LLAVERO DE POLLITO
De mi mochila cuelga un llavero de pollito. Es uno pequeño, redondo; con un pico puntiagudo y gracioso. Todo su cuerpo y sus dos pequeñas alas están cubiertas por un material que hace que se vean emplumados, pero no exageradamente. Me gusta mucho verlo colgado de mi mochila y me gusta más porque Max me lo regaló.
— ¡Es un pollito! Qué bonito es…pero ¿no debería colgar de la mochila de una chica?
Sucedía siempre. Era muy bonito por eso cuando las chicas pasaban junto a mí y lo veían no podían evitar comentarios como: Que bonito, es tan pequeño… el dueño es un chico. Es que el llavero fue hecho para que colgara de la mochila de una chica y no de un chico por eso todos me miraban muy raro.
Desde el principio ese llavero no iba a ser para mí, sino para Luna, la hermana mayor de Max, la primera hija de su madre con su primer compromiso. A pesar de no vivir juntos, ya que ella vivía con su padre, se apreciaban mucho porque no tenían más hermanos.
La querida hermana mayor de Max iba a cumplir 9 años y él quería darle algo muy bonito, algo que podría comprar. Su hermana siempre miraba en la vitrina de la librería, cerca del colegio, el pequeño llavero de pollito. Era muy caro para que una niña de su edad lo pudiera comprar sin favores de sus padres, por eso Max se privó de muchos antojos para juntar el dinero suficiente con el fin de comprarlo.
— ¿Te gusta? — me preguntó enseñándome el bonito llavero.
—Es un pollito para niñas.
—Lo sé. ¿Acaso no es lindo? Mi hermana lo ha estado mirando en estos días y se lo compré para dárselo este sábado, ya sabes, es su cumpleaños.
Estaba muy feliz, pero para su mala suerte, la mejor amiga de su hermana le regaló el pollito ese sábado. Cuando Max se dio cuenta se sintió decepcionado. Ese día no le dio nada.
Él se acercó a mí para contarme lo sucedido. Se veía muy desanimado pero con una ancha sonrisa me extendió el llavero y me lo dio. No pensé en lo esponjoso que se veía ese amarillo pollito para niña, solo lo recibí muy alegre por saber que pensó en mí para darme el preciado regalo que había comprado.
La chica que se me había acercado en el paradero se veía muy curiosa. Me miraba insistentemente. Parecía que quería preguntarme algo, pero se contenía.
—Supongo que a algunos chicos también les gustan las cosas lindas, como a ti.
—Es de mi novia, ella me lo dio—le dije para desaparecer su cara de curiosidad.
— ¡A ya! Claro, eso tenía que ser.
Max no era una chica y no era mi novia, pero él me lo había dado. Solía decir que era de mi novia porque con esa excusa era más aceptable que un hermoso llavero de pollito para niña colgara de la mochila de un chico.
En una ocasión cuando yo y Max estábamos saliendo de nuestro centro de estudios, unas chicas de otro colegio se nos acercaron y una de ellas preguntó por mi llamativo llavero de pollito. Me sentí en aprietos porque Max me miraba sin contener su sonrisa. “Es de mi novia”, dije finalmente para borrarle la sonrisa de la cara, pero el solo me abrazo del hombro como reafirmando lo que había dicho. Todas se rieron siguiéndole la corriente mientras yo trataba de no ponerme rojo de la vergüenza.
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