En primer lugar hay que tener en cuenta que en los primeros años de este invento los retratados debían de armarse de paciencia para que el daguerrotipo captara la instantánea, un proceso en el que podía tardar varios minutos en captar toda la luz y plasmarla sobre un material.
Y en segundo lugar existía una razón cultural, pues en aquella época la sonrisa no era un gesto demasiado bien visto. En Occidente se la consideraba un gesto infantil e incluso de desdén.
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