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sábado, 12 de julio de 2014

Abandona el Arte / Salva a los hambrientos

Ver y crear una imagen es una misma actividad. Aquellos que crean arte están también creando a los hambrientos. Nuestro mundo es una ilusión colectiva.

Es una gran ironía que el mito del artista celebre su sufrimiento, mientras que aquellos que nunca han oído hablar de arte, los que sufren hambrunas, sequías y enfermedades endémicas son los verdaderamente pobres y los más jodidos. Y en esta perversión de lo que alguna vez fue una misión religiosa, los artistas niegan que sean más que meros trabajadores, niegan el arte mismo y ayudan a impedir que el hombre descubra la luz que lleva dentro de sí.

El arte es definido por una élite que se autoperpetúa como mercancía internacional, como inversión segura para los ricos que lo tienen todo. Pero llamar a un hombre artista supone negarle a otro el mismo don de la visión, y negar a todos los hombres la igualdad es reforzar la desigualdad, la represión y el hambre.

Todo lo que aprendemos nos es ajeno. Nuestras historias se construyen sobre la herencia dejada por hombres que han aprendido sólo a reemplazar un concepto con otro. Nos dejamos la piel por aprender lo que no sabemos, siendo así que nuestros problemas no serán resueltos por nueva información, sino comprendiendo lo que ya sabemos. Es hora de reexaminar la naturaleza del pensamiento.

Las ficciones ocupan nuestras mentes y el arte se ha convertido en un producto porque no nos pensamos a nosotros mismos y al mundo como susceptibles de ser cambiados fundamentalmente. Así que nos escapamos al arte. Es nuestra habilidad para transformar este mundo, para controlar nuestra conciencia, lo que estamos dejando morir.

Necesitamos controlar nuestras propias mentes, comportarnos como si la revolución ya hubiera sucedido. Pintad todos los cuadros de negro y celebrad la muerte del arte. Hemos estado viviendo en un baile de máscaras: aquello que solíamos llamar nuestra identidad no era más que un conjunto adoctrinado de nociones y prejuicios que nos están aprisionando en la historia. De la creencia en nuestra propia identidad no deja de fluir una corriente de miseria; de ahí sale nuestro aislamiento, nuestra alienación y nuestra creencia en que la vida de otra persona es más interesante que la nuestra propia.

Sólo valorando a todo el mundo por igual encontrará cada uno de nosotros la liberación. Tenemos derecho a pedir el fin de la historia. Seguir produciendo arte es hacernos adictos a nuestra propia represión. El rechazo a crear es la única alternativa que nos queda a aquellos que deseamos cambiar el mundo. Abandonad el arte. Salvad a los hambrientos.


Tony Lowes, de su campaña "Abandona el Arte/Salva a los hambrientos" (1986)


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