Me gustas
Yo no le tomaba importancia a esos acontecimientos amorosos, porque siempre lo consideré muy prematuro a nuestra edad. Más que a las niñas, yo les daba prioridad a los amigos, los juegos, las tareas, entre muchas cosas. Las noviecitas no estaban en mi lista de importancia ni en ninguna. No todos pensaban como yo a esa edad ya que algunos de mis compañeros tuvieron sus primeras novias en ese grado. Sus decisiones no me atormentaban ni una pisca ni tampoco sus relaciones amorosas con sus noviecitas. Lo que sí me incomodaba era cuando las llevaban junto a nosotros. No era agradable tener a niñas en nuestra reúna de solo amigos.
—Una niña me dijo que yo le gusto, que chistoso, ¿no crees?
Max siempre había estado a mi lado desde muy pequeño. Siempre hacíamos las cosas juntos: Él iba a mi casa para hacer las tareas; para ver series animadas; para comer juntos e incluso, cuando su mamá salía de viaje por trabajo, se quedaba en mi casa a dormir. Sólo habíamos sido los dos, pero en ese instante me di cuenta que iba a tener que compartirlo con una niña pegajosa, pesada, molesta, desagradable, engreída, entrometida, entrometida, entrometida, excesivamente entrometida y descarada al habérsele declarado a mi mejor amigo.
—Me dijo que quería que saliera con ella, como novios—Max continuó hablando como sin nada, muy entretenido por la declaración que le hicieron.
—Y qué le dijiste —Pregunté impaciente.
—Pues déjame decirte que…—Max me miró serio—No te rías, ¿ok?
—Qué le dijiste, dime.
—Tranquilo, déjame contarte como fue. Ella me llevó atrás del kiosco, donde no hay nadie, y me dijo para salir juntos. Ella es muy bonita y pensé: ¿Debería probar salir con Nieve? Ya sabes, para saber cómo es eso, salir con chicas, pero luego recordé que Fabián me dijo que su novia era muy molesta, así que le dije que no. ¿Qué tal?
—Ya veo—dije.
—Además, ahora no necesito una novia. Tengo a Caramel junto a mí todos los días y es el único que quiero a mi lado.
—También eres el único que quiero junto a mí para siempre—dije muy feliz.
—Seguiremos yendo a los juegos juntos, solo los dos.
—Miraremos juntos la serie de las noches, en mi casa, solos.
—Sí, solos, porque no necesitamos niñas molestas como la novia de Fabián.
—Sí, muy molestas, que no nos gustan.
—A mí el único que me gusta es Caramel—Me dijo de improviso, mirándome con sus grandes ojos brillantes.
Fue la primera vez que me dijo aquello de frente. Lo único que hice fue mirarlo un poco confundido. Algunas veces, cuando Max se quedaba a dormir en casa, me solía decir que yo le gustaba cuando aparentemente yo dormía. Mi respiración se alteraba y mis manos empezaban a sudarme de los nervios. Éramos muy buenos amigos y siempre nos bromeábamos, pero no podía evitar tomar todas sus palabras a la broma.
—Despierta—Me dijo alborotando mis cabellos al verme un poco perdido.
Max siempre fue de esos niños locos que hacían las cosas sin prestar atención a las reglas. Un día podía decir algo y otro día contrariarlo. Sus bromas a veces eran de locos, incontrolables, por eso cuando me dijo aquello lo único que pude hacer fue respirar profundo y seguirle la corriente. A pesar de todo no pude evitar que se alteraran mis nervios, porque él solía pronunciar algunas palabras de una manera muy seria y su mirada profunda realmente me confundía.
Al finalizar ese año escolar otra niña se le declaró y Max aceptó salir con ella. La noticia me entristeció muchísimo, pero comprendí que era algo que iba a pasar, porque las niñas continuaron declarándosele después de la primera.
La tristeza que sentía cuando los veía tomados de la mano era anormal, pero a pesar de aquello, no podía sentir alegría por él como todos sus amigos.
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