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viernes, 27 de septiembre de 2013

Pequeño descanso- por Pepi Nuñez.


Pocas veces notaba cansancio, pero en aquel momento necesitaba un respiro. Miró al sol en medio de aquel cielo azul y se imaginó que serían las cuatro de la tarde. Si, podría descansar unos segundos. Un banco de piedra debajo de un frondoso árbol la invitó a sentarse. Lo hizo y respiró profundamente, el aire ya algo más fresco de un recién estrenado otoño, pareció reconfortarla.  Frente a ella pasó un anciano arrastrando los pies, la miró y siguió su camino tratando de ignorarla, es lo que siempre hacen todos los hombres mayores, pensó, pero esta vez una sonrisa picara se asomó a su boca.
Se paró un coche y de él se bajó un joven de aspecto cansado con un maletín en la mano y que iba a cruzar la calle corriendo, cuando de lejos otro hombre le preguntó.

 -¿Cómo  estás? Hace mucho que no te veo. El joven le contestó.
.- ¿No me ves? Siempre corriendo, necesito unas vacaciones o me moriré un día de estos.

Al escuchar esto ella soltó una carcajada. ¿Vacaciones? ¿Qué es eso?
Ella no las había tenido nunca, y estos  hombres apenas trabajan dos días y ya sueñan con el descanso. Todos deberían tener un sólo día de su trabajo para que supiesen lo que es.
Suspiró y cerró los ojos por un momento. Que bien se estaba allí.
Un golpe seco le hizo incorporarse y mirar al frente.  En suelo yacía el cuerpo de una hermosa joven.  Se puso de pie mientras exclamaba:

- ¡Otra más que no puede esperar que le llegue su turno! ¡Como si tuviera poco trabajo!


Pero su gesto se dulcificó al ver a ver el alma de la hermosa joven desorientada, buscando si saber bien a quien, ajena a los gritos de los transeúntes que pasaban por allí y miraban su cuerpo en el suelo.

Levantó la mano y le gritó al tiempo que cruzaba la calle- Tranquila, tranquila, ya estoy aquí.

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