Sólo hace falta que te digan “no pienses en elefantes rosas”
para que te pases toda la tarde revoloteando entre ellos. El problema
está cuando en lugar de paquidermos fashion los que te asaltan
continuamente son pensamientos negativos del estilo ‘para qué me
compraría un piso con una hipoteca tan alta, fue un grave error’, ‘he
desperdiciado mi vida estudiante esta carrera’ o ‘nunca llegará a ser
nadie, no sé para qué lo intento.’
Luchar
contra los pensamientos negativos “teniéndolos en cuenta” es como
combatir el terrorismo haciéndole publicidad, es la forma de
alimentarlos, de aumentar el mal rollo y la ansiedad. Si a uno le deja la novia
empieza a decirse que no va a encontrar nunca a nadie que le guste
tanto y deja de salir por “miedo al fracaso”; o se dedica a intentar
ligar como un desesperado para no sentirse solo. Si se preparan unas oposiciones
se puede empezar a pensar que es imposible sacarlas y que se van a
perder muchos años en el intento, y eso puede ser la “excusa” para
dedicarse menos y sentirse más tranquilo. Es curioso cómo siempre se nos
ocurren tantas cosas que hacer cuando nos ponemos a estudiar…
Lo peor de todo es que no tiene que
pasar nada especialmente grave para que uno le dé vueltas al coco y esa
charla con sus pasajeros negativos se convierta en una forma de vivir y
de tomar decisiones. La cuestión es cómo enfrentarse a estos elefantitos cabrones,
si hablando con ellos e intentando “racionalizar”, o dejándolos estar,
sin intentar controlarlos aunque sigan dando la lata, para poder
dedicarnos así a lo que tenemos que hacer. Yo me quedo con esta última
opción que podría resumirse así:
"Siéntete como puedas, pero haz lo que debas."
O pienses lo que pienses, continua tu camino. También cuando buscas empleo
o cuando intentas mejorar tu vida profesional. La metáfora del autobús y
los pasajeros permite tomar perspectiva de hasta qué puntos nuestros
pensamientos negativos pueden llegar a tomar el control desviándonos de
nuestros planes, de nuestra ruta e, incluso, haciéndonos parar. Nuestras
dudas, nuestras sensaciones negativas y los ‘errores’ del pasado nunca
van a dejar de estar ahí, nunca van a bajarse de nuestra vida. Serán
siempre un ruido de fondo existencial que no podremos evitar.
Pero nosotros podemos decidir mirar
hacia atrás o mirar hacia adelante, decidimos escuchar y dar
protagonismo a ese ruido o simplemente lo aceptamos como parte del
‘atrezzo’ cotidiano y continuar. Aceptación versus racionalización,
sobreanalizar versus seguir andando. Que no decidan tus pasajeros por ti.
Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa.
Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciendole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere… Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo.
Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde le dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida. Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen.
Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”. Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver.
¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús¡ Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted.
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