Introducción
Voluntades insólitas, bromas en el momento final o simplemente venganzas. Muchas personas utilizan el testamento con diferentes fines. Lo cierto es que se pida lo que se pida, la última orden es irrevocable. ¿Y quién se atrevería a negarle un deseo a un difunto? Aprovechándose de eso, hay quienes solicitaron las excentricidades más absurdas. Por eso, aquí se recopilan una serie de historias famosas donde se dejaron expresos los más insólitos últimos deseos.
Sabroso entierro
Arch West, ejecutivo de marketing conocido por ser el inventor de las famosas tortillas de maíz conocidas como Doritos, murió en 2011 a sus 97 años por causas naturales. Por más extraño y excéntrico que suene, en su testamento dejó en claro una curiosa voluntad relacionada a su muerte y entierro. Solicitó que lo sepultaran con su querida creación: un frasco fabricado en oro que contuviera sus snacks. El descubrimiento de este producto se dio en un puesto callejero en San Diego donde West vio que vendían trozos de tortilla de maíz con el nombre de 'totopos'. Tras un trabajo de marketing el producto se lanzó con el nombre de Dorito, acortando la palabra 'Doradito' y rápidamente se convirtió en uno de los snacks líderes en el mundo, otorgando gran prestigio a su creador dentro de la compañía Frito-Lay. Efectivamente, como reconocimiento y a pedido suyo, durante el funeral de Arch West, sus seres queridos esparcieron su creación antes de producirse el entierro.
Tinta hecha de cenizas
Mark Gruenwald, reconocido escritor y editor ejecutivo de las famosas revistas de historietas de Marvel y fanático del género, murió joven en 1996, alrededor de los 40 años de edad. Dejó un pedido extremo e insólito antes de morir. Pidió ser cremado y que sus cenizas se mezclaran con la tinta usada para imprimir la primera copia de “El Escuadrón Supremo”, que era una de sus más valoradas creaciones. De esta manera, los 4.000 ejemplares de esta historieta, editados en los años 1985 y 1986 fueron reimpresos como un trade paperback, es decir un formato especial de impresión que recopila varios números editados.
Un minuto de caos
Malcolm McLaren, legendario productor musical que creó e hizo famosos a los Sex Pistols, aclamada banda de punk, pidió que en su funeral no respetaran el habitual “minuto de silencio” como es debido en un funeral tradicional, sino que por el contrario hicieran “un minuto de caos”. Siguiendo esta última voluntad de tono rebelde, los restos de McLaren se enterraron en Londres en medio de una auténtica fiesta en honor al impulsor del punk en Inglaterra. Su féretro recorrió las calles en pleno estruendo musical. Y como si fuera poco, su hijo dio instrucciones a los fans: a las 12 en punto debían producir “un minuto de locura”, que consistía en escuchar un minuto de los discos de la banda como homenaje al padrino del punk.
Para una gran madre
Un abogado reconocido en Canadá, llamado Charles Millar, murió en 1928 todavía soltero y sin tener hijos. Es por eso que entonces tomó la intrépida decisión de otorgarle una fortuna de más de quinientos mil dólares a aquella mujer de Toronto que tuviera más hijos en los 10 años siguientes a su muerte. Esta noticia generó un gran revuelo y competencia entre las mujeres ya que todas se disputaban la herencia, intentando ser la madre con más hijos para obtenerla. Diez años después, en 1938, se resolvió que dicha codiciada herencia se dividiría entre cuatro madres que habían tenido todas la mima suma de hijos: 9 cada una de ellas.
Fumador empedernido
En el caso de la muerte de Frank Sinatra, todo es excentricidad. Desde el féretro donde se escribió la prometedora leyenda “Lo mejor está por venir” hasta los objetos que se llevó con él a la otra vida. Al momento de su muerte, el mítico cantante fue enterrado con ciertos objetos icónicos de su personalidad: una botella de whisky, una caja de cigarrillos y un encendedor 'Zippo', ya que era un fumador empedernido y debía llevarse uno a la tumba. Tan famoso era este vicio, que incluso la marca le dedicó varios encendedores con su imagen como un homenaje. También se dice que entre los objetos se agregó también una moneda de diez centavos, “para llamadas de emergencia
Cumpleaños como regalo
Se dice que el famoso escritor escocés Robert Louis Stevenson, creador de la aclamada novela El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde dio en herencia algo muy extraño. Al morir, a la temprana edad de 44 años, dedicó a su gran amiga Annie H. Ide su fecha de cumpleaños y se la dio en regalo para comenzar a festejar su natalicio en dicho día, ya que siempre se quejaba de haber nacido cerca de la fecha de Navidad. De esta manera, el poeta le regaló su fecha de nacimiento para poder celebrar en otro momento.
Desconocido generoso
En esta historia se encuentran, quizás, los herederos más afortunados del mundo. Setenta personas desconocidas y elegidas al azar de la guía telefónica heredaron la fortuna de un aristócrata portugués, para gran sorpresa de ellas. Luis Carlos de Noronha Cabral de Camara, un acaudalado señor de Lisboa fallecido en 2007, era un hombre adinerado pero solitario y no tenía a quien dejar su herencia. Por lo que dejó por escrito en su testamento que su última voluntad era heredarle toda su fortuna a 70 personas elegidas al azar de la guía telefónica.
Herencia canina
Leona Helmsley fue una mujer de negocios nacida en Nueva York, una millonaria famosa por su extravagancia y mal carácter. Acumuló una cantidad de bienes raíces invaluable, que incluía el Empire State, y vivió entre el desagrado de familiares y empleados que la detestaban. Se hizo más conocida por su insólito testamento: dejó casi toda su fortuna a su fundación de cuidado de perros y cerca de 12 millones de dólares a su perra maltés Trouble ("problema" en inglés). Por suerte, un juicio en 2008 logró concederle parte de la herencia a dos nietos que no habían recibido nada de su abuela
Presente en su funeral
Ángel Pantoja, originario de Puerto Rico, se hizo famoso por su en extrema rara última petición. Este joven de 24 años solicitó que en su funeral él debía estar presente... pero no en su ataúd. Su deseo extraordinario consistía en estar parado a un lado de su féretro. Para sumar a la cuestión, también solicitó vestimenta especial: no quería estar vestido elegante, sino con su camiseta favorita, una gorra de los Yankees y anteojos negros. Luego de un análisis se llevó a cabo una técnica especial de embalsamamiento y de esta manera se le pudo cumplir su excéntrico último deseo.
¿Deseo o venganza?
A Samuel Bratt le gustaba fumar pero su mujer nunca se lo permitía. Por eso, cuando el hombre de origen inglés murió en 1960, le dejó a su mujer una fortuna de 330.000 libras pero de la que solo podría disfrutar si cumplía una condición: la mujer únicamente podría tener acceso a la herencia de 500 mil dólares si fumaba cinco cigarrillos diarios. Más que un deseo, lo consideraron como un acto de venganza con el que quiso condenar a su mujer por la injusticia diaria que ella le hacía padecer a él prohibiéndole tocar aquel tabaco que él tanto deseaba.
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