Tomé su fría y ensangrentada manita y la besé, no me importó que la sangre dibujara una mancha macabra alrededor de mi boca. Dejarla ir fue doloroso, pero mas lo fue quedarme sentada en esa pútrida sala de velación, observé el pequeño féretro blanco que se llevaba la luz de mis ojos: Mi hija. Después del entierro me aislé, nunca volví a sonreír pues mis fuerzas habían muerto con ella y mis ganas de vivir están enterradas en el camposanto.
Ya no me queda nada...
¡¡Es un milagro!! Ayer vi a mi hija, sentada en la alfombra de su habitación, sabía que había un error y que ella estaba viva. Ha pasado 1 año y por fin tengo de vuelta a mi hija. Mi marido parece no querer reconocerla, dice que estoy consternada por la muerte de nuestra hija. ¡Pero ella está allí!, juego ahora mismo con ella ¿Por qué no quiere verla? ¡Mira! ¡Aquí está! ¡La estoy cargando en brazos!. Esta bien, vete hombre malo. Los días pasan y mi hija crece y crece, nadie quiere verla, pero yo la tengo aquí en mis brazos, sentada en la mecedora le arrullo. Envuelta en esta cobija roja está ella; mis padres, mi marido, mis amigos, todos dicen que esto me afecta, que no quiero dejarla ir, ¿Y como dejarla ir si ella está aquí conmigo?.
He discutido con mi marido, dice que si no dejo este jueguito me internará en un manicomio, ¿Cuál juego? Solo cuido que mi hija, quien duerme ahora, no sea arrebatada de mis manos una vez más, ¿acaso estoy haciendo mal?. Ya nadie quiere estar cerca de mí, abandoné mi trabajo, dejé de salir con mis amigos, ya nada me importa salvo estar con mi hija. Me encanta jugar con ella, sentir sus diminutas, y a veces frías manitas en mi cuerpo. Ella lo es todo.
¡Hoy mi hija se puso de pie!, está a punto de caminar, aunque mi marido se haga el tonto y afirme no verla, yo sé que está ahí, paradita, ¡que linda! Mi hija está creciendo.
Ya camina, y le hace travesuras a mi marido, lo asusta parándose detrás de él y reflejándose en el espejo, le esconde el control remoto de la televisión y le balbucea en el oído cuando duerme, me encanta ver como se sobresalta. Esas son las pruebas de que ella está aquí, ya la escuchó y la vió, pero insiste en decir que es solo una fantasía. Yo no sé porque lo niega si esa niña tan hermosa y traviesa está aquí con nosotros.
Hoy he tratado de llevarla afuera, pero al abrir la puerta y tratar de sacarla la luz del sol pareció lastimarle, gritó y se escondió detrás de mi. No dejó de dar alaridos hasta que cerré la puerta, entonces ella rompió a llorar. La cargupe en brazos y la llevé a su habitación, tardé en hacer que se calmara pero por fin logré que se durmiera, ¿Por qué habrá reaccionado de esa manera? Estoy tan confundida...
Por fin todos se dieron cuenta de la existencia de mi hija, mis padres han oído su llanto, pero al subir dijeron que no había nada. ¡Pero si la han escuchado!, mi madre entró al baño y pegó un tremendo grito, salió llorando, dijo haber visto a mi hija ensangrentada a través del espejo, subí corriendo temiendo que se hubiera lastimado, pero estaba bien, dormida en su camita. Tan bella mi hija.
¡Estoy harta!, ya me cansé de que me tiren de loca y se nieguen a aceptar que mi hija esta aquí. ¡Que se vayan al diablo!. Eché a mi marido de la casa, pues sus gritos ofensivos hacia mi han hecho llorar a mi hija, lo eché y cuando salía del arrojé una maceta que se partió en mi pedazos al estrellarse contra su cabeza, cayó inconsciente. Mi hija se subió a su cuerpo inerte y como es tan inocente y no sabe lo que hace, le sacó los ojos. Claro que la perdoné, es solo una niña.
Amenacé a mis padres que no regresaran, pero lo hicieron. Cuando llegaron entraron a la habitación de mi hija con tal escándalo que la despertaron y le hicieron enojar, pagaron muy alto el precio: mi padre terminó con le cuello roto y a mi madre le arrancó la lengua, murió desangrada. La perdoné, porque ellos al hicieron enojar.
Ahora estamos solas mi hija y yo, nos aves que vida tan feliz llevamos ella y yo, pronto entrará al kínder y me hace la madre mas orgullosa, solo espero que no le hagan enojar o ella se desquitará, como cualquier otro niño.
Ahora estás aquí, has seguido nuestros pasos, me has ayudado a cuidar a mi hija y tanto tu como yo sabemos que es real. Sé que la ves, ahí dormida. Gracias por cuidarnos, ahora debo continuar yo sola, pero te buscaré para que asistas a su graduación de kínder, de primaria, de secundaria, a su boda, el bautizo de sus hijos...
Gracias por todo, puedes irte... ¡¡SHH!! No hagas ruido, mi hija duerme.
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