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jueves, 19 de diciembre de 2013

Maquinas de tortura



EL TORMENTO DE LA RATA

También fue utilizado por la Inquisición, pero su existencia se conoce desde los tiempos de la antiguo China. 

Consistía en colocar una rata sobre el abdómen del torturado, encerrada en un jaula abierta por abajo, mientras los verdugos la hacían rabiar con palos ardiendo, de forma que el animal tenía que buscar una salida y a mordiscos abría un túnel en las tripas del condenado, llegando, a veces, a salir por otro lado del cuerpo




TABURETE SUMERGIBLE

Cuanto tiempo soportarías inmovilizado bajo el agua en esta silla ideada para que las brujas confesaran?

Utilizado principalmente en mujeres acusadas de brujería.
Las brujas eran sentadas en taburetes y atadas con correas, que colgaban de un extremo para que se balancearan y tambolearan. Las víctima era sumergida en un río o charco. No solo que las temperaturas heladas podía matarlas, sino que se las sumergía y se las levantaba por lapsos de cinco minutos o mas.

El proceso solía repetirse hasta que el torturado moría ahogado o confesaba, caso en el cual se ejecutaba al acusado ahorcándole o en la hoguera más tarde.

Fue utilizado en América para las brujas, y en Gran Bretaña para castigar a pequeños criminales y prostitutas.


PURIFICANDO EL ALMA

En muchos países católicos, el clero creía que las almas malditas se podían limpiar si se hacia ingerir al condenado agua hirviendo, carbón ardiendo o ambas en combinación.

Esta tortura solía producirse después de que el prisionero hubiese confesado su herejía cosa que normalmente ocurría tras haber sido previamente torturado y en muchos casos antes de ser ejecutado.


LA RUEDA

Era el más común en la Europa germánica. Convertía al preso, completamente inmovilizado, en verdadero material de trabajo, para que el verdugo fuera descoyuntándole o arrancándole miembros a voluntad. 

Era uno de los suplicios más horrendos de la Edad Media. El condenado, desnudo, era estirado boca arriba en el suelo, o en el patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo asestaba golpes violentos a la rueda, machacaba todos los huesos y articulaciones, intentando no dar golpes fatales.

cuando todos los huesos eran papilla únicamente mantenida por la carne y la piel que los envolvía se le ataba a la rueda para ser expuesto a la muchedumbre, durante días se sobrevivía entre grandes dolores

Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban las cuencas de los ojos de la víctima, hasta que a ésta le llegaba la muerte.


LA DONCELLA DE HIERRO

Un ataúd de exquisita artesanía por fuera y por dentro. Por fuera por la gran cantidad de grabados y relieves que adornaban su superficie; por dentro, por la espectacular colección de pinchos, dirigidos a puntos concretos del cuerpo, que se iban clavando lentamente sobre el inquilino, a medida que se cerraba la puerta.

La doncella de hierro consistía en una gran estructura metálica, similar a un sarcófago y con rostro de mujer. Esta especie de sarcófago, lógicamente, era hueco, y en su interior cabía una persona de forma vertical.

¿Qué es lo terrible de este instrumento?

Sencillo, en su interior, en la parte frontal tenía aproximadamente 8 púas extremadamente afiladas, a las que se sumaban otras 13 de la puerta frontal. Este conjunto de 21 púas, desgarraban la carne con una pasmosa facilidad, aunque, sin embargo, no acababan con la vida de la víctima, pues estaban situadas en lugares estratégicos para que la persona se mantuviese con vida… y sufriera la agonía y el dolor de morir desangrándose lentamente.

Los clavos eran desmontables, con lo que se podían cambiar de lugar, con el fin de poseer un amplio abanico de posibles mutilaciones y heridas que daban lugar a una muerte más o menos lenta.


LA GOTA CHINA

Consistía en inmovilizar a un reo en decúbito supino (tumbado boca arriba) o a un poste o a la pared de modo que le cayera sobre la frente una gota de agua fría cada 5 segundos. Después de algunas horas, el goteo continuo provocaba daño físico en su piel (similar a las yemas de los dedos luego de un baño de inmersión).

Pero la verdadera tortura para la víctima era la locura que le provocaría el no poder dormir, debido a la constante interrupción de las gotas, ni tampoco poder beber esa agua cuando la sed atacara, con lo cual a los pocos días sobrevenía la defunción por paro cardíaco.

Fue muy utilizado durante la Edad Media, y se usaba fundamentalmente para arrancar la confesión o información a la víctima. Era una tortura larga, en la que el torturador no tenía prisa ninguna y lo único que tenía que hacer, era esperar a que la víctima se viniera abajo.

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