Primer Beso de Mentira
Siempre me gustaron las obras de teatro y para mí era una suerte que se realizara una gran obra de teatro todos los años en el colegio, ya que se tenía como costumbre montar una gran puesta en escena por fin de año.
Las personas encargadas siempre eran los alumnos de quinto año de secundaria. Ese año la elección del elenco estuvo a cargo por unas señoritas obsesionadas con la perfección, quienes habían anunciado un casting riguroso. Todos los que tenían dotes de actuación se apuntaron para vivir el escenario, los vestuarios y maquillajes, los cuales los iban a trasportar a un mágico mundo irreal.
El personajes más deseado por todas las chicas era el de la princesa, la dulce princesa que por un hechizo de una malvada bruja había caído en un profundo sueño el cual solo podía ser desencantado por el beso del príncipe, el príncipe Max, mi amigo.
Max estaba en tercero, pero tenía amigas del quinto año. Ellas, desde antes de cursar ese grado, siempre decían que Max sería parte de su obra teatral y lo estaban cumpliendo. Max ganó el papel de príncipe por su particular belleza y de por sí para todas las chicas él era el príncipe del colegio.
La audición para la princesa fue la más ardua de todas, ya que muchas se habían enterado que Max tenía el papel de príncipe y que en una escena tendría que besar a la bella princesa presa de un hechizo. Todas las chicas tenían la esperanza de conseguir el papel para poder protagonizar la obra junto a Max, pero sus esperanzas fueron rotas por las encargadas de la audición, porque anunciaron que todos los actores iban a ser hombres.
La fila para adicionar a la princesa ya no estaba formado por señoritas, sino por jovencitos de primero, algunos tímidos, quizá por temor a ser descubiertos por sus amigos, y otros muy convencidos de mostrar su amor por el arte.
La noticia me impactó, porque mi amigo Max iba a tener que besar a un hombre. Pensé que iba a ser muy incómodo ver a Max besar a otro hombre delante de todos en el colegio ya que él nunca había mostrado interés por ninguno.
—Si tengo que besar a un hombre, prefiero que sea Caramel—me dijo mientras mirábamos la fila de jovencitos a una considerable distancia.
—Qué, pero Max, como puedes decir eso. Es mejor dejar el papel a alguien que le guste la actuación.
—Sería lo mejor, porque a mí no me gusta la actuación y ser parte del elenco es molesto.
—Entonces déjalo y listo.
—Eso sería todo un lío. Ya me aprendí el libreto, además, solo acepté porque las de quinto son mis amigas y también porque…
—Porque…
—Yo sabía desde el principio que tendría que besar a un chico así que pensé que no estaría mal besar a mi mejor amigo.
— ¿¡Que!? Que dices, Max.
—Pensé en ti, porque si tengo que besar a un hombre, prefiero que sea a Caramel.
—No, Max, eso va a ser delante de todo el colegio, no quiero, además…
— ¿Tu primer beso? —preguntó muy divertido.
—No soy una chica para estar preocupado por el primer beso—dije ofendido.
—Entonces solucionado. Les diré a las chicas que ya aceptaste.
— ¡No, Max! Solo quieren a uno de primero—le recordé con la esperanza de que desistiera.
—Para mí Caramel es perfecto para el papel. El vestido te quedará muy bien porque tienes una figura muy fina y mejillas muy suaves—dijo rosando los nudillos de sus dedos sobre mi rostro.
—Pero el beso será en público—increpé alejándome avergonzado por sus palabras.
—No te crees líos, será algo rápido, además, solo será un beso de mentira, algo que engañe a todos y listo. No te preocupes.
Las chicas encargadas del casting saltaron a mi alrededor muy contentas cuando Max me llevo frente a ellas. Pensé que se iban a decepcionar porque yo era un chico de tercero igual que Max, pero ellas no vieron eso como un problema. A pesar de confesarles mi gusto por el teatro, pero mí pobre habilidad escénica, nada les hizo cambiar de opinión.
Los días pasaron volando, y sin darme cuenta, estábamos en plena obra, ya tenía puesto el vestuario de princesa y no faltaba nada para terminar la última escena. El vestido era muy largo al igual que la peluca rubia y los zapatos no eran nada cómodos. Para mí fue muy tranquilizador estar recostado en una urna muy cómoda. Al menos en ese lugar pude aminorar el dolor que me habían provocado esos incomodos zapatos de tacón en las primeras escenas.
Todo había resultado bien hasta que Max entró en escena. Mi cuerpo se llenó de nervios al recordar que sus labios tocarían los míos delante de todos, pero también había una posibilidad que no sucediera, porque Max solo me había dado besos en la frente durante los ensayos.
Recostado en la urna, solo podía escuchar a la gente emocionada por la entrada del príncipe en la escena. No hice más que respirar lentamente y esperar la cercanía del príncipe para que finalizase mi tortura. En el instante en que empecé a sentir el roce de los ondeados cabellos de Max que caían sobre mi rostro, mis mejillas empezaron a arder. Volví a respirar lentamente y continué fingiendo que dormía. Él estaba cerca. “Su cabello nos cubrirá”, pensé, ya que Max tenía sus cabellos ondeados un poco abajo de los hombros. Nunca había estado en mis planes ser besado delante de un público muy atento.
Lo sentí muy cerca, lo supe por su respiración. También pude sentir que sus movimientos eran muy lentos, porque para mí fue una eternidad. Con esa lentitud retiró los cabellos de la peluca que cubrían mi rostro. Mis mejillas me ardían demasiado y me preocupé que se diera cuenta. “Tranquilo”, escuché decirme. Sus palabras me calmaron un poco, pero su aliento caliente tan cerca no me ayudó en nada, hasta que sentí sus labios sobre mi frente. Respiré aliviado por ese desenlace tan favorable para mis nervios. El beso del príncipe era la señal para que continuara con mi papel. Cuando abrí los ojos me sorprendí mucho porque Max aún seguía considerablemente cerca de mi rostro. Él me sonrió burlonamente y de inmediato supe que aún no había terminado mi papel de princesa durmiente, porque con el beso en la frente solo quiso despertarme a mí y no a la princesa.
Max deslizó su dedo pulgar en mi boca muy despacio Yo me quedé frio cuando sus labios friccionaron los míos de una manera muy amorosa, pero lejos de ser un beso inocente. No me asombré de su experiencia besando porque Max la tenía de sobra. “Despierta princesa”, me susurró para librarme del encanto que había provocado su beso sorpresa.
Después de la obra me sentí muy avergonzado. Pensé que todos habían visto ese beso, pero mis compañeros me dijeron que no había sido de esa manera ya que los cabellos de Max, como pensé, habían cubierto la escena y, para decepción de todas, también había sido muy rápido.
Max y yo salimos a perder el tiempo en el parque cerca al colegio después de la actuación. Ya no nos esperaban clases, sino unas largar vacaciones.
—Las de cuarto año me dijeron que yo seré su actor principal el próximo año—me dijo Max.
—Yo creo que alguna de ellas quieren ligar contigo, de seguro.
— ¿Tú crees? No estaría nada mal. Hay chicas muy lindas en ese grado.
Nos encontrábamos acostados de espaldas en el pasto. Algunos alumnos del colegio también estaban en el parque matando el tiempo, ya que muchos acostumbraban irse de viaje y no se iban a ver con sus amigos del colegio durante el verano.
—Los labios de Caramel son muy suavecitos—¬ Me dijo sonriéndose.
—Ese comentario tuyo es muy vergonzoso, ¿sabes?
—Pero no te hagas líos. Nunca imaginé quedarme con el primer beso de Caramel. Eso sí que fue una sorpresa, pero una sorpresa muy agradable.
—Ya te dije que no es mi primer beso—le recriminé enfadado.
—Mentiroso.
También me había gustado sentir los labios de Max, pero no quise aceptarlo, porque no era normal besar a los amigos. Fue muy vergonzoso mirar la cara de Max luego de ese beso, pero él se mostró como siempre, muy relajado, como si nada hubiera pasado. Me dio mucha confianza.
Aunque lo había negado, ese sí había sido mi verdadero primer beso.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario