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martes, 16 de abril de 2013

El violinista y su amada


No has sentido cómo algunas personas sienten una rara inclinación hacia ti, estas personas llegan a necesitar tu compañía, necesitan ese sentimiento de tu presencia mostrándote una cierta importancia en sus vidas, bueno así sucede esta historia. Pero no exactamente con la presencia de una persona, más bien de un instrumento, algunas notas leves interpretadas por un dedicado artista, llamado Mateo.

Mientras Mateo cada tarde, entregado al arte de interpretar, tomaba su violín, así como un testigo de jehová decide apegarse a la biblia, bueno Mateo consideraba su violín indispensable en todo tipo de situaciones. Si se llegase a sentir triste, tan sólo era un movimiento para que el violín expresase aquél sentimiento, si estuviese feliz, así mismo el violín sonaba con sus armoniosas cuerdas rompiendo todo esquema de frialdad en ese momento.

Cosa que a nuestra querida Amanda no le gustaba, no era tan amante de la música, ella prefería estar en silencio acompañada de un buen libro a la luz de un tabaco prendido, tanto así que el humo de éste no le dejase ver realmente lo que pasaba a su alrededor, tan sólo concentraba su mirada en esas líneas, aquellas tan delgadas que al leerse la intrigaban más por ese futuro que ella quería saber ansiosamente, sentía que las palabras estaban escritas de tal forma que ella se sentía trasladada a paisajes inimaginables, llenos de unos personajes que realmente terminaban siendo un reflejo de su propia personalidad, en donde ella era capaz de fugarse de la realidad, de escaparse de ese triste infierno en el que vivía, más allá que un refugio, era un vicio para ella. Claro está, además del tabaco, leer era su vicio más notable y constante.

Regresando a nuestro dedicado Mateo, solía ser un chico muy callado, muy respetuoso y además demasiado observador, parecía realmente alguien extraño a la vista de otro, en donde éste sólo lo miraría como un bicho raro, una persona sin rumbo. Aunque esto era tan sólo la portada que Mateo mostraba, si lo conocías profundamente se trataba de alguien extrovertido, alguien que en su rol de intérprete lograba conmoverte con cualquier tipo de obra, cualquier emoción que él quisiese mostrar; lo lograba.

Gente totalmente diferente la podemos hallar en un mismo lugar, aunque no lo creas estos dos polos opuestos se encuentran en aquel sitio donde la luz de la luna es efímera, donde el eco de los gritos mutuos se desvanece tan rápido como la leve sensación de seguridad, donde todos sus habitantes son extraños entre sí, en esta adorable ciudad no existe el nosotros, tan sólo el yo, sólo existe la posibilidad de conocer al otro, con una única intención; el saber cómo podrías llegar a divertirte…

Con esta sublime idea rondando en el pueblo la gente comienza a hacer viajes repentinos, de un sitio a otro a través del pueblo, acompañados de la naturaleza que siempre observa, tanto así que el sol no penetra fuertemente en el pueblo es algo así como el sol de la tarde, aquél que es semi-inconcluso, ése que nos muestra la verdadera belleza de la naturaleza y nos traslada a nuestros pensamientos, donde examinamos la relación entre éste y nosotros. Pareciendo en este pueblo casi siempre de noche, oscuro,cubierto por un gran espesor de arboles, unas brisas rápidas, cerca habría una playa algo pequeña y modesta pero no adaptada para una sociedad, a lo lejos podían verse una que otra cabaña humilde, pero la que sobresalía era increíblemente bella, un techo cubierto de paja bien esbelta, debajo de ésta se alcanzaba a detallar una madera muy café, pareciese como si le hubieran aplicado pintura encima, pero no, ésta era totalmente natural, el hecho de que se viera así era el reflejo del sol en el agua, claro esta cabaña estaba ubicada a la orilla costera, y su color caqui natural resaltaba aún más gracias a esto. Cosa que casi nadie sabía, era que la cabaña estaba abandonada y permanecía así de hermosa y “cuidada” al parecer por hechos inexplicables, como ya se imaginarán nadie se interesaba por los asuntos de los demás allí, existía un egoísmo totalmente evidente.

Buscando y buscando diversión, Amanda vio a un joven entre la neblina, mientras el sol se ocultaba y la luna comenzaba a emerger. Parecía como si este joven estuviese acercándose a ella con un propósito algo coqueto, Amanda se sonrojó un poco, durante la intersección en el cielo no se notaban las mejillas ruborizadas de Amanda, el chico extraño vestido con una chaqueta un poco elegante, una camisa gris, una bufanda negra que adornaba su barba, unos jeans rotos y unos zapatos casuales, le despertó alguna emoción a Amanda, no sabría explicar realmente qué era, tan sólo se sentía interesada, este joven con una barba descuidada, algo así de unos 3 o 4 días, ya podía notarse su volumen asomándose por la barbilla, y claro su sombrero, aquél que no cegaba a Amanda por el sol, pero en cierta parte resaltaba por la luna.

Amanda algo nerviosa decidió hablarle, en lo que podemos decir ella no era tan inadecuada para un tipo como estos, una mujer rubia con un toque pelirrojo en su pelo, lacio y largo a la altura de su coxis, unas gafas con marco negro y lentes oscuros, realmente no se apreciaban sus ojos, cosa lamentable, chaqueta de jean acompañada de una blusa de malla negra, un pantalón blanco y unos tacones lo suficientemente altos para no parecer vulgar, estos dos personajes indudablemente se conectaron, así de simple como cuando sentimos una inclinación a algo, pero en cierta parte se tenían una aversión el uno al otro, aunque no tenían un por qué aparente. Al Amanda decidir hablarle le dijo – Hola, cómo te llamas ? – preguntó ella, de vuelta escuchó – Mateo, y tú ? – Intrigada por este nombre, respondió nerviosa (la voz varonil la habría llevado a este estado) – Amanda, mucho gusto Mateo – por un momento estos dos a punto de conocerse se olvidaron de el propósito que se había expandido por el pueblo, llegaron a un amor extraño, un amor repentino en donde los dos eran unos desconocidos aunque sentían un apego al otro, así como madre e hijo.

Continuaron con su romance, Mateo tan tierno dedicándole piezas musicales interpretadas por él, claro está, él y su violín. Aunque Amanda molesta (no le había dicho que no le gustaba la música mucho que digamos), seguía halagándolo y cortejándolo con aquellas citas tomadas de los libros ya leídos, esos libros que habrían formado parte de su identidad. Un cortejo por parte de ella, mientras él adornaba el ambiente con bellas melodías producidas por el violín, llegaron a fortalecer este romance de tal forma que parecía inexistente, como dije sintieron cierta aversión al principio. Así continuaron durante meses, e incluso un par de años hasta que tomaron una decisión realmenteimportante en sus vidas, decidieron casarse, dar ese paso a toda una vida juntos, ya era más que obvio, se querían muchísimo, era notable de ambas partes de la relación.

Mateo cegado por el amor que le tenía a Amanda se imaginó en cierta forma que ella sería la mujer elegida, no estaba totalmente seguro sentía algo extraño por parte de ella, algo así como una repulsión algo que lo detenía en ciertos momentos cuando él tocaba el violín para ella y observaba su cara, parecía una cara de desprecio a su arte, aunque él no lo veía así, era su amada y bueno nadie es perfecto o al menos eso él creía, entonces seguía tocando para ella pensando que con la alegría del violín todo se arreglaría. Aunque Mateo no lo pensaba tan sólo, le dijo a Amanda – Si estás triste, angustiada o preocupada por algo, tranquila mi violín y yo te haremos alegre el rato – dijo Mateo con una sonrisa en la cara, aunque Amanda no lo tomó de buena manera – A mí nunca me ha gustado el violín, no me gusta la música se nota que no me conoces bien, ese violín es asqueroso al igual que todos los instrumentos – dijo Amanda en tono ofensivo, Mateo un poco impresionado, digo un poco porque él ya sentía algo así desde hace tiempo, simplemente mientras la miraba con rencor decía – si tanto lo odias significa que a mí también, este violín representa todo lo que yo soy – dijo frustrado; - pues nunca lo había pensado así, en cierta parte creo que sí, ese violín te representa y yo lo odio – dijo Amanda en forma burlona, aunque Mateo no lo vio así, lo sintió como una ofensa personal y también le dijo algunas cosas – a mí me tampoco me gusta que tú leas a cada momento, ni siquiera prestas cuidado a nuestra relación, pareces un ratón de biblioteca metido en sus libros que no aprecia la vida real – dijo Mateo convincentemente, Amanda ahora sí se sentía realmente ofendida, - está bien por qué no terminamos esto entonces… - dijo Amanda, - entonces vete con tus libros a tus mundos de fantasía, yo seguiré viviendo la vida real sin ingenuidades – contestó Mateo, esto molesto increíblemente a Amanda, pareciese que lo fuera a matar, midió las consecuencias y saliendo únicamente le dijo – espero y no te arrepientas de lo que has dicho, querido Mateo, tú y tu violín la pagarán – mientras riendo se retiraba…

Meses después, Mateo intrigado y ansioso porque Amanda nunca apareció a pesar de su extraña amenaza, decidió ir a la cabaña abandonada en la playa, quizá allá la encontrase, tomó su violín y emprendió su camino, durante el camino iba pensativo, pensaba qué pasaría si la encontrara allá, también pensaba qué pasaría si no la encontrara y mientras eso la luna lo acompañaba, podríamos decir que a la luz de la luna él caminó hacia la playa, al llegar se sentó en las escaleras de la cabaña y comenzó a tocar su violín, algo suave y tranquilo, notas que al escucharse te pueden seducir de tal manera que te olvidas donde estas, mientras tocaba logró escuchar pisadas, ésas mismas que se sienten en la arena, luego una voz le dijo – te vi a lo lejos, creí que venías solo pero no; de nuevo con ese maldito violín - Mateo sólo ignoro esta voz, entonces sintió una mano en el hombro – oye, no me escuchas ? estoy aquí – Mateo decidió voltear y confirmó su sospecha, era Amanda, él sabía que de nuevo le haría un escándalo y por evitar hacerlo publico le propuso algo – por qué no entramos a la cabaña ? está haciendo frío, prefiero estar allí – dijo Mateo, - sí, tienes razón vamos adentro – dijo Amanda aparentemente normal. Amanda entró primero a la cabaña y se quedó mirando a Mateo – entra, no hace tanto frío – Mateo entró, y sorpresivamente Amanda lo recibió con una puñalada en su estómago, loque ella no sabía es que él no era tan débil como parecía, sonó un golpe en el piso, el violín acababa de caer de las manos de Mateo y se rompió a la mitad contra el piso de madera de la cabaña, Amanda parecía contenta, lo demostró con una sonrisa; Mateo la miró a los ojos fijamente y ayudado de su pierna logro tumbarla, de una manera tan fácil que parecía increíble, pero era lógico, Amanda no esperaba ningún tipo de ataque, ella mientras estaba en el piso tomó su puñal y desgarró la pantorrilla de Mateo, inmediatamente éste cayó de rodillas, Mateo agonizante tomó varias astillas del violín roto y junto con la blusa de Amanda rasgó el vientre de ésta en forma de corazón, acompañado con algo más, que por la sangre de los dos no lograba notarse bien, en ése momento fallecieron, en aquella cabaña que fue el testigo de su amor, de su desinteresado amor, aquél que lograba despertar envidia a quienes lo vieran. Los habitantes del pueblo al pasear por la playa, se dieron cuenta que había un rastro de sangre que salía de la entrada de la cabaña, sangre mezclada con arena parecía algo raro, pero por su color rojo oscuro logró notarse lo que realmente era, al encontrarlos limpiaron la sangre en la cabaña y lo que lograron ver fue una pantorrilla con un “te amo” escrito, y un vientre con un corazón y un “yo también”…

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