se abría y Raziel, Miguel, Gabriel, Rápale, Uriel y muchos otros seres de La Luz venían a nuestro hogar. Adán tomó mi mano y la apretó contra su pecho mientras me miraba. Sus labios nuevamente apretaron los míos.
Los guardianes de nuestro hogar se colocaron en varias partes, para no dejar ni un solo lugar sin custodia. Algunos en los árboles, otros por suelo, y los demás en el aire se quedaron.
El día ya casi acababa, así que yo y Adán nos dirigimos a nuestra cueva, donde solíamos pasar noches de amor intenso. Pero esa noche fue la única excepción. El pavor de que aquella volviera era inmenso, y no podíamos conciliar el sueño.
Al final, cuando el sol comenzó a brillar débilmente, logramos cerrar los ojos. El temor de un ataque nocturno superaba bastante al de un ataque de día.
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Capítulo III: Espera.

Despertamos cuando el sol alcanzaba su máximo brillo. El hambre nos torturaba ferozmente. Vimos que alguien había dejado varias frutas coloridas en la entrada de la cueva. Dimos las gracias a nuestro Padre y comimos los alimentos.
Pasó el día de igual forma: miedo de la llegada, el sol poniéndose, y durmiendo en el amanecer hasta la tarde. Adán dejó de dormir el tercer día. Sus ojos estaban demasiado rojos y casi no sabía donde estaba.
Cuarto…Quinto…Sexto…Séptimo día.
Pasaron todos unidos y entrelazados entre sí, mezclándose y fundiéndose entre sí. Pero en La Séptima noche, vimos como los ángeles se despegaban del suelo y volaban por los cielos. Eso fue una señal muy clara de lo que iba a pasar en breve…
Buscad un Refugio…
Sus palabras se oyeron claras en mi mente, Adán parecía haber escuchado lo mismo, así que nos dirigimos a otra cueva a unos cuentos paso de la anterior.
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Capítulo IV: Sombras.

No podéis salid hasta que os avise…
Adán y yo no pensábamos salir por nada. El miedo nos impedía pensar en ello siquiera. De inmediato escuchamos los ruidos de articulaciones rotas, alas desgarradas, risas, llantos, amenazas, perdón, y demás.
Era un verdadero martirio estar oyendo todo eso. Casi se me salen las lágrimas por el dolor, y efectivamente salieron. Pero Adán las limpió todas y me besó en ese momento…
-         Prometo que si ellos no lo logran, te protegeré. Y con mi vida – dijo dulcemente mientras que apretaba a su cuerpo-. Ella no es nada. Tú me enseñaste lo que es el amor verdadero y no pienso perderte.
En la entrada de la cueva se distinguió una silueta larga y pequeña, como si fuese una pluma, pero no era posible, pues se movía y serpenteaba. Una serpiente quizás.
Nos quedamos largo tiempo viéndola. Bien podía ser un Ser de la Luz disfrazado o un enemigo en una emboscada. Pasaron los segundos, y nada cambiaba. Pero luego de tanto esperar, la sombra se volvió grande, con siluetas humanas.
Lilith había llegado…
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Capítulo V: Lucha.

A pesar de ser de porte masculino, la imagen de Lilith invadía nuestra mente. Pero nos dimos cuenta de que tenía dos alas. Nos acercamos un poco e identificamos la silueta de… ¡Metatrón!
En ese momento nos dirigimos tranquilamente a la salida, pero la silueta cambió en un segundo, nos tomó por el cuello y nos arrojó hacia fuera.
Contemplé a Lilith. Cubría su cuerpo con un extraño manto negro con detalles rojos. Su pelo rojo le llegaba a donde imaginaba debían estar las rodillas.
-         Qué crédulos son – Dijo avanzando un poco -. Ven una silueta negra y se emocionan – dijo casi riendo -. Cuanto tiempo Adán.
Arremetió contra mí de inmediato, tomándome por el cuello y apretándome contra una roca que se partía lentamente. Le pateé el estómago y logré sajarme. Adán corría en su dirección pero ella simplemente le lanzó un frasco con agua negra que lo desmayó.
-         Sabía que el agua maldita me serviría – Dijo mientas se limpiaba burlonamente su manto -.
-         ¡Esto no acaba aquí! – dije corriendo hacía a ella -.
-         Claro que no.
De inmediato me golpeó el pecho y me jaló los cabellos. Yo pisé sus pies y le arañé la cara. Sabía que era fuerte desde un principio, pero no imaginaba que fuese a serlo tanto.
Con su rodilla golpeó mi quijada y araño todo mi pecho y estómago. Pero casi inmediatamente la golpeé en la nariz y le jalé tantos cabellos como me fue posible, además de patearle la entrepierna con todas mis fuerzas.
Su cabeza se pegó a mi cuello y sentí como algo atravesaba mi carne. Pero dos segundos después, se apartó bruscamente. Adán estaba despierto nuevamente. La sensación de fuego me invadía toda la piel.
Apenas me di cuenta de que estaba rodeada. Michael, Rosier, Samael, Belcebú, y demás seres semi-divinos estaba a mí alrededor. Sentí que me elevaba y algo o alguien ejercían presión en donde nacía el fuego.
Reconocí la cara de Raphael. Busqué a Adán con la mirada y vi como golpeaba a Lilith con una mano y la sostenía del cuello con la otra, mientras ella le arañaba los brazos con furia.
Me separé de Raphael, pero Miguel y Gabriel me impidieron seguir. Adán voló a mi lado gracias a Lecabel, mientras que los siete arcángeles y Metatrón ataban a Lilith y a Caín con una luz divina casi segadora.
Su aspecto era horroroso. Caín estaba desnudo y sangrante. Por su nariz corría sangre y sus rodillas estaban raspadas, además de tener la boca partida, los ojos morados y las orejas magulladas, pero sonreía maliciosamente.
Esa imagen me persiguió por el resto de mis días.
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Epílogo

Los hilos de luz se empezaron a oscurecer. Eso indicaba que algo estaba mal. Se quemaron por completo…
-         Bueno, fue divertido jugar con ustedes un rato – dijo Lilith burlonamente mientras se limpiaba su manto -, pero me llaman.
En ese momento un círculo de fuego negro los rodeó y se trazó un pentagrama invertido en su interior con el mismo fuego.
-         Adiós, madre – dijo Caín -.
Desaparecieron al instante. Los Seres de Luz estuvieron solo pocos días más por si regresaba aquél ejército, y en uno de esos días, Él me aclaró que sabía que yo vencería a Lilith, por eso no dejó que nadie más que Adán interfiriera.
Pasó el tiempo y las cosas volvieron a su ritmo normal. Pero La Serpiente me tentó. Ahora sé que fue Lilith la que provocó mi salida del Edén…
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