Todo comenzó esa noche, ¿Qué digo comenzó? La verdad es que todo terminó esa noche, terminaron las ganas de jugar con cosas mas allá de mi entendimiento; mis amigos y yo habíamos llegado de un bar cercano a mi casa, nos habían sacado de aquel lugar por una pequeña discusión con el encargado del establecimiento, así que decidimos continuar la fiesta en mi casa. Entre charlas y risas, como buenos borrachos empezamos a retarnos unos a otros, como por ejemplo el típico “Bloody-Mary”, de fondo en el computador yo había puesto para ambientar un par de psicofonías, y uno que otro contaba alguna historia de terror de la cual terminábamos burlándonos por el efecto de los tragos.
El tiempo pasaba y ya iban a ser las 2 de la mañana cuando uno de mis amigos decidió irse, ya estaba bastante mareado y no coordinaba bien sus palabras, por las circunstancias en que se encontraba me pido que lo acompañara por lo menos hasta la salida que quedaba en el primer piso. La oportunidad se presentó y era hora de mi prueba de valentía, el reto fue… ir hasta la salida con luces apagadas, y diciendo el nombre de diferentes demonios (Abigor, Adirael, Ewah, Sargatanas) quizás fueron los tragos los que dijeron
“Acepto”
Mi compañero apenas podía sostenerse así que no me era de gran ayuda para ubicarme en la oscuridad, por mas que fuera mi casa y supiera la ubicación de las cosas que había dentro, el alcohol me dificultaba moverme, fui avanzando por el pasillo hasta las escaleras y empecé a nombrar el primer demonio, lo dije en voz alta para que mis amigos que se encontraban atrás de mi, esos mismos que se estaban riendo, sintieran mi coraje, inmediatamente sentí un frio en el cuello, pensé que era normal, todos siempre intentamos decirnos eso para no terminar corriendo devuelta a la habitación, cada paso que daba, cada tropiezo solo me hacia pensar en los otros muchos demonios que aun me faltaba por nombrar y sobretodo que aun tenia que llegar a la salida y devolverme…
Mi amigo se apoyo sobre mí, el estaba helado… pensé que era del susto, yo debía estar igual, así que pronto ya estábamos bajando las escaleras y seguí nombrando otros demonios, mientras mi compañero se aferraba mas a mi, casi me estaba lastimando el hombro, en voz baja me dijo:
“No es hora es hacerte el valiente, te recomiendo que te calles”
Esas palabras penetraron mi valentía, empecé a acelerar el paso, los tragos que me impulsaban perdían su efecto y cada vez me sentía mas sobrio y consiente de lo que pasaba, no se por qué nombré otro demonio, y le dije a mi amigo
“No seas gallina ya casi llegamos”, solo sentí que en ese momento el soltó mi hombro, y la oscuridad se hizo asfixiante, es como si intentara ahogarme, el aire se hizo denso, yo solo… me abalance a la puerta para intentar abrirla y encontrar un poco de luz de la calle o almenas aire fresco, pero la estúpida puerta no se habría… me di media vuelta lentamente y habían unos ojos rojos como fuego viéndome desde masomenos 2 metros, se arrastraba hacia mi, de repente me atacó, solo sentí como mordisqueaba mi cara, y unas garras rasguñaban mi espalda, quise gritar, pero no podía, solo conseguía llorar, ninguna oración me salía de la boca, sus gruñidos eran a la vez una risa, solo quedó en mi mente una cosa…¿Moriría?
Desperté en la habitación, me dolía mucho el cuerpo, todos los que estaban alrededor mío, me decían que me había caído por las escaleras, era la única explicación para la sangre que estaba en mi cara… pregunté por mi amigo, el que había bajado conmigo, y se rieron, decían que el nunca salió de la habitación, querían ver que tan valiente era solo… creo que entré en shock, ¿había sido todo un sueño? ¿Efecto del alcohol? ¿Quién había bajado conmigo entonces?, en ese momento me ardió la espalda mucho… me levante de la cama y vi en el espejo… mi espalda estaba aruñada, salía sangre, todos mis amigos quedaron sin palabras, lo único que pude decir fue…
“Esto no lo hace una escalera”
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