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lunes, 6 de mayo de 2013

El héroe del barrio, por Sinuhé.


Hoy, dentro de lo trágico de la situación, me he llevado una grata sorpresa al comprobar que todavía queda gente con buenos sentimientos; gente que es capaz de poner su vida en riesgo gratuitamente por salvar la vida de su prójimo.
El prójimo es éste caso ha sido un vecino, aunque en esta sociedad deshumanizada y acelerada que nos toca vivir, los vecinos nos sean  en muchos casos completamente desconocidos.
La cuestión es que al rato de llegar a casa ha comenzado a extenderse un fuerte olor a quemado y, a los pocos segundos, una densa nube de ennegrecido humo acompañada de un enorme griterío han invadido todo el vecindario.


Mis padres, mi hermana y yo, con las narices pegadas al cristal de la ventana, hemos podido ver como una de las casas bajas de la acera de enfrente, la de la anciana que tiene un montón de perros, ardía en llamas.
Los aullidos agudos de los perros se escuchaban mezclados entre el crepitar y crujir de maderas y muebles y los gritos del gentío, que a una distancia considerable, contemplaban el espectáculo formando un semicírculo en medio de la calle.
En eso estábamos, imaginando en nuestras mentes los churrascos en los que se iban a convertir tanto la anciana como sus canes cuando, Manolo el frutero, que regenta su negocio un poco más abajo de la calle y al que la cosa le ha pillado cuando estaba bajando la persiana, se ha hecho hueco a manotazos entre el atónito público y, sin pensárselo dos veces, se ha acercado a la casa, le ha dado un patadón a la puerta y se ha colado dentro.
Un silencio tenso se ha generado al instante en toda la calle, parece que todo el mundo contenía la respiración durante el minuto largo en el que el frutero ha estado dentro de la casa, hasta que al fin ha salido triunfal con la anciana en brazos. En ese momento la muchedumbre ha estallado en vítores de alegría, pero Manolo, héroe declarado del barrio a partir de hoy, ante las ojipláticas miradas de todos los parroquianos se ha vuelto a introducir en la casa hasta tres veces más, para sacar en cada ronda a dos perros bajo los brazos, hasta el total de seis que tenía la viejecita.
En fin, seguro que la heroicidad de Manolo es portada mañana en todos los periódicos y el tema del incendio queda en segundo lugar. No ha estado mal, aunque no es precisamente lo que yo tenía en mente… la próxima vez tendré que usar más gasolina.

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