1) Nada será perfecto:
Una de las razones por las que nos encontramos tan estresados y abrumados por el día es la noción de que las cosas deben ser limpias y ordenadas. Esperamos que las cosas no salgan mal. Pero cuando lo hacen, nos enfadamos. Lloramos feo. Buscamos culpar a la economía, a un mundo interconectado y a otros.
La realidad es que este concepto de perfección es una ilusión. Vivimos en un mundo en el que hay millones de pequeñas acciones sucediendo al mismo tiempo, impactando a millones de otras personas. Las cosas pasan rápido, son complicadas, inciertas e impredecibles. Así es la vida.
2) No podemos controlar el caos. Pero podemos controlarnos a nosotros mismos:
Aceptemos que el único control que realmente tenemos durante el día es cómo controlamos el caos. ¿Así que para qué tratar de controlar cosas que no están en nuestra esfera de control? Debemos redirigir ese esfuerzo de controlar a nuestro jefe o a nuestros seres queridos hacia nosotros -y la forma en que pensamos sobre la situación, y la forma en que la controlamos-”.
3) La acción crea emociones positivas:
Con tanta información viniendo a nosotros de todos nuestros dispositivos y las noticias, de nuestros amigos y nuestros compañeros de trabajo, fácilmente podemos vernos abrumados y paralizados. Nos quedamos estancados en analizar situaciones, esperando que más información nos ayude a tomar decisiones. Pero el camino hacia adelante no es necesariamente más información, sino que más acción.
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