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sábado, 26 de octubre de 2013

EL MAGO - por Kevin Christopher


Los niños gritaban de alegría con cada una de sus hazañas, los padres estaban boquiabiertos. Ninguno podía creer lo que sus ojos presenciaban. Un conejo salía de su sombrero, las cartas volaban por sus mangas, El fuego salía de sus dedos, y los pies de su bella ayudante se levantaban del suelo casi pegando con el techo. Todos y cada uno de los presentes esperaba con ansia el próximo de sus trucos. Tanto grandes como chicos, incluso hasta los más escépticos comenzaron a creer en la verdadera magia.

— Y para mi siguiente truco —Dijo el Mago—. Necesito a un participante
Los niños gritaban y apuntaban al cumpleañero.
— Ven aquí Dylan —La bella ayudante tomo su mano y lo condujo hasta el escenario—. Dime Dylan, ¿Qué edad cumples hoy?
— Seis —Respondió con una gran sonrisa. Los invitados aplaudían y los padres grababan.
— Vaya…vaya, sí ya eres todo un hombre. —Dylan Río—. ¿Estás dispuesto a ayudarme con mi siguiente truco?
— Claro que si —La emoción se filtraba por sus ojos.
— Está bien… —El mago saco de uno de sus bolsillos una gran cortina roja, se la dio a su ayudante y la extendió— ¿Me concedes el honor? Dylan
— OCUS POCUS —Dijo saltando eufórico, los invitados volvieron a aplaudir.

La sabana cayó y detrás de ella apareció una gran caja; Era negra y tenía extraños garabatos grabados en la madera. Tenía solo una puerta entre abierta.

— Por aquí —Dijo el mago extendiendo la mano y señalando la entrada. Dylan entro.

La sexy ayudante cerró la puerta, los flashes de las cámaras inundaban la sala, y todos presionaban el botón de grabar. El mago se tocó la cien y cerró los ojos, concentrándose, balbuceando cosas en voz baja. 


— Apparet —Grito mientras sacudía sus manos.
La puerta se abrió y todos aplaudieron. Dylan había desaparecido. La caja estaba vacía, los padres estaban sorprendidos y algo nerviosos. El mago se colocó el dedo en los labios y comenzó a pedir silencio. Su ayudante simplemente posaba y sonreía, todos los adolescentes estaban enamorados de ella. Volvió a colocarse los dedos en la cien y a balbucear con los ojos cerrados.

— ¡Iocum! —Grito esta vez y la puerta se abrió soltando un extraño humo verde.
Ahora nadie aplaudió. Los niños y los padres se quedaron paralizados.

— ¡Tararan! —Exclamaron el Mago y su ayudante.
Un niño grito y corrió, un joven vomitó y la madre se desmayó. “¿Pero qué sucede?” Pensó el mago confundido.

La caja estaba cubierta de viscosidades de todos los colores. Allí estaba Dylan, convertido en una extraña masa sin forma. Sus piernas estaban por encima de sus hombros, sus manos estaban dentro de su boca, su estómago estaba por fuera exhibiéndose mostrando su carnosa consistencia. La espina dorsal sobresalía por su cabeza como una larga antena. Sus brazos eran dos cilindros por los cuales corrían ríos de sangre. Y sus ojos miraban con miedo a todos sus invitados. El mago lo miraba orgulloso de sí mismo “Sin duda esta ha sido mi obra maestra” pensaba contemplándolo. Dylan soltó unos gruñidos con lo que le quedaba de cuerdas vocales, haciendo un sonido que erizo los bellos de todos. La sala era ahora un caos, con gente corriendo escandalizada y vomitando por todas partes. Con gente cayendo al suelo inconsciente, y con orina de niños que se morían de miedo.

— Creo que no les agradó —Dijo al oído la ayudante al mago.
— ¿Pero cómo no pudo gustarles? —Respondió— Solo mira que hazaña acabo de hacer.

La madre de Dylan se acercó a su hijo y lo abrazo mientras lloraba:

— Dylan…Dylan aquí esta mamá…Dylan…Dylan —Todo su cuerpo temblaba mientras su vestido se llenaba de Bilis.
— ¡Hijo de puta! —Grito su padre y corrió a por el mago. Un grupo de adultos lo siguieron. El mago al ver esto cogió la mano de su ayudante y corrieron fuera de la casa.

******

El sol estaba ocultándose, entre las hojas de los árboles se filtraban pequeños rayos de luz naranja. Las pisadas se escuchaban cada vez más próximas, haciendo que él mago apresurara el paso, evadiendo ramas y saltando raíces salidas de los árboles. Conocía muy bien aquel bosque, los últimos siete meses habían sido de alguna forma su hogar. “Me encanta esto; La belleza del bosque, la belleza del sol, la belleza del agua, y de todas sus creaturas” Le decía a su ayudante cada mañana. Algo crujió y seguido a aquel atronador sonido alguien cayó. — ¿Scully? —Grito girándose para encontrarse con Scully su bella ayudante en el suelo, un hilo de sangre corría por su rostro. —Mi pierna— Dijo cayendo al intentar reincorporarse. Un hombre emano de unos arbustos. —Aquí están —Grito. Las ramas se sacudieron, las pisadas y los murmullos se acrecentaron. El mago se apresuró para levantarla, su cuerpo era más pesado de lo que recordaba. Dieron dos pasos juntos y cayeron. —Corre —Susurro en su oído. El mago se levantó y busco un lugar para esconderse.
— ¡Maldita zorra!… —Sonaba desesperado— ¿Qué le han hecho a mi hijo? —La rabia contenida lo hacía mostrar los dientes con cada palabra, sus cejas arqueadas y su arrugada frente le daba una pinta espeluznante. — ¡Devuélvanmelo hijos de puta!

Scully cerró los ojos y comenzó a cantar. Tenía miedo, temía por su vida, no sabía de qué eran capaces aquellas personas. Su madre le había enseñado una canción de pequeña, la llamaba “Una tenue luz en el espacio”

— ¿Pero qué demonios? —El hombre estaba ahora más que furioso, el canto de la mujer hizo que las venas de su cuello se dejaran notar.

Aquella canción siempre la tranquilizaba cuando tenía miedo. En las noches más oscuras, en las grandes tormentas, incluso en las situaciones más horribles. Una tenue luz en el espacio la hacía olvidarse de todo.

— Mi Dylan… Oh mi pobre Dylan… Maldita puta…
Su voz era angelical, era de otro mundo. Incluso algunos se sintieron un poco entumidos y relajados. Jamás habían escuchado algo igual. La paciencia se le había acabado, la imagen de su hijo convertido en algo indescriptible hizo que su cordura desapareciera. Tomo una gran roca que estaba a su lado, la levanto por encima de sus hombros y la lanzó con fuerza poniendo punto y final a aquella linda canción.

“Scully…Scully… ¿pero que han hecho?” El mago miraba todo desde su escondite. Miraba su cabeza abierta, miraba sus ojos sin vida que miraban el cielo. —Perdóname Scully —Susurro apretando las manos. Sabía que por más fuerte que lo gritara sus oídos no lo escucharían.

******

Un policía río, mientras el otro escuchaba atento lo que decía aquel hombre que juraba haber visto monstruo.

— Tienen que creerme…lo digo enserio.
— Espera…Espera —Dijo el policía riendo— Hey bob…tienes que escuchar esto —Llamo a su compañero— No había escuchado algo tan gracioso desde la vez que un hombre juro que su perro intento hacerle el amor.
— Pero por dios…les juro que no estoy mintiendo…yo lo vi.
— Cuéntale señor UFO…cuéntele lo que vio.
— Le estaba siguiendo el paso a toda velocidad, el bastardo no se me iba a escapar. Llegue a un pequeño arroyo, mis compañeros se habían quedado atrás. Entonces fue cuando lo vi. Se encontraba del otro lado, se estaba quitando la piel. Quitaba gajo tras gajo, mostrando su verdadera forma.
— Aquí viene lo bueno…presta atención bob.
— Su verdadera piel tenía un extraño color amarillento… ¡Como el de un gusano! Sus dedos eran largos y se enroscaban entre ellos. Su rostro era horrible, esos grandes ojos negros como el abismo me miraron por algunos segundos en los que sentí el escalofrió más espantoso de mi vida. Entonces corrió tras unos arbustos, después desapareció. Dejando su piel en la hierba.
— ¿Y que hay de esa piel? Los muchachos y yo echamos un vistazo por la zona y no encontramos nada.
— Eso es porque cuando la recogí se desvaneció entre mis dedos como agua —Bob soltó una risotada salpicando saliva y fragmentos de rosquilla— Por favor tienen que creerme.

******

De los ojos del mago comenzaron a salir lágrimas. “Así que esto es a lo que llaman llanto” pensó. Tecleo un código de dígitos y la puerta se abrió. Dentro estaba lleno de luces de todos los colores. Se sentó en el asiento del conductor y activo varios botones. La nave comenzó a levantarse.

— Como dicen aquí: Te echare de menos Scully. Aprendí mucho en estos últimos siete meses; Incluso comprendí y experimente lo que llaman “Sentimientos” — Acciono una palanca y su cuerpo se pegó al respaldo del asiento por la velocidad— La fauna es bellísima, y los animales son muy simpáticos, ya que no son como las personas. Ellos no tienen rencor, o avaricia, ellos solo disfrutan de su alrededor, como lo hice yo en mi estadía. Las personas son tan extrañas que ni mis más grandes demostraciones fueron de su agrado. Incluso me atacaron después de que les enseñe mis dones. Jamás volveré a este lugar. Jamás volveré a hablar bien de un humano, ya que me demostraron que son ruines y peligrosos. Solo quiero volver a mi hogar, mi dulce hogar. —Por las ventanillas se podían apreciar millones de estrellas— Sin duda alguna queda demostrado que en la tierra…los humanos ya no tienen aprecio por la verdadera magia.

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