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domingo, 7 de diciembre de 2014

Los Secretos de Caramel - prt6

EL ROCE DE SUS MANOS

A Max y  a mí siempre nos gustó el cine. Cuando teníamos  días libres, libres de tareas escolares, salíamos al cine  los fines de semana para relajarnos. Éramos chicos con suerte porque muy cerca de casa, a unas cuadras, había un cine. Nosotros aprovechábamos la cercanía para ir a divertirnos con los últimos estrenos. 

Mamá nos daba permiso pero  también nos decía que teníamos que ir con cuidado porque éramos muy jóvenes y cualquier cosa nos podía pasar. Mamá exageraba demasiado. A nuestros doces nosotros nos sentíamos capaces de ir libres por todos lados e ir al cine sin compañía  era gratificante.
De alguna manera nos sentíamos independientes.

A Max siempre le gustaron las películas de acción. Disfrutaba de las explosiones y que todo sea destruido. También prefería las policiales. Siempre elegía entre esos dos géneros. Yo prefería las películas de fantasía y comedia. Usualmente tirábamos una moneda para ver quien escogía la película, pero en aquella ocasión decidimos ver una de terror.
Fuimos los primeros en entrar a la sala. Pasados pocos minutos se llenó completamente. Era una película de estreno muy esperada por todos,al parecer.  

—Nunca mire una película de terror en el cine— dijo Max.
—No es de terror, es de suspenso.
—No importa, igual nos moriremos de miedo—se rió.
Las luces se apagaron y un sonido  muy penetrante invadió la sala. Los parlantes generaban un ambiente muy tétrico, aterrador e intimidante. Mi piel se escarapelo de miedo. En ese momento pensé que no había sido una buena idea ver esa película.
La mujer de la película caminaba por una carretera en busca de alguien porque se le había acabado la gasolina de su automóvil. Su única esperanza era encontrar un lugar para pasar la noche. Ella no sabía que estaba siendo acechada por un hombre desde que había dejado su auto. Si la mujer no se daba cuenta iba a ser víctima de un asesinato. Esa escena era terrible combinado con todos los efectos.
Yo estaba tan tenso que apretaba fuertemente el apoyabrazos de la butaca. A mitad de la película sentí un roce muy suave. Al principio me asusté pero de inmediato me di cuenta que Max había puesto su mano sobre la mía. Al sentir su piel, la película pasó a segundo plano. “Max no se ha dado cuenta que su mano me está rozando”-pensé. Al principio quise que lo retirara sin que yo le hiciera notar ese incidente. Pasaban los minutos y seguía del mismo modo.
Hubiera sido fácil retirar  mi mano y reírme por su torpeza. No lo hice. Aunque parecía que estaba concentrado en la película, mi mente no prestaba atención a la mujer y a su acosador. Mi temperatura cambió bruscamente y el sudor me empezaba a traicionar. Me aterré  con pensar que Max iba a sentir el calor de mis manos nerviosas.  

Cuando terminó la película las luces se encendieron. Max se puso de pie como si nada hubiera sucedido.
—Nada que ver con las películas de terror. Prefiero las policiales. Y tú ¿Estabas muy asustado, eh?
—No. Creo que el asustado fuiste tú.
—No es verdad, además mis manos no eran las que sudaban.


Max siempre me toma el pelo, pero aun así me agrada su amistad.  Desde ese día él sumó las películas de terror a su lista de géneros favoritos.

SankButterfly

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