Cuando hayas alcanzado el techo, podrás mirar a tu alrededor. Todo lo que veas parecerán las ruinas de una gran metrópoli. No importa a qué hora hayas iniciado tu viaje, estará atardeciendo. Recomendamos que no te fijes mucho en tus alrededores, y no mires abajo. Si lo haces, perderás tus ánimos, algo que no puedes permitirte en este punto, pues ya no hay vuelta atrás. De hecho, no hubo vuelta atrás desde que dijiste las primeras palabras.
No voltees. En lugar de eso, ríe, naturalmente. No la fuerces, pues si tu risa no es verdadera, el destino que te espera está más allá de lo que es posible concebir en la frágil mente humana. Luego que rías, oirás la voz de un adolescente. Te dirá que te des la vuelta, en un tono casual. Hazlo a tu tiempo, no lo hagas rápido, no muestres miedo. Sé pausado, y muévete a un ritmo casual y tranquilo. Frente a ti estará parado un adolescente vestido con las ropas que se usaban durante tu infancia. No importa tu edad al subir, volverás a ser adolescente. El chico tendrá la piel gris, con turbios ojos blancos que sostienen esferas negras dentro de ellos. No digas nada, no querrás convertirte en su compañero de juegos, como ya otros antes que tú lo han sido.
Espera a que hable. Podría tomar desde minutos hasta días. Eventualmente, él pronunciará una frase en en un tono arrogante, preguntando: “¿Verdad o reto?”, Deberás responder con las siguientes palabras exactas: “Ambas, pero tú primero”. Él fruncirá el ceño, contemplando, antes de darte una amplia sonrisa y asintiendo, estando de acuerdo. La verdad que deberás preguntar es: ¿Es el reunirlos juntos armarse de valor? El chico se enojará violentamente, pero mientras no te muevas, no te hará daño. Luego, su ataque cesará, y responderá tu pregunta, una respuesta corta y simple comparada con las otras que hayas contemplado antes hasta estas alturas, pero que pondrá a prueba el mismo temple de tu alma.
Cuando te haya respondido, preguntará: “¿Y el reto?” Esto es importante, pues es la única forma de salir vivo de esto. Deberás sonreírle, e indicarle la orilla de la cornisa, mientras le dices: “Te reto a que saltes”. Sus ojos se tornarán fríos, y él te sonreirá agradecido. Dejará caer su gorra a tus pies, asentirá bruscamente, y saltará del edificio.
Toma su gorra y póntela de manera que no puedas ver. Ahora síguelo. Una prueba de que has seguido exactamente estas instrucciones, es que caerás suavemente frente al edificio que escalaste hace ya bastante tiempo. Tendrás la gorra en tus manos. Si alguna vez te sientes inducido a usarla, podrás hacerlo. Te ofrecerá coraje absoluto e inquebrantable, pero recuerda: A veces, la valentía es lo mismo que la estupidez, y no todos los seres en este mundo son tan inocentes como se ven. Especialmente no ahora, que posees la gorra.
Esa gorra es el Objeto 269 de 538. Te reto a que los reúnas todos juntos.
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