El Raticate de tu rival sufrió graves heridas... pero, por contratiempos en la nave, él no pudo llegar al Centro Pokémon a tiempo y Raticate fallece. La verdadera razón por la cual tu rival está en Pueblo Lavanda es para darle a su amigo un lugar donde finalmente pueda descansar en paz. A pesar de todo esto, tu rival nunca reclama que eres responsable de la muerte de su Pokémon. Él esconde su dolor y canaliza esa energía en la motivación que él necesita para continuar su misión de convertirse en el Campeón de la Liga Índigo. La muerte de su Raticate, efectivamente destruye su picaresca inocencia. Aunque se repite a sí mismo que no eres responsable, él subconscientemente mantiene un resentimiento enorme hacia ti, lo cual potencia su ambición. Jurando en lágrimas sobre la tumba de su Raticate que no fallará en lo que se proponga, entrena duro esperando ser mejor que tú... derrotarte... y eventualmente llegar a la Liga Pokémon. Apenas momentos después de ser el Campeón, es derrotado... por ti. Aunque cumplió su promesa, fue por un breve y doloroso instante. Al final, tu rival es regañado, mientras tú recibes los alabos del Profesor. Durante el juego, te robas la inocencia de tu rival, aplastas sus sueños, y finalmente te robas el amor de su propio abuelo. Oh, por cierto, tu rival no tiene padres. Es huérfano.
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