Salgo a lavarme la cara y a fingir una sonrisa de nuevo.
No hay lágrimas para mostrar en forma de atracción a la hipocresía de los cercanos.
Llegar a la escuela y seguir al trabajo, mi rutina diaria.
De nuevo, a mantener esas largas conversaciones fingiendo un interés por ellas.
Caminar como si tuviera algún sentido y arrepentirme de los arrepentimientos en los que he perdido el tiempo.
Sigo manteniendo con fuerza esta careta que tanto me cuesta.
Espero que se acerque pronto la noche...
Ya alcanzo a divisar un par de estrellas brillando en el cielo que se oscurece.
-Ya llega el fin de la tortura diurna diaria-Pensé.
Abro la puerta y mi cuerpo se desmorona por llegar a la cama.
Me acuesto y ya no me quedan más motivos para fingir...
Intento no llorar, me acuesto boca arriba, miro al techo.
Te recuerdo...
Y así he perdido toda fuerza de voluntad que retenía el líquido en mis ojos.
Una noche más en la que derramo lágrimas en tu nombre y las exparzo sobre tu recuerdo...
Cómo quisiera que fuera la última...
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