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miércoles, 1 de marzo de 2017

Los 6 arquetipos del amor


A despecho del rigor filosófico de los amantes, que adivinan en su amada todas las formas posibles de amar; existen algunos arquetipos que segmentan el amor en 6 categorías.

Dante Alighieri , menos modesto, pensó en nueve.

Esta clasificación responde más al ocio burgués de los investigadores que a una necesidad real de establecer niveles dentro del amor. No obstante estas objeciones pedantes, resulta interesante indagar, e incluso cuestionar encendidamente, la propuesta científica.

Recorramos entonces los seis arquetipos del amor.


Arquetipo I. Ludus.
El amor como juego.

El arquetipo del Ludus proyecta un amante sin capacidad -ni ganas- de comprometerse. No tiene mayores expectativas sobre la relación más que una satisfacción inmediata. Para este sujeto el amor es una operación lúdica, un juego, aunque no por ello deja de practicarlo con absoluta dedicación.

El ejemplo más claro de este estilo de amor queda reflejado en dos obras fundamentales: Lana Caprina, de Casanova, y Diario de un seductor (Forførerens Dagbog), de Søren Kierkegaard.




Arquetipo II: Ágape.

El arquetipo de Ágape denuncia a todos los que ponen las necesidades de la persona amada por encima de las suyas. El Ágape es el amor desinteresado, el amor que se ofrece sin esperar nada a cambio; y, por lo tanto, difícilmente asociable a la satisfacción.


Arquetipo III: Manía.

El amante en el que predomina el arquetipo Manía siente un amor enfermizo, posesivo, incluso obsesivo.

Se trata de una exacerbación lunática del romanticismo mediante el cual el amante se siente dueño de la persona amada, y opera sobre ésta como si sus deseos no tuviesen el más mínimo peso.

Dentro de esta categoría se encuentran personajes violentos, descarados, casi siempre inclinados a cosificar al otro y a pensar en él como una posesión valiosa.

Un buen ejemplo de contraofensiva contra el arquetipo Manía puede hallarse en el excelente cuento de May Sinclair, Donde su fuego nunca se apaga (Where Their Fire is Not Quenched).


Arquetipo IV. Pragma.

El arquetipo Pragma define a alguien cuyas expectativas amorosas son burocráticamente claras.

Este estilo de amante es notablemente práctico, y conoce a la perfección lo que espera de un vínculo. En general incluye a personas cerebrales que ven al amor como una relación de costo-beneficio.

Sus iniciados más arrojados son capaces de terminar una relación venturosa a los pocos días de iniciada si algo les sugiere un posible fracaso a futuro.


Arquetipo V: Storge.
El amor compañero.

El segundo arquetipo del amor, el amor Storge, clasifica a todos los amantes que ubican al amor como una versión evolucionada de la amistad.

Se interesa especialmente en la afinidades, y las valora como si éstas tuviesen algún peso específico en el deseo. Sus especímenes más radicales se enamoran de personas sólo por el hecho de que comparten algún interés en común.


Arquetipo VI. Eros.

El arquetipo de Eros identifica a los amantes pasionales, emocionalmente arrojados sobre la persona que desean. Su amor se construye sobre el goce estético, sensorial, y desprecian cualquier tipo de atracción que no involucre lo estrictamente carnal.

El modelo del Eros se halla presente fuertemente en el romanticismo, aunque puede hallarse con cierta profusión entre caballeros de cuestionable fidelidad e inapelable sentido común.

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