Ay amor... Cuanto te amo.
A pesar de que me has matado, cuánto te amo...
Aún puedo guardar mis remordimientos y esas ansias por saber sobre ti.
Nadie tiene qué saberlo, que aún te sueño, te abrazo y te beso, mientras nadie observa mis pensamientos.
Mientras nadie puede evidenciar mis sueños yo te sigo pensando.
Sé por demás que me has hecho mucho daño y que quizá no me amaste, pero yo sí me enamoré, te abrí a ti mi corazón, ese que sólo se abriría una última vez buscando intentar ser feliz y no fracasar.
Vaya que despreciaste la oportunidad de la manera más vil y me condenaste a morir, aquí, hundida en tu recuerdo mientras te bofas de mí besando otros labios.
¿Alguien puede acaso salvarme?
¿Arrancarme de tajo el vacío que dejó aquella ilusión?
Ya no quiero sufrir por amor.
Pero ay amor, que tampoco quiero olvidarte, ya no sé qué hacer...
Y mientras aquí yo decido, tú te marchas con el sol, a su lado, tomados de la mano como a mí jamás me tomaste....
Apenas te vas y yo ya comienzo a recordarte, a lamentarte y extrañarte aunque no merezcas ni eso...
Todo esto se ha vuelto una lucha constante de trés...
Entre mi corazón, orgullo y razón...
Lástima que en medio sigo yo.
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