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martes, 30 de diciembre de 2014

HIJOS DEL ODIO Y LA VERGÜENZA

Sacando de contexto la teoría de la evolución natural de las especies postulada por Charles Darwin y adaptándola a la eugenesia de la ideología nazi, tenemos la justificación de la creación de Lebensborn (Fuente de vida) en 1935.

 Lebensborn fue una sociedad creada por Heinrich Himmler con el objetivo de expandir la raza aria para convertirla en la nueva raza de Europa. Aunque inicialmente sus trabajos se centraron casi en exclusiva en las esposas de los miembros de las SS, por considerarlos los más puros, luego se extendió a toda la sociedad alemana para fomentar la natalidad de la considerada raza superior. Para ello, se daba asistencia sanitaria y todo tipo de facilidades a los hogares de los puros; a las madres solteras que cumpliesen el canon (tez blanca, ojos azules, pelo rubio y altas) se les proporcionaban hogares de maternidad y ayuda financiera para criar a sus hijos; se administraban orfanatos y se daban en adopción a los arios… e incluso se secuestró a niños en los países ocupados que, tras ser sometidos a un riguroso examen, recibían la certificación de ser lo suficientemente arios. Un autentico programa para poblar Europa de arios.

 La sociedad gestionaba varias instalaciones por toda Alemania e incluso llegó a extenderse por varios países centroeuropeos, pero donde tuvo dramáticas consecuencias fue en Noruega.


Lógicamente, al cumplir los noruegos los cánones establecidos por la raza aria, en Noruega se establecieron varias instalaciones gestionadas por esta sociedad. Algunas noruegas se presentaron voluntarias para este tipo de programas, pero la mayoría fueron engañadas o violadas. Los hijos nacidos de madres noruegas y padres alemanes fueron llamados Krigens Barn (niños de la guerra). Antes de terminar la guerra, y desde el exilio de Londres, el Gobierno de Noruega comenzó a gestionar el odio…

El precio que estas mujeres tendrán que pagar durante el resto de sus vidas será el desprecio de todos los noruegos.



Cuando los alemanes abandonaron Noruega y el Gobierno regresó del exilio, comenzaron su particular cruzada independientemente de las circunstancias de cada madre: a las putas alemanas -así llamaron a estas madres- les raparon la cabeza y las hicieron desfilar para escupirles, las obligaron a dejar sus trabajos, muchas fueron arrestadas e internadas en psiquiátricos… ¿Y los 8000 niños de la guerra? De ellos se encargaron los médicos y psiquiatras noruegos…

Estos niños llevan el germen de las características típicas alemanas de las que el mundo ya ha padecido suficientemente.
Y el Gobierno…

Creer que estos niños se convertirán en ciudadanos decentes es como creer que las ratas de tu sótano se convertirán en tus mascotas.



El Gobierno noruego intentó deportar los niños a Alemania pero los Aliados lo prohibieron, así que muchos de ellos fueron apartados de la sociedad e ingresados en instituciones mentales. Sólo después de 50 años de lucha y tras de sufrir el desprecio de una sociedad entera, el Gobierno reconoció que varios niños de la guerra habían sido objeto de acoso en la sociedad… pero nada más. A fecha de hoy, siguen litigando en los tribunales.

Hay hipocresía en el corazón de Noruega, un país que se enorgullece de la resolución de conflictos en todo el mundo pero se niega a reconocer sus propias víctimas de la guerra. (Randi Spydevold, abogado de los Krigens Barn)

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