El doctor Sam Parnia, quien actualmente labora en la Universidad Estatal de Nueva York, y quien encabezó dicha investigación, advirtió a una entrevista a Telegraph sobre uno de los casos más extremos de los que tuvieron conocimiento:
“Sabemos que el cerebro no puede funcionar cuando el corazón deja de latir. Pero en este caso la conciencia parece haberse mantenido durante tres o más minutos en un periodo en el que el corazón ya había dejado de latir, a pesar de que normalmente el cerebro se apaga después de 20 o 30 segundos”.
El doctor refiere esto con el caso de un hombre de 57 años que, aunque pasó tres minutos clínicamente muerto, reportó haber sentido cómo abandonaba su cuerpo y, desde un rincón de la habitación, observar la forma en que era reanimado por el equipo médico. Lo más impresionante fue que describió el movimiento del personal y los sonidos de las maquinas que tuvieron lugar después de que fue dado por “muerto”.
“Este hombre describió todo lo que sucedió en la habitación, pero además escuchó los beeps emitidos por una maquina en un intervalo de tres minutos. De modo que fue posible medir cuanto tiempo duró su experiencia. Se mostró bastante confiado y todo lo que afirmó que había sucedido, en realidad aconteció”.
De los 2060 pacientes que sufrieron paros cardiorrespiratorios, 330 fueron resucitados y de estos, 240 advirtieron estar relativamente conscientes mientras los médicos aplicaban la resucitación cardiopulmonar. La mayoría de los entrevistados dijo no recordar los detalles, pero describieron sensaciones e imágenes que se repetían en los informes. Aproximadamente el 20% de los entrevistados señalaron que sentían una sensación de paz, y 27% que el tiempo parecía haber acelerado o desacelerado.
Algunos recordaron la famosa luz brillante recurrente en los casos de experiencias cercanas a la muerte, otros informaron miedo, sensación de ahogamiento o que estaban hundiéndose en aguas profundas. Del grupo, un 13% aseguró que se sintieron separados de sus cuerpos y el mismo número dijo que sus sentidos se hicieron más agudos de lo normal.
Además, el 8% informó haber encontrado algún tipo de presencia mística o voz inteligible, y 3% pudieron ver espíritus religiosos o de personas muertas.
Aunque idealmente ningún estudio científico debe considerarse como un hecho concluyente – recordando que el espíritu de la ciencia es jamás dejar de procurar nuevos límites –, esta investigación incluye una muestra lo suficientemente amplia, es decir, los suficientes datos analizados, como para considerarse una referencia en el tema. De hecho, los resultados seguramente justificarán nuevos estudios para intentar ir un poco más allá.
La posibilidad de vida consciente después de la muerte, una premisa de diversas religiones, constituye uno de los enigmas más apasionantes de la humanidad. De modo que un cambió de paradigma alrededor de este fenómeno tendría importante consecuencias en diversas áreas.
De cualquier forma, desde los espectáculos de decapitación propuestos por Guillotin, este tema es motivo de debate. Ya la sociedad fue históricamente controlada, sometida y moldeada bajo la promesa de una vida mejor después de la muerte.
Algunos estudios teorizan que el cerebro se mantiene activo durante un tiempo determinado en un intento por reiniciar las funciones vitales a pesar de que el corazón se haya detenido. Así, quizá los recuerdos y sensaciones durante esos períodos de muertes clínicas son una mezcla de información que circula por el cerebro después de un proceso traumático.
Personalmente creo que no deberíamos dejar llevarnos por el entusiasmo, hay muchos estudios anteriores que apuntan a que después de la muerte no hay más nada. Quizá esas experiencias cercanas a la muerte no sean más que una reminiscencia, una despedida y una reverencia de un órgano tan maravilloso como el cerebro humano.
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