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domingo, 21 de abril de 2013

La música del fin


Así que me senté en mi viejo banco, frente al gran piano que solía tocar hace ya tantos años y empecé, las notas fluían mientras veía todo desaparecer, no necesitaba de nada más, la música era mi alma y musa en ese momento, no importaba que mi vida fuera arrancada instantes después, mi alma seguiría tocando bajo aquel embrujo que sólo las notas me podían dar, mis viejas manos se movían a un compás natural como si nunca hubiesen pasado estos 12 años, las graves y agudas se mezclaban entre sí y los altibajos salían de la vieja madera, de la caoba y los acabados de pino, de aquellas cuerdas por las que se sentía el tiempo no había pasado

Me senté a contemplar con mi música, como esta avivaba el paisaje desolado de caos y muerte, tenía una vista hermosa cierta mente, toda la ciudad en ruinas, cadáveres por doquier, restos de automóviles y demás vecindarios que solía frecuentar que ahora yacían en la miseria, condenados deambulando por doquier, hombres muertos en vida escapando buscando una razón para seguir adelante, espectros que salían a contemplar mi arte, mi forma de terminar con el acto, mi forma de acabar con mi vida

Subía la intensidad de las notas y podía sentir cómo mi cuerpo se movía a tono con mi alrededor, sentía todo más lento pero mis dedos se movían apresuradamente, parecía como si pudiese controlar el tiempo, como sí con mis notas controlara el final de la vida y eso, era una sensación espectacular

Derrepente pude ver como fuego y acero caían del cielo, incendiando y destruyendo todo a su paso, devorando cual jauría toda cosa que se interponía, veía a lo lejos condenados incinerándose y caras conocidas corriendo prendidos en llamas, ¿Por qué corren?, me preguntaba, sí sólo hay que entregarse al final, o ¿es que acaso el de la percepción errónea era yo?, si para mi ya no tenía una continuación, ¿Por qué morir en un paisaje aún más inhóspito y desolado? si aquí era feliz, con mi piano, viendo morir todo, viendo cómo mi realidad se transformaba en un castillo de arena, frágil, que con el simple soplido infernal terminaba

Un círculo de fuego se formaba a mi alrededor, las llamas se movían, bailaban ante mis ojos y yo gozaba al verlas, era hermoso, simplemente hermoso...

Éramos mi viejo piano y yo tocando para el fin del mundo, nosotros poníamos la tonada que acabaría con todo, terminaba mi pieza y con ella mi materia, sentía mi carne separarse de mis huesos, el arrebato de mi ser más no de prolongación artística, yo seguiría tocando, yo seguiría avivando las llamas del fin

Seguía viendo el fuego ante mi, no quemaba, no me hacía anda, era un atento oyente y espectador de mi magia

Todo era perfecto, todo era hermoso

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